El sábado 14 de mayo de 8 p.m. a 11 p.m., esta comunidad parroquial de “El Señor de la Misericordia” celebró la Vigilia de Pentecostés, que junto con la Vigilia Pascual es una de las celebraciones más importantes del Año Litúrgico, en la Capilla del Espíritu Santo.
Hace cincuenta días, celebrábamos la Pascua de Resurrección. Hoy, en “otra noche santa”, celebramos la Vigilia de Pentecostés, la presencia del Espíritu en la asamblea fraterna. Como en aquel tiempo, también hoy nos reunimos a la espera del Espíritu, junto con María, la madre de Jesús y nuestra. El Espíritu Santo que recibieron los apóstoles de la Iglesia naciente, es el mismo Espíritu que un día recibimos en nuestro bautismo, y el mismo que hoy Jesús Resucitado sigue derramando sobre nosotros, para animar nuestro caminar creyente y renovar nuestro compromiso cristiano.
El Espíritu Santo nos invitó a permanecer en vela, a vivir en vela, para percibir su presencia, para escudriñar sus mociones, para acoger sus movimientos en nosotros. Velando, se realizó en nosotros un nuevo Pentecostés, una nueva invasión de la fuerza del amor de Dios. Este fue nuestro anhelo y nuestra esperanza. Pentecostés es la Pascua del Espíritu, aliento de Dios que pone en movimiento la fe y la vida.
Velando en oración y adoración al Santísimo, seguida de cantos y alabanzas, nos preparamos nuevamente a la venida del Espíritu Santo. Su fuego nos atravesó para encender nuestro corazón. Que con su aliento nos impulse para ser testigos. Que con su luz nos alumbre para convertirnos en profetas. Que con su calor nos haga ser memoria viviente de Jesús. Velando, nos convertimos en llamas vivas, que danzan, brillan, calientan y llenan de Luz la existencia. Velando, invocamos la presencia del Espíritu que todo lo inunda, todo lo transforma y todo lo renueva.
Con la vigilia de Pentecostés, se cerró el ciclo de la pascua, en esta noche los fieles católicos recordamos “La promesa que Jesús había hecho a sus discípulos ‘Es necesario que yo me vaya, pero el Padre enviará al defensor”. En ella recordamos que Jesús Resucitado sigue vivo y que está presente en la Iglesia. Esa presencia está sostenida e impulsada por el Espíritu Santo».
“El Espíritu Santo es el pulmón de la iglesia, podríamos decir que sin el Espíritu la iglesia estuviera muerta, por eso hoy le pedimos al Padre que el Espíritu se haga presente en el ser y quehacer de la iglesia en todo el mundo”,
El sentido de Pentecostés está señalado en la Biblia (Hechos de los Apóstoles 2, 1-11) y se concentra en las palabras de Jesús: «vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Noticia». Nuestro tiempo es tiempo nuevo cada vez que sale el sol, y escuchamos su Palabra fuerza viva de su amor, que disipa las tinieblas y aleja del temor. Se hacen fuertes nuestras manos con la Madre del Señor. Esperando con María nos llenamos del Señor, porque Dios está presente, si está limpio el corazón.