A punto de concluir el Año Litúrgico nos preparamos para la celebrar el Reino de Dios, en el Cielo, en la Tierra y en todo el Universo.

Jesús anunció el reinar de Dios: “El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca, conviértanse y crean en la Buena Noticia” (Mc 1,15). A lo largo de su vida y obra se afirmó que pasó por el mundo haciendo el bien, y haciendo presente los valores de este Reino de vida, amor, justicia, paz y bien común.

La realidad del proyecto del Reino de Dios que quiere vida integral para todos y que busca, primeramente, la atención, servicio e integración de los pobres a la comunidad de vida y esperanza, en la cual han sido despreciados y de la cual han sido despojados y excluidos. Dios quiere reinar en todo y para todos, y es su Hijo Jesucristo quien lo anuncia, lo hace presente y actuante en medio de la comunidad de creyentes y personas de buena voluntad. Un Reino de vida y amor que se extiende y expande en los que tienen fe, tanto en los corazones, como en las mentes y en las realidades sociales, sobre todo en los ambientes donde quiere prevalecer la injusticia y la opresión, causante de dolor, sufrimiento y muerte.

Dios que siempre escucha el grito de desesperación y angustia de su Pueblo, nos llama a todos a creer y aceptar su Reino. Es este Tiempo Litúrgico, en donde toda la Iglesia se prepara para celebrar la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, el Domingo en que para los católicos en todo el mundo concluye el Año Litúrgico, para comenzar con el Tiempo de Adviento un nuevo ciclo y celebrar con esperanza lo que creemos y vivimos… ¡Que el Reino de Dios ya está cerca! 

Aquí es donde como cristianos nos deberíamos detener a pensar sobre lo que simboliza y significa “creer en Dios”, pero sobre todo, en lo que afirmamos cuando decimos que creemos en el Dios de Jesús, en su Padre, y así creer en Dios “como creyó Jesús”. Creyó en Dios, en su Padre y que también es nuestro, Dios presente en la Vida e inserto en la Historia.

El Reino de Dios, también concebido como Reino de los Cielos, no es uno al cual solo tengamos que ir, sino uno en el que hay que estar, en el aquí y ahora de nuestra vida en Jesús. Un Reino que ya es pero todavía no, porque se va haciendo presente en el peregrinar de la Iglesia en la Tierra, y porque confiamos que la plenitud de este Reino llegará algún día, para resucitar con Jesús y estar con Él en el Cielo.

El Reino de Dios nos llama a servir con amor a Dios y al prójimo; un Reino de Misericordia que nos exige practicar las Obras de Misericordia; y un Reino de Paz que nos propone vivir la fraternidad, solidaridad y caridad, principalmente con quienes más nos necesitan en la sociedad, viviendo y actualizando el discurso de Jesús que conocemos como Las Bienaventuranzas (Mt 5,1-12), que nos acerca aún más a la vivencia del Reino.

Jesús quien anunció el Reino de Dios, vivió y murió por su causa, por hacerlo presente y oponerse al antirreino, oponerse a todo lo que quita vida. Los cristianos debemos ser colabores del Reino, en anunciarlo, construirlo y hacerlo presente en medio de la comunidad, de la familia, y de los espacios donde nos formamos, trabajamos o nos recreamos.