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LECTIO DIVINA
Para el martes 18 de octubre de 2017
¨En la Diócesis de Texcoco, nos reconocemos, valoramos y aceptamos como personas para ser casa y escuela de comunión¨
ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Padre de bondad, Tú que nos diste a tu Hijo para redimirnos del pecado, te pedimos que nos envíes el don de tu Espíritu Santo para que nos ayude ser verdaderos misioneros en nuestra Diócesis, y así podamos llegar a los más alejados de nuestras parroquias, te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
1.- LECTURA DEL TEXTO BÍBLICO (Lc 10, 1-9)
¿Qué dice el texto?
En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo: «La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: ‘Que la paz reine en esta casa’. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios'». Palabra del Señor.
Pistas de reflexión
Contexto bíblico
Los paralelos entre esta sección de san Lucas, empezando por el envío de los setenta y dos y Dt. 1, 26. En ambos, encontramos la frase “ante su rostro” (Dt 1. 21; Lc 10, 1). Moisés mandó a doce hombres por delante para explorar el terreno, igual que Jesús acaba de mandar a los doce (Dt 1, 22-23; Lc 9, 1-6). Setenta ancianos acompañaron a Moisés a la montaña donde el Espíritu descansó sobre ellos y donde profesaron. Jesús manda a los setenta y dos para ofrecer paz y para proclamar que el reino de Dios se ha acercado (Ex 24, 1, 9; Núm 11, 24-25; Lc 10, 1, 5, 9). En Deuteronomio, los elegidos eran aquéllos que obedecían la ley (aunque en ese libro no se utiliza la palabra “elegido”). Deuteronomio prometía bendiciones sobre los fieles, y los israelitas interpretaban “bendiciones” de una manera materialista, salud y riqueza.
Texto bíblico
A) La cosecha es mucha y los trabajadores pocos
En Lc 9, 1-6, Jesús mandó a los doce para cumplir una misión semejante; ahora envía los setenta y dos. Este mayor número de participantes no solo extiende el alcance de la misión, sino que también aumenta la urgencia de la cosecha.
“Y después de estas cosas, designó el Señor aun otros setenta y dos” (v. 1). Hay manuscritos que dicen setenta y otros que dicen setenta y dos. No podemos determinar con autoridad cuál es el número correcto.
Seguramente, el número se refiere a Génesis 10, donde aparece una lista de naciones gentiles que descienden de Noé. En hebreo se mencionan setenta naciones, mientras que en la versión griega Septuaginta aparecen setenta y dos. En el Evangelio de san Lucas, por lo tanto, la mención de los setenta y dos se refiere al ministerio hacia los gentiles, que será importante en la secuencia de Lucas, los Hechos de los Apóstoles. Por el momento, sin embargo, Jesús manda a los setenta y dos, solo entre judíos y samaritanos. Hay una segunda referencia al Antiguo Testamento en Núm. 11, 16-25 en que Moisés eligió a setenta ancianos para ayudarle con su obra.
La frase “otros setenta” (v. 1) parece decir que los doce no son parte de esta misión. Sin embargo, más adelante, dirigiéndose a los doce, Jesús dirá, “Cuando los envié sin bolsa, y sin alforja, y sin zapatos, ¿les faltó algo?” (22, 35). Las tres cosas: bolsa, alforja, y zapatos, corresponde a cosas mencionadas en la llamada de los setenta (10, 4), en lugar de las ya mencionadas en la llamada de los doce (9, 3). Esto presenta algo de incertidumbre. Seguramente los doce no son parte de los setenta, pero no lo sabemos con seguridad.
“Envió… delante de sí (griego: πρὸ προσώπου αὐτοῦ, ante su rostro)” (v. 1). También encontramos esta frase, “ante su rostro,” en 7, 27 y 9, 52. 7, 27 habla de enviar a Juan el Bautista, cuya muerte san Lucas ha mencionado recientemente (9, 9). “A los discípulos ahora se les ha concedido el papel de ir ante Jesús y prepararle el camino, como lo había hecho Juan”. “De dos en dos” (v. 1). Dt. 19, 15 requiere el testimonio de dos testigos, y lo más probable es que ésa sea la razón por la que Jesús les manda de dos en dos. Sin embargo, ir de dos en dos también da fuerza a su resolución. Una persona sola se desanima rápidamente; en cambio, una persona con compañeros está más apta para perseverar.
“La cosecha es mucha y los trabajadores pocos” (v. 2). En un mundo donde pocas personas trabajan en agricultura, se nos ha olvidado la importancia de la cosecha. La mayoría de los frutos de la siega no se pueden recoger demasiado pronto ni demasiado tarde sin sufrir una pérdida significante. El agricultor trabaja todo el año para preparar la cosecha, la cual se debe llevar a cabo solo cuando esté lista. No hacerlo puede ser catastrófico.
“Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envié trabajadores a sus campos” (v. 2). Dada la urgencia, esperamos que Jesús les diga a los setenta que vayan rápidamente para empezar la cosecha. Les mandará en v. 3 pero, primero, les manda pedir. La obra de los discípulos será efectiva solo si se apresta con oraciones. El Señor llama y da poder a quienes lo necesiten, y el poder del Señor es lo que hace posible el éxito. Una Iglesia que reza verá que el Señor provee lo que es necesario. Pero también Jesús advirtió que habría mala tierra, pero también prometió que buena tierra daría cien veces más (8, 4-15).
“Póngase en camino; yo los envió como corderos en medio de lobos” (v. 3). Hace poco que Jesús predijo su muerte y resurrección (9, 21-22, 44-45) y “afirmó su rostro para ir a Jerusalén” (9, 51), donde sufrirá y morirá. Fue rechazado en una aldea samaritana (9, 51-56). Les dijo a sus discípulos que ellos también llevarían una cruz y perderían sus vidas (9, 23-25). Ahora, les advierte que les manda como corderos indefensos en medio de lobos. En los otros tres Evangelios (Mt 18, 12; Mc 6, 4; Juan 10), Jesús habla del pastor que protege las ovejas. No hay mención de tal pastor en el Evangelio de Lucas.
“No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias” (v. 4). Jesús tendrá instrucciones parecidas al enviar a los doce (Lc 9, 3-5), pero la única cosa común en ambas listas es la bolsa. El mensaje es el mismo en ambos casos. Los discípulos han de confiar que Dios les proveerá sus necesidades, y no han de preocuparse por posesiones.
“No se detengan a saludar a nadie por el camino” (v. 4). Jesús no les dice a los discípulos que sean mal educados, sino que les dice que no se dejen distraer por cortesías sociales. La misión es urgente, y requiere su completa atención. El distraerse en estos casos puede ser fatal. La iglesia de hoy necesita oír esto. Cuando gente toma en serio la llamada a la oración y al servicio podemos ver los resultados. La gran misión es urgente solo que se necesitan agentes.
B) Que la paz reine en esta casa
Mientras que los setenta no han de distraerse por el camino con cortesías sociales (v. 4), sí han de observarlas una vez que lleguen a su destino.
La paz que se ofrece es más que un simple saludo. Un saludo típico judío, Shalom. Es un regalo substancial, la paz de Dios (Núm. 6, 26; Is. 26, 12; Lc 1, 79; 2, 14; Hech 10, 36; Rm. 5, 1), un regalo de salvación que bendice a todo el que la reciba y que regresa al que la da al ser rechazada. El castigo por rehusarla es, simplemente, la pérdida de la paz, los setenta y dos, no han de vengarse contra aquéllos que los rechazan (9, 5, 54-56).
Jesús pide a los setenta y dos, que ofrezcan la paz sin primero averiguar el valor del recipiente y sin adivinar si el recipiente la aceptará o rechazará. Uno no debe resentir el conceder la paz mesiánica: porque la paz no permanecerá donde no se aprecia. Pero en caso de que si permanezca, el mensajero, en efecto, se ha reproducido, tal como Elías hizo al final de su ministerio al pasar la obra a Eliseo (2 Re 2, 15).
C) Ya se acerca a ustedes el reino de Dios
Un discípulo aprovechado se sentiría tentado a ir de casa en casa buscando hospitalidad, siempre buscando mejor comida y alojamiento. Jesús manda a los setenta y dos, que dejen ese comportamiento aprovechado y que se fijen en el propósito por el que han venido. Ir de casa en casa no solo les robaría de fuerzas y tiempo, sino que también ofendería a aquéllos cuya hospitalidad han rechazado. Los setenta y dos han de estar al tanto de los sentimientos de otros, no vaya a ser que pierdan una oportunidad de ganárselos para Cristo.
“Porque el trabajador tiene derecho a su salario” (v. 7). Habitantes locales han de proveer hospitalidad para los setenta y dos, quienes son dignos de ella (Gal 6, 6; 1 Tim 5, 18). Discípulos pueden esperar que se provean sus necesidades, pero no deben esperar que se haga con lujo.
“Coman lo que les den” (v. 8). Por el momento, el caso solo se refiere a la calidad de la comida y si está autorizada por ley judía o no, los setenta y dos, se encontrarán trabajando entre judíos y samaritanos que observan leyes dietéticas. Años después, sin embargo, misionarios cristianos entrarán en barrios gentiles donde no se observan las leyes de la dieta judía. En este caso, han de hacer lo mismo, testimonio efectivo es más importante que las sensibilidades personales del discípulo (Hech 10; Rm 14, 13-23; 1 Cor 8).
“Curen a los enfermos que haya y díganles: “Ya se acerca el reino de los cielos” (v. 9). Sanar enfermos en un acto de compasión, pero también recuerda que el reino de Dios se ha acercado. Esta combinación de compasión y proclamación, obra y palabra, sirve de testimonio poderoso aún hoy. La persona hambrienta a quien se le da de comer, la persona sin hogar que es alojada, el enfermo sanado, el herido cuyas heridas son curadas, esta gente se encontrará atraída hacia la persona que les ha ayudado, y también a la fe de esa persona. Es importante que en el momento de servir dejemos saber a los que ayudamos que lo hacemos por nuestro amor a Jesús, quién primero nos amó a nosotros. De otra manera, no harán la conexión entre la ayuda que han recibido y el Cristo que nos motivó a dársela. En ese caso nuestro mayor propósito, que es la proclamación del reino de Dios, seria perdido.
2.- MEDITACIÓN ¿Qué me dice la Palabra de Dios?
- ¿Por qué todas estas actitudes recomendadas por Jesús son señal de la llegada del Reino de Dios? ¿Cómo realizar hoy aquello que Jesús pide: “No llevar bolsa”, “no anden de casa en casa”, “no saluden a nadie por el camino”, “anunciar el Reino”?
- Hospitalidad, compartir, comunión alrededor de la mesa, acogida a los excluidos: son los pilares que sostienen la vida comunitaria. ¿Cómo se realiza esto en mi comunidad? ¿Qué es para mí ser cristiano? En una entrevista en televisión, alguien respondió al reportero: “Soy cristiano, trato de vivir el Evangelio, pero no participo en la comunidad de la Iglesia”. El reportero comentó: “¡Así que usted se considera como un buen jugador de futbol, pero no forma parte de ningún equipo!” ¿Es mi caso?
3.- ORACIÓN:¿Qué le respondo al Señor? ¿Qué le decimos?
Cada uno libremente puede dirigir su oración al Señor de gracias y de perdón
4.- COMPROMISO: ¿A qué me comprometo, a qué nos comprometemos?
Personal:
Comunitario:
Y un canto final de acción de gracias.