Es un hecho que la pandemia por COVID–19 ha impactado en todos los rincones del mundo, y en todos los sectores de la sociedad, y la Iglesia no ha sido la excepción. En México los templos se cerraron al culto público a finales de marzo de 2020, por recomendación de las autoridades sanitarias, desde entonces, la comunidad vive su fe a través de transmisiones en los medios de comunicación y las redes sociales.

Ahora se nos convoca a vivir en una “nueva normalidad”, y vivimos el regreso a las actividades guiados por un semáforo epidemiológico, el cual en el estado de México desde el mes de julio se encuentra en color naranja; ello ha permitido que la Diócesis de Texcoco reabra los templos con un 25% de asistencia de fieles. La reapertura se ha realizado de forma gradual, es decir, los sacerdotes comenzaron a celebrar solo una misa dominical, y en la medida en que los fieles van respondiendo al llamado se ha ido incrementando el número de celebraciones, pocos son quienes realizan misas en sus capillas, pues los fieles tienen hambre de Dios pero siguen cuidándose y reservando su asistencia a los templos; quienes asisten responden favorablemente a los protocolos de higiene implementados. 

Los sacerdotes han buscado la manera de mantener viva la fe en las comunidades y de hacer presente a Cristo en los hogares, y en esta nueva normalidad, muchos ha tenido que recurrir al uso de la tecnología –nueva para algunos– se capacitan con el objetivo de estar en contacto con sus fieles y comparten contenidos a través de videoconferencias o de redes sociales: realizan platicas pre sacramentales, retiros para primeras comuniones y confirmaciones, programan primeras comuniones por secciones; reuniones de presbiterio, de grupos pastorales o parroquiales, algunos más atienden a las pequeñas comunidades con formación acerca del magisterio de la Iglesia, todo en forma virtual o a distancia.

El regreso a los templos se está realizado de manera responsable, cuidando los protocolos de higiene y sanidad necesarios, aún las oficinas parroquiales -en la mayoría de los casos- solo abren algunos días de la semana en horario matutino.

Son tiempos de cambio para la Iglesia Diocesana, que aún afectada económicamente, no ha dejado de implementar programas de caridad. Con espíritu renovado, el regreso de los fieles a los templos en la Diócesis de Texcoco se percibe esperanzador, alegre y responsable.