Padre Santo, Tú quisiste que tu Hijo se encarnara en el seno de Santa María Virgen y que ella misma, junto con los apóstoles, encarnara la Iglesia en favor de todo el mundo; ella misma, por tu designio amoroso, estará presente en la instauración final de tu cielo que nos has de regalar por la acción de tu Espíritu, en tu Hijo único Jesucristo.

En esta hora de la Iglesia diocesana, que se reúne en asamblea, te pedimos que derrames tu gracia sobre nuestros corazones y nuestras conciencias, para fomentar la comunión y fortalecer la misión.

Reconocemos que este gran patrimonio de salvación se nos comenzó a entregar desde los albores de la       evangelización, incluyéndonos como protagonistas iniciales de esta hermosa aventura.

Por eso hoy, Señor Jesús, Maestro y Pastor, en tu nombre queremos echar las redes.

Que unidos entre nosotros y firmemente arraigados en tu amor, podamos asumir los desafíos del tiempo presente y, con renovado entusiasmo, nos dispongamos para el anuncio.

Amén.