Reflexión sobre la dolorosa situación que atraviesa la Compañía de Jesús y nuestra Iglesia en México, ante la muerte de los dos sacerdotes jesuitas en Chihuahua.
Texcoco de Gante, 24 de junio de 2022, Solemnidad del Sdo. Corazón de Jesús.
A los Sres. Sacerdotes, Religiosos (as), y Fieles laicos de la Diócesis de Texcoco:
Con profundo dolor, pero iluminado por la alegría de Cristo Resucitado, me dirijo a Uds. para compartir un momento de reflexión ante la muerte de nuestros hermanos presbíteros Javier Campos y Joaquín Mora s.j., en el pueblo de Cerocahui, en la Sierra Tarahumara, Chihuahua, el lunes próximo pasado.
San Ignacio de Antioquía cuando era conducido a su martirio escribía a sus discípulos: «No intercedan por mí ante mis verdugos para que al morir pueda convertirme en Palabra de Dios, de otra manera, mi vida será simplemente palabra humana», hoy estas palabras adquieren una tremenda actualidad: por medio de la muerte de estos hermanos presbíteros, ellos se han convertido en Palabra de Dios que nos interpela, palabra que con su luz vence nuestras tinieblas, palabra de esperanza que vence todas nuestras angustias, palabra de amor que vence nuestros odios y violencias.
Hoy su muerte nos habla de Pascua, «injertados con Cristo en su muerte, participamos de su Resurrección» (Rom. 6, 5), esta Pascua comenzó para ellos y para nosotros el día de nuestro Bautismo, su vida y la nuestra es ese largo caminar animados por la esperanza de «Cielos nuevos y tierra nueva», ellos han triunfado, pues han amado, han perdido la vida pero la han encontrado. (Cfr. Lc. 9, 24).
Tertuliano, un Padre de la Iglesia del Siglo II nos decía: «La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos», convencido de la certeza de estas palabras, espero una nueva primavera para nuestra Amada Iglesia: «Nada ni nadie podrá apartarnos del amor de Cristo» (Rom. 8, 39).
Con afecto de padre y pastor
+Juan Manuel Mancilla Sánchez
Obispo de Texcoco