LECTIO DIVINA

30 de abril de 2023

“En la Diócesis de Texcoco, nos reconocemos, valoramos y aceptamos como personas para ser casa y escuela de comunión”

IV Domingo de Pascua

“Jesús Buen Pastor”

Jn 10, 1-10

1. ORACIÓN INICIAL

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

2. LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN san Juan 10, 1-10

a) Clave de lectura:

El evangelio de este domingo nos pone delante la figura tan familiar del Buen Pastor. Hablando de las ovejas del redil de Dios, Jesús usa diversas imágenes para describir la conducta de aquéllos que se ocupan del rebaño. El texto de la liturgia se extiende desde el versículo 1 al 10.

En el comentario añadimos a continuación los versículos del 11 al 18, porque contienen la imagen del “Buen Pastor” que ayuda a entender mejor el sentido de los versículos del 1 al 10.

Durante su lectura, trata de poner atención a las diversas imágenes o semejanzas que usa Jesús para presentarse a nosotros como el verdadero Pastor.

b) Una división del texto para ayudarnos en la lectura:

El texto contiene tres semejanzas ligadas entre sí:

Juan 10,1-5: La semejanza entre el salteador y el pastor Juan 10,6-10: La semejanza de la puerta de las ovejas Juan 10,11-18: La semejanza del buen pastor

c) El Texto:

Del Santo Evangelio según San Juan

1 «En verdad, en verdad les digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador; 2 pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. 3 A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. 4 Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. 5 Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.» 6 Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba. 7 Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad, en verdad les digo: yo soy la puerta de las ovejas. 8 Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. 9 Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. 10 El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia. 11 Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. 12 Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, 13 porque es asalariado y no le importan nada las ovejas. 14 Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, 15 como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas. 16 También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor. 17 Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. 18 Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre.»

Palabra del Señor.  Gloria a ti, Señor Jesús.

3. UN MOMENTO DE SILENCIO ORANTE

Para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

4. CLAVE DE LECTURA. Para aquéllos que desean profundizar en el tema.

El contexto en el que fue escrito el Evangelio de Juan:

He aquí otro ejemplo de cómo fue escrito y confeccionado el evangelio de Juan. Las palabras de Jesús sobre el Pastor (Jn 10,1-18) son como un ladrillo colocado en una pared casi terminada.

Inmediatamente antes, en Juan 9,40-41, Jesús hablaba de la ceguera de los fariseos.

Inmediatamente después, en Juan 10,19-21, vemos la conclusión de la discusión sobre la ceguera. Y así, las palabras sobre el Buen Pastor nos enseñan cómo hacer para quitar de los ojos la ceguera. Con este ladrillo la pared queda más fuerte y bella.

Juan 10,1-5: La semejanza entre el salteador y el pastor

Jesús comienza su discurso con la semejanza de la puerta: “En verdad, en verdad les digo: quien no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, es un ladrón y un salteador. Pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas”. Para entender esta semejanza, debemos recordar cuanto sigue. En aquel tiempo, los pastores se ocupaban del rebaño durante el día. Cuando llegaba la noche, llevaban las ovejas a un gran redil o recinto comunitario, bien protegido contra salteadores y lobos. Todos los pastores de una misma región llevaban allí sus rebaños. Había un guardián que se ocupaba del redil toda la noche. Por la mañana venía el pastor, tocaba las palmas de las manos sobre la puerta y el guardián abría. El pastor se acercaba y llamaba a sus ovejas por su nombre. Las ovejas reconocían la voz del pastor, se levantaban y salían detrás de él a pastar. Las ovejas de los otros pastores oían la voz, pero se quedaban dónde estaban, porque para ellas no era conocida la voz. Todos los días había peligros de asaltos. Los ladrones entraban por una hendidura, quitando las piedras del muro que rodeaba, para robar las ovejas. No entraban por la puerta, porque allí estaba el guardián vigilando.

Juan 10, 6-10: La semejanza de la puerta de las ovejas Aquéllos que escuchaban, los fariseos, (Jn 9,40-41), no entendían lo que significaba “entrar por la puerta”. Entonces Jesús lo explica: “¡Yo soy la puerta!” Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores”. ¿De quién está hablando Jesús con esta frase tan dura?

Probablemente, por su manera de hablar de los salteadores, se refería a los jefes religiosos que arrastraban a la gente detrás de ellos, pero no respondían a las esperanzas de la gente. No estaban interesados en el bien del pueblo, sino más bien en su propio dinero y en sus intereses.

Engañaban a la gente y la abandonaban a su suerte. El criterio fundamental para discernir entre el pastor y el salteador es la defensa de la vida de las ovejas. Jesús dice: “¡Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia!” Entrar por la puerta significa imitar la conducta de Jesús en defensa de la vida de las ovejas. Jesús pide a la gente tomar la iniciativa de no seguir a quien se presenta como si fuese pastor, pero que no está interesado en la vida de la gente.

Juan 10,11-15: La semejanza del Buen Pastor Jesús cambia la semejanza. Antes Él era la puerta, ahora es el pastor. Todos sabían cómo era un pastor y cómo vivía y trabajaba. Pero Jesús no es un pastor cualquiera, es ¡el buen pastor!

La imagen del buen pastor viene del Antiguo Testamento.

Diciendo que es el Buen Pastor, Jesús se presenta como aquél que viene a cumplir las promesas de los profetas y las esperanzas del pueblo.

Hay dos puntos en los que insiste:

(a) En la defensa de la vida de las ovejas: el buen pastor da su vida.

(b) En el mutuo entendimiento entre el pastor y las ovejas: El Pastor conoce a sus ovejas y ellas conocen al pastor.

Y el falso pastor, que quiere vencer su ceguera, debe confrontar su propia opinión con la opinión de la gente. Esto era lo que no hacían los fariseos. Ellos despreciaban a las ovejas y las llamaban gente maldita e ignorante (Jn 7,49; 9,34). Al contrario, Jesús dice que la gente tiene una percepción infalible para saber quién es el buen pastor, porque reconoce la voz del pastor (Jn 10,4). “Ellas me conocen” (Jn 10,14). Los fariseos pensaban que poseían la certeza en discernir las cosas de Dios. Pero en realidad eran ciegos.

El discurso sobre el Buen Pastor encierra dos importantes reglas para quitar la ceguera farisaica de nuestros ojos:

(a) Los pastores están muy atentos a la reacción de las ovejas, porque reconocen la voz del pastor.

(b) Las ovejas deben prestar mucha atención a la conducta de aquéllos que se dicen pastores para verificar si verdaderamente les interesa la vida de las ovejas, sí o no, o si son capaces de dar la vida por las ovejas. ¿Y los pastores de hoy?

Juan 10,16-18: La meta a la que Jesús quiere llegar: un solo rebaño y un solo pastor.

Jesús abre el horizonte y dice que tiene otras ovejas que no son de este redil. Y ellas no oyen la voz de Jesús, pero cuando la oigan, se darán cuenta que Él es el pastor y lo seguirán. Aquí aparece el comportamiento ecuménico de las comunidades del “Discípulo Amado”.

4. Salmo 23 (22)

Yahvé es mi pastor

Yahvé es mi pastor, nada me falta.

En verdes pastos me hace reposar.

Me conduce a fuentes tranquilas, allí reparo mis fuerzas.

Me guía por cañadas seguras haciendo honor a su nombre.

Aunque fuese por valle tenebroso, ningún mal temería, pues tú vienes conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas ante mí una mesa, a la vista de mis enemigos; perfumas mi cabeza, mi copa rebosa.

Bondad y amor me acompañarán todos los días de mi vida, y habitaré en la casa de Yahvé un sinfín de días.

5. Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no solo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén