Con solemne celebración Eucarística a las 16:00 horas del 15 de mayo 2016, la comunidad del Espíritu Santo de la Cuasiparroquia de “El Señor de la Misericordia” festejó su fiesta patronal.

La Iglesia hoy celebra la solemnidad de Pentecostés, palabra griega que significa “cincuenta días después”. Con esta celebración se hace presente el día glorioso para los apóstoles, iluminados y fortalecidos con la presencia, sobre ellos y en ellos, del Espíritu Santo.

En su homilía el padre Jesús Zandor, párroco de la comunidad, exhortó a los fieles a vivir “Esta solemnidad, recordar y revivir la efusión del Espíritu Santo sobre los Apóstoles reunidos en oración con la Virgen María en el Cenáculo. Jesús, resucitado y ascendido al cielo, envió a su Espíritu a la Iglesia para que cada cristiano pueda participar en su misma vida divina y convertirse en su testimonio válido en el mundo. El Espíritu Santo, irrumpiendo en la historia, vence a la aridez, abre los corazones a la esperanza, estimula y fomenta en nosotros una madurez interior en nuestra relación con Dios y con el prójimo”.  

“El Espíritu Santo viene a movernos, a sacudirnos para salir a participar con la Iglesia, para caminar con ella y hacer que el pueblo siga ese sendero y que hable una sola lengua universal basada en el Amor, respeto, la sonrisa, el lenguaje del servicio de la caridad”.

Hoy el Espíritu de Dios llena el universo, santifica a la Iglesia, difunde sus dones, llena los corazones del fuego del Amor y mueve hacia el conocimiento pleno de la verdad.

¿Qué significa celebrar Pentecostés?

Significa tomar conciencia de nuestra ciudadanía celeste, reconocer el valor de lo espiritual sin evasiones, profundizar en la vivencia pascual, descubrir el pluralismo en la unidad y alcanzar la convergencia en la fe. Pentecostés es la fiesta del aire nuevo, del viento impetuoso que viene de arriba para barrer, purificar y oxigenar nuestras estancias contaminadas y mortecinas. Pentecostés es día de fuego, de transmisión de calorías de fe y esperanza a nuestros corazones ateridos. Pentecostés es tiempo de comunicación con palabras auténticas de amor y de perdón, que superan el frío lenguaje institucionalizado.

La Iglesia comienza a andar en Pentecostés, que es día de catolicidad y por lo tanto de expansión misionera. Por la acción santificadora del Espíritu, la Iglesia es en el mundo la anti-Babel, pues en ella las diversas lenguas encuentran su unidad en la confesión del nombre del Señor.

Los hombres de este siglo XXI necesitamos la presencia del Espíritu Santo en las mentes y en las voluntades de los gobernantes, para hacerlos sabios, honestos e intrépidos en su labor de conducir pueblos y naciones; los maestros, los científicos, los artistas, los padres, todos necesitan en sus vidas la luz y la fuerza del Espíritu Santo y ésta se alcanza por medio de la oración. Cada hombre es un proyecto inacabado y su destino no es temporal, sino eterno y todos los bienes materiales -en distintas maneras, medidas y formas- llegará el momento de dejarlos, sorpresivo y doloroso para los incautos. Este tiempo es un siglo sediento. Urge, con ansias de vida, la lluvia celeste, cuando el Espíritu Santo riegue con sus dones las vidas de los hombres, creados para la eterna felicidad.

Al terminar la misa se agradeció a todos los feligreses por su cooperación y apoyo, a los coros de las comunidades de Virgen de Juquila y Cristo Rey por su participación.