Con el favor de Dios estamos celebrando nuevamente el inicio de la Santa Cuaresma. La Cuaresma se abre con un día muy importante como es el Miércoles de Ceniza, es el momento en que la Iglesia recoge el camino espiritual de Cristo en su parte más modesta; el camino de la conversión, el camino del arrepentimiento, el camino de la humildad, el camino de la pequeñez, en lo primero que piensa. Esta vida maravillosa que Dios nos ha regalado, que Dios a súper engrandecido en Cristo comenzó con el polvo de la tierra: Dios tomó polvo de la tierra para crear el cuerpo, el ser del hombre depositando ahí el aliento supremo de vida, el Miércoles de Ceniza nos pone en esa capacidad, en esa experiencia de haber nacido de la nada, de haber nacido de lo más frágil, de lo menos valioso a primera vista -como es el polvo- incluso en ocasiones se considera despreciable, se considera estorbo desagradable.
Nuestro padre Abraham en los inicios de su experiencia de seguimiento a Dios en la Fe, llegó a exclamar: “yo no soy más que polvo y ceniza” (Génesis 18,27). Podemos decir que nuestro padre en la Fe, nuestro padre Abraham nos enseñaba con esto que la mejor postura, la mejor actitud del camino de la Fe es la humildad sentirnos pequeños sentirnos frágiles, sentirnos incluso despreciables, necesitados a cada paso de la gracia de Dios; Cuaresma es sentirnos a cada hora necesitados de Jesús, necesitados de su Palabra, necesitados de sus enseñanzas, de sus discípulos, de sus apóstoles, de sus sacramentos, de su madre, de su Espíritu, de su Padre, de la Iglesia.
La Cuaresma es la oportunidad de ir recogiendo, como nos lo marca el Miércoles de Ceniza, recoger perfectamente todos los apoyos para un buen camino, para un buen itinerario. Estemos atentos a las Sagradas Escrituras del Miércoles de Ceniza, donde se nos pide de esta actitud humilde salgamos en una forma gozosa y correcta al servicio de Dios a través de la oración personal, de la oración no espectacular sino privada y servir a nuestros hermanos a través de la limosna, de la solidaridad, a través de las obras de misericordia, de caridad, y luego también llevar el manejo propio de nuestro cuerpo con disciplina, gran modestia, sin andar haciendo ostentaciones sino por el contrario con bastante recogimiento.
+Juan Manuel Mancilla Sánchez
Obispo de Texcoco.