La fe cristiana dispone de algunas normas para vivir de mejor modo un tiempo fuerte para la práctica penitencial personal y comunitaria, nos invita a dedicar de manera especial a la oración, obras de piedad y caridad, en torno a Nuestro Señor Jesús que llama a cada uno, a las familias y comunidades, a recuperar, retomar y fortalecer el camino de conversión a Dios: “Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la salvará” (Lc 9,23, 24).
Crezcamos en la oración y en el testimonio solidario y caritativo para anteponer las necesidades de otros a nuestras propias necesidades, apetencias o conveniencias, para ponerse al servicio del Evangelio y comprometerse al seguimiento de Jesús, y así distinguirnos en nuestra forma de permanecer fieles y atentos al proyecto salvífico del Padre.
Para llevar adelante esta práctica hay que observar diligentemente el modo particular de realizar el ayuno y la abstinencia durante el Tiempo de Cuaresma.
Las familias, primeros centros de evangelización (Cfr. Documento de Puebla 617), y de comunión, tienen, sobre todo en el tiempo actual por motivos de los cuidados a la salud y de las varias celebraciones que se siguen y recrean desde el hogar, la responsabilidad para participar con la oración, escucha de la Palabra de Dios y la ejecución de buenas obras, en el cuidado y sostenimiento de la comunidad parroquial y de otras familias que estando necesitadas de trabajo, techo, vestido, alimento y demás oportunidades de vida, requieren del apoyo solidario de la comunidad cristiana.
Consideremos los siguientes puntos para lograr hacer de el ayuno y la abstinencia una buena práctica de fe dentro del hogar:
1) Fomentar actitudes de encuentro, diálogo, perdón y reconciliación con Dios, con los demás miembros de la familia y con sigo mismo.
2) Participar en una conversación reflexiva sobre el proceso de iniciación y maduración cristiana de cada uno de sus miembros.
3) Definir entre todos algunas propuestas, personales y familiares, sobre el ayuno y la abstinencia que deberán realizar y ofrecer a Dios, así como la realización de obras de caridad.
4) Aportar ideas para vivir el ayuno y la abstinencia de un modo especial entre todos, los días miércoles y viernes durante el Tiempo de Cuaresma, y el Viernes Santo, realizando algunos compromisos para el desprendimiento o privación de algunos caprichos o rutinas negativas, para edificar la fe y la unidad familiar, para mejorar en el espíritu, salud, educación, hábitos, relaciones y convivencia.
5) Dedicar tiempo a la lectura de la Sagrada Escritura, la participación en Celebración Eucarística (transmitida en vivo o presencialmente con todas las medidas higiene), y realizar las Obras de Misericordia.
“Vivir una Cuaresma de Caridad quiere decir cuidar a quienes se encuentran en condiciones de sufrimiento, abandono o angustia a causa de la pandemia de COVID-19. (…) ofrezcamos con nuestra caridad una palabra de confianza, para que el otro sienta que Dios lo ama como a un hijo”, apuntó el Papa.
Imagen tomada de: https://es.aleteia.org/2020/05/15/como-celebrar-en-casa-el-17-de-mayo-sexto-domingo-de-pascua/