XXI Jornada Mundial de la Vida Consagrada
Texcoco, Méx. 01 de febrero 2017. La Diócesis de Texcoco, en comunión con la Iglesia universal, celebró la XXI Jornada Mundial de la Vida Consagrada. Religiosos de las diferentes comunidades e institutos asentados dentro del territorio diocesano, se dieron cita en el jardín municipal de Texcoco donde llevaron a cabo varios eventos. Desde muy temprana hora instalaron su respectivo stand vocacional, y durante la mañana compartieron sus diversos carismas y apostolados, animados por los Misioneros Servidores de la Palabra.
Aproximadamente a las 15:00 horas, los consagrados en un ambiente festivo llenaron de color y entusiasmo el primer cuadro del centro de la Cd. de Texcoco con la presentación de carros alegóricos, posteriormente meditaron los misterios del Santo Rosario alrededor del jardín municipal. Más tarde, el Pbro. Ernesto Suárez Avendaño, párroco en Santa María Magdalena en Tepetlaoxtoc, dirigió la Hora Santa Vocacional y junto con los religiosos y laicos presentes oró a Dios para que se susciten nuevas y santas vocaciones, y para que los que ya han sido llamados para seguir a Cristo, lo hagan de acuerdo a los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia.
Los jornada concluyó con la Celebración Eucarística presidida por Mons. Juan Manuel Mancilla Sánchez, Obispo de Texcoco y concelebrada por los presbíteros: Gonzalo Morales Escobar, Vicario Episcopal para la Vida Consagrada; Roberto Díaz Cárdenas, Ernesto Suárez Avendaño, Leoncio Alejandro Olvera y Alejandro Ballesteros Duarte, encargados de las diferentes dimensiones de la Vida Consagrada en la Diócesis de Texcoco.
Mons. Juan Manuel expresó su aprecio por el trabajo que realizan los religiosos desde sus diferentes apostolados al servicio de la Iglesia, y particularmente dentro de la diócesis, haciendo énfasis en el hecho de que los asistentes salieron de sus lugares de santificación para compartir la fe, su vida y su corazón; encomendó a Dios todas sus necesidades, todos los carismas, pidió por las congregaciones, por los institutos religiosos y por sus bienhechores.
En las Vísperas de la fiesta de la Presentación del niño Jesús al templo y la Purificación de María dirigió un mensaje a los asistentes: “…Nosotros venimos del Señor de la Gloria, que pese, que se experimente, que se sienta la gloria de Dios, ¿y cómo, queridos hermanos, podemos concretizar este proyecto? Pues quitando nuestro pecado, nuestras miserias, nuestros egoísmos; abriendo nuestro corazón a la virtud, a la gracia, a la santidad; si nosotros que hemos conocido al Rey de la gloria hacemos que cada una de nuestras actividades, que cada una de nuestras palabras, que cada uno de nuestros signos, que cada uno de nuestros movimientos interiores en el corazón, en los sentimientos, en el alma sean elevación, sean cariño, sean amor a nuestros semejantes, iremos implantando el reino de Dios… Todo primogénito sea consagrado al Señor, toda persona sea consagrada al Señor, toda familia sea consagración del Señor, toda comunidad consagrada al Señor para que así, como decía aquel anciano que se convirtió en profeta: “Señor, yo te bendigo, yo te adoro porque me has dado la paz, porque has cumplido tu promesa, porque mis ojos han visto a tu Salvador”. Yo le suplico a nuestro Señor que en cada religioso, en cada religiosa nuestros hermanos, nuestro pueblo vea al Salvador, vea al que preparó para bien, vea al que es luz, al que es gloria de su pueblo Israel”.