19 de septiembre (19-S), con “S” de solidaridad. Fue la fecha del terremoto que afectó el centro de nuestra República Mexicana, en coincidencia con la conmemoración del sismo de 1985, y que nos dio la oportunidad de constatar la fuerza solidaria de los mexicanos, quienes de manera inmediata se concentraron en los edificios dañados para intentar mover las estructuras caídas y salvar vidas humanas.
Para todo ciudadano hubo alguna tarea, desde los que se esforzaron para ser tomados en cuenta en el rescate delas víctimas, remover escombros, apoyar la organización de las miles de almas ahí concentradas, animaban, oraban, llevaban alimentos, agua, un abrazo de consuelo, un gesto de amor. Fuimos testigos de una sociedad conmovida y que tuvo compasión por el hermano necesitado.
El trabajo voluntario, en conjunto a las fuerzas de seguridad como la marina, el ejército, la policía, protección civil, rescatistas, paramédicos, bomberos, enfermeros, etc., nos indica en que nuestra esperanza por un México mejor, más unido, armónico y solidario, sí es posible. La fuerza de la naturaleza ha permitido poner a prueba la fuerza del bien de millones de mexicanos. Quienes con sus acciones han dado un mensaje muy fuerte a los sectores políticos y económicos, que es solo cuestión de decisión del cambio social que pedimos, queremos y esperamos en México.
El desarrollo para nuestros pueblos tiene que provenir de la paz y esta de la solidaridad, que es cooperación, ayuda mutua, desprendimiento, servicio y bien común, en esto consiste eliminar la pobreza, proteger el planeta y garantizar la prosperidad de todos los mexicanos.
Dios está presente en nuestra Historio, en nuestro Presente. Para quienes aceptamos la voluntad de Paternidad Misericordiosa, sabemos de la fuerza de la fe, en su Hijo Jesucristo, y si por Él y en Él trabajamos y nos unimos a su proyecto de Vida y Salvación, la paz y la solidaridad, como signos de su Reino, están garantizadas.