A propósito del Sínodo de los Obispos sobre la Juventud y de otras evidencias de movilización social, se sigue mostrando a la sociedad que los jóvenes son el sector humano que corre los riesgos por los cambios que hagan entender que no es posible sostener más los modelos establecidos en materia política, económica, educativa y laboral, y que no hacen más que confundir, limitar y destruir el sentido más alto de persona humana, en un siglo nuevo que supondría mayor unión, cooperación y solidaridad de todos los pueblos del mundo. Son muchísimos jóvenes los que aún resisten las inercias y ven con esperanza el obtener para ellos y los que vienen detrás, un mañana donde existan mejores condiciones para experimentar la felicidad querida por Dios.
Los jóvenes buscan a Dios, y hoy por hoy ofrecen, de manera creativa y novedosa, sus propias alternativas para esta aproximación con quien quieren ver, escuchar y sentir como Padre amoroso, y entregar todo esfuerzo, porque saben que con Él nada se pierde, siempre se gana, y en Él todo es valioso, auténtico y que vale la pena.
En el más reciente encuentro del Papa Francisco y los padres sinodales, el pasado 6 de octubre, con jóvenes reunidos en el aula Pablo VI del Vaticano, les dijo: “A vosotros jóvenes, que habéis hablado, que habéis dado vuestro testimonio, que habéis recorrido un camino, os digo: Esta es la primera respuesta. Haced vuestro camino. Sed jóvenes en camino, mirando al horizonte, no al espejo. Siempre mirando hacia adelante, en camino, y no sentados en el sofá. Tantas veces tengo que decir esto: un joven, un chico, una chica, que está en el sofá, termina jubilándose a los 24 años: ¡es feo, esto! Y luego, lo habéis dicho bien: lo que hace que me encuentre conmigo mismo no es el espejo, el mirar como soy. Encontrarme es hacer, ir en busca del bien, de la verdad, de la belleza. Allí me encontraré.”
Fue el propio Papa quien ofreció a Jesús, al Hijo de Dios, como referencia coherente de vida: “También está el problema de las desigualdades. Se pierde el significado verdadero del poder, -esto vale para la pregunta sobre la política- se pierde lo que Jesús nos dijo, que el poder es servicio: el verdadero poder es servir. De lo contrario, es egoísmo, es rebajar al otro, no dejar que crezca, es dominando, haciendo esclavos, no personas maduras. El poder es hacer que las personas crezcan, para convertirse en servidores de la gente. Este es el principio: tanto para la política como para la coherencia de vuestras preguntas”, y con contundencia les externó: “Os diré algo. Por favor, vosotros, jóvenes, chicos y chicas, ¡no tenéis precio! ¡No sois piezas de subasta! Por favor, no os dejéis comprar, no os dejéis seducir, no os dejéis esclavizar por las colonizaciones ideológicas que nos meten ideas en la cabeza y al final nos volvemos esclavos, dependientes, fracasados en la vida. Vosotros no tenéis precio: debéis repetíroslo siempre: no estoy en una subasta, no tengo precio. ¡Soy libre, soy libre! Enamoraos de esta libertad, que es la que ofrece Jesús.”