Íñigo López de Recalde fue su nombre real. Nacido en España en 1941, siguiendo la tradición familiar se dedicó a las armas hasta que en 1921, durante una batalla resulta gravemente herido y comienza su conversión, pues durante su convalecencia llega a sus manos literatura religiosa, especialmente sobre la vida de Cristo y de los santos a quién decidió imitarles, decía: “Si esos hombres estaban hechos del mismo barro que yo, bien yo puedo hacer lo que ellos hicieron»; esto lo acercó a la vocación sacerdotal. Después de realizar un viaje de peregrinación al santuario de la Virgen de Monserrat y a los Santos Lugares, decidió consagrarse en la fe católica; fue ordenado sacerdote en 1537 haciendo votos de pobreza y apostolado, y después de haber realizado estudios de teología, latín, lógica, física y literatura.
Fundador de la orden religiosa “Compañía de Jesús” con una organización estructural similar a la militar, popularmente conocida como los Jesuitas, de la que se convirtió en el Primer General; elaboró el método ascético de “Ejercicios Espirituales” que consiste en una serie de oraciones, meditaciones y ejercicios mentales diseñados para ser realizados en un periodo de 28 a 30 días, con la intención de aumentar la experiencia personal de la fe católica y de la relación del hombre con Dios; fueron sus principales obras.
Varón de penitencia e intensa oración, su principal apostolado fue la enseñanza y el cuidado de enfermos, con una fuerte presencia en la educación de la juventud, misión evangelizadora y el debate intelectual al servicio de la propagación de la fe católica sobre todo por las predicaciones de Lutero que había iniciado en Europa la Reforma Protestante, los jesuitas se convirtieron en los más sabios adversarios de los protestantes. La Iglesia católica le recuerda el 31 de julio, día de su muerte acaecida en 1556.
Importante modelo de virtudes, que le valió la santidad, quién después de haber llevado una vida disipada se convierte en un gran defensor de la fe católica, renunciando a todos sus privilegios de noble predicaba y evangelizaba a todo el que podía, y a pesar de haber sufrido persecución, hasta el final de su vida contribuyó a extender el reino de Cristo y a hacer amar más a Dios.
Nos dejó el ejemplo de vida de un hombre que sigue a Nuestro Señor Jesucristo y vive en función de Él. Su vida nos enseña a ser fuertes ante los problemas de la vida, a saber desprendernos de las riquezas, a amar a Dios sobre todas las cosas, a saber transmitir a los demás el entusiasmo por seguir a Cristo, a vivir la virtud de la caridad ya que él siempre se preocupaba por los demás, a perseverar en nuestro amor a Dios, a ser siempre fieles y obedientes al Papa, representante de Cristo en la Tierra.