La “Iglesia de Cristo” durante toda su existencia ha tenido que enfrentar adversidades de distinta índole. La Iglesia ha contado con hombres y mujeres fieles a Cristo que no se han amedrentado y fuertes en su Fe han sido congruentes con su ser de Bautizados.
Las historias de vida son innumerables, y no terminaríamos de narrar cada una de ellas, muchas reconocidas públicamente, otras han quedado en el anonimato, pero todas ellas han sido fuente de inspiración para los cristianos de distintas épocas y momentos históricos.
En nuestra Patria también se han tenido que sortear diferentes dificultades y adversidades en el ámbito de la vivencia de la Fe e igual hemos contado con testigos valerosos que estuvieron dispuestos, incluso, a dar la vida por Cristo y por la Iglesia.
Cada momento histórico ha tenido sus propios obstáculos. La humanidad entera está viviendo ahora una situación tan compleja en el ámbito de la salud, que se extiende y afecta todas las áreas de la vida humana. No hay aspecto que no resulte afectado por la Pandemia.
El ámbito religioso no es excepción, como católicos hemos visto trastocada nuestra forma de vivir la Fe, la forma de encontrarnos y reunirnos como comunidad creyente incluso en muchos casos hemos sido sometidos a limitar nuestras expresiones religiosas, ante ello debemos preguntarnos ¿Cómo podemos ser fieles al mandato de Cristo y a la enseñanza de Pablo, en este tiempos?
La situación sanitaria nos exige distanciamiento social, hecho que quizá pueda derivar en una apatía pastoral, en una indiferencia religiosa, en un ensimismamiento que nos haga perder el sentido y valor del otro de manera individual y grupal.
Verdaderamente nos encontramos ante la oportunidad de refrendar nuestro ser Cristiano, nuestro ser de Bautizados, de “proclamar la Palabra a tiempo y a destiempo”, todos estamos frente a esta oportunidad, consagrados y laicos.
Los recursos metodológicos y electrónicos, con los que contamos ahora, no pueden ser desaprovechados, no pueden ser excluidos de la reformulación de nuestros planes y proyectos pastorales. El tiempo que nos toca vivir en este 2020, nos obliga a hacer un replanteamiento de nuestros métodos y estrategias pastorales, no debemos sentirnos atados o impedidos para cumplir la misión de anunciar el Evangelio, son tiempos nuevos, son realidades extraordinarias para lo cual nadie fue preparado, sin embargo gracias al compromiso de muchos con el Evangelio hemos visto cómo han surgido una gran cantidad de iniciativas pastorales que adecuándose al momento presente, han logrado fidelidad al mandato del anuncio. No son pocas las experiencias, todas ellas han podido llegar a miles de cristianos, a millones de personas.
Tenemos que reconocer la labor de tantos hermanos entregados al anuncio del Evangelio. Tantos padres de familia que han seguido transmitiendo la Fe a sus hijos. Miles de enfermos, personas de la tercera edad, familias completas, jóvenes y niños que han mantenido encendida la llama de la Fe y a través de redes sociales, plataformas digitales, radio y televisión han seguido la transmisión de la Santa Misa, de diversos momentos de oración y de catequesis.
Todo eso que hemos experimentado como católicos en tan solo unos meses debe de llevarnos a renovar nuestro compromiso como anunciadores del Evangelio, a no achicarnos, a no intimidarnos, a no espantarnos. Debemos tomar nuevos bríos impulsados por el Espíritu Santo y por un amor profundo a la Iglesia. Debemos encontrar nuevas formas para seguir edificando la comunidad Cristiana y que nuestros encuentros aunque no puedan ser presenciales, estén centrados en la palabra de Dios que es la que edifica a la comunidad y es la que le da sustento a nuestro ser cristiano, no debemos de considerar como limitante el distanciamiento social, si bien estamos acostumbrados a una cercanía física, ella no es el fundamento de nuestra misión, la cercanía debe concretarse ahora de una nueva manera.
Por eso es momento de que todos valoremos este tiempo como un verdadero Kairos, un momento Epifánico de la presencia del Señor, en medio de nosotros, de la enfermedad y la muerte, de la dificultad y la necesidad y no claudiquemos en el anuncio del Evangelio.
Que nuestra Madre Santísima nos acompañe en esta misión.