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LECTIO DIVINA
COMISIÓN DIOCESANA DE ANIMACIÓN BÍBLICA
13 de julio de 2014
DOMINGO XV TIEMPO ORDINARIO
¨En la Diócesis de Texcoco, nos reconocemos, valoramos y aceptamos como personas para ser casa y escuela de comunión¨
ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Señor Tú que eres el Sembrador por excelencia, y nos invitar a ser sembradores para trabajar en tu Reino, te pedimos que nos envíes al Espíritu Santo para que nos ilumine y nos ayude a discernir tu palabra. Todo esto te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
1. LECTURA DEL TEXTO BÍBLICO (Mt 13, 1-23)
¿Qué dice el texto?
Un día salió Jesús de la casa donde se hospedaba y se sentó a la orilla del mar. Se reunió en torno suyo tanta gente, que Él se vio obligado a subir a una barca, donde se sentó, mientras la gente permanecía en la orilla. Entonces Jesús les habló de muchas cosas en parábolas y les dijo: «Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del camino; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenía poca tierra; ahí germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa; pero cuando subió el sol, los brotes se marchitaron, y como no tenían raíces, se secaron. Otros cayeron entre espinos, y cuando los espinos crecieron, sofocaron las plantitas.
Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga». Después se le acercaron sus discípulos y le preguntaron: «¿Por qué les hablas en parábolas?» Él les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los cielos, pero a ellos no. Al que tiene, se le dará más y nadará en la abundancia; pero al que tiene poco, aun eso poco se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden.
En ellos se cumple aquella profecía de Isaías que dice: Oirán una y otra vez y no entenderán; mirarán y volverán a mirar, pero no verán; porque este pueblo ha endurecido su corazón, ha cerrado sus ojos y tapado sus oídos, con el fin de no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni comprender con el corazón. Porque no quieren convertirse ni que yo los salve.
Pero, dichosos ustedes, porque sus ojos ven y sus oídos oyen. Yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron. Escuchen, pues, ustedes lo que significa la parábola del sembrador. A todo hombre que oye la palabra del Reino y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón. Esto es lo que significan los granos que cayeron a lo largo del camino. Lo sembrado sobre terreno pedregoso significa al que oye la palabra y la acepta inmediatamente con alegría; pero, como es inconstante, no la deja echar raíces, y apenas le viene una tribulación o una persecución por causa de la palabra, sucumbe. Lo sembrado entre los espinos representa a aquel que oye la palabra, pero las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas la sofocan y queda sin fruto. En cambio, lo sembrado en tierra buena representa a quienes oyen la palabra, la entienden y dan fruto: unos, el ciento por uno; otros, el sesenta; y otros, el treinta». Palabra del Señor.
Pistas de reflexión
Contexto bíblico
Sabemos que cada página del Evangelio se puede leer en una doble dimensión: la situación originaria del tiempo de Cristo y su actualización en tiempo de la Iglesia. Esto es así sobre todo para las parábolas. Por eso se han de tener presentes las dos dimensiones en nuestra lectura.
La enseñanza de la parábola del sembrador parece ser la situación más originaria: la de Cristo no se refiere ante todo a los oyentes de la palabra, sino a los sembradores, o sea, a los predicadores, el primero de los cuales es Cristo, y en pos de Él todos los demás, los cuales no pueden pretender ser más que el Maestro. Llama la atención sobre el trabajo del sembrador; trabajo abundante, sin medida, sin distinciones, que parece inútil por el momento, infructuoso y desperdiciado; sin embargo, dice Jesús llegarán los frutos en abundancia. Porque el fracaso no es más que aparente; en el Reino de Dios no existe trabajo inútil; nada se malgasta.
«Aunque a los ojos de los hombres gran parte de su trabajo parece inútil y vano, aunque los fracasos parezcan sumarse a los fracasos, Jesús está rebosante de alegría y de certeza; la hora de Dios llega y, con ella, una cosecha abundante superior a toda súplica e imaginación. De todas formas, éxito o fracaso, derroche o no derroche, el trabajo de la siembra no ha de ser calculado, cauto, precavido; sobre todo, no hay que escoger el terreno o echar las semillas en unos sí y en otros no. El sembrador arroja la simiente sin distinguir.
La actualización de la parábola. La tradición, ya conocida por san Marcos y recogida por san Mateo, no se contentó con transmitir la parábola, sino que le añadió una explicación o, mejor, una actualización, que transforma la parábola dirigida en su origen a los predicadores en una catequesis para convertidos.
Texto bíblico
A) El sentido de la parábola
En el Mar de Galilea toma un lugar muy importante en el ministerio de Jesús que debe ser evidente. Muchas gentes se reúnen en torno a Jesús y se sube en una barca, y se dirige a la gente y se sienta, la postura tradicional para un maestro.
La Parábola del sembrador es una de las más conocidas de Jesús. Generalmente, la siembra se esparcía con la mano mientras el sembrador caminaba por el campo. Los campos eran pequeños comparados con los de hoy, y sembrar era impreciso. Era natural que algunas semillas cayeran en zonas poco productivas. Caminos entrecortaban los campos, y la tierra quedaba empacada por el peso de tantos pies. Mucho del terreno consistía de una capa fina de tierra sobre una base de piedra. La piedra absorbía el calor del día, soltándolo por la noche. Esto causaba que la semilla brotara rápidamente (v. 5). Las periferias de los campos estaban infestadas de espinas, y semillas de malas hierbas eran sopladas al terreno recién arado, invisible al sembrador pero listas para brotar y ahogar a las buenas semillas.
Este sembrador sabe todo eso, pero siembra generosamente, esparciendo la semilla tan ampliamente como pueda, sin pensar en los riesgos, mucho como Dios esparce su don sobre la humanidad. Ésta es una historia de la grandeza de Dios. En algunos casos, el sembrador es martirizado. En algunos casos, el sembrador se pasa la vida en el campo de misión sin ver un resultado substancial. En algunos casos, el sembrador pasa horas preparando un sermón para solo diez o doce personas. Jesús nos asegura que no debemos pensar que nuestro esfuerzo es en vano. Cosas pasan que no podemos ver. No solo está la semilla funcionando bajo la superficie, sino que Dios también está funcionando. Dios nos traerá la cosecha, y será abundante. La parábola nos asegura que Dios trabaja bajo la superficie, creando crecimiento que se manifestará con el tiempo. No debemos desesperarnos si los resultados no son inmediatos.
La cosecha se extiende entre treinta y cien veces lo sembrado toda de buenas semillas plantadas en buen terreno. Si la cosecha es solo treinta veces más que lo sembrado no se puede culpar ni la semilla ni el terreno. Nuestra responsabilidad es plantar y regar; Dios es responsable por el crecimiento.
B) El significado de la palabra
Jesús dice, “Por eso les hablo por parábolas (griego: parabolais); porque ‘viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden’” (v. 13). Mateo usa la palabra griega, παραβολή. Detrás del griego de Mateo están las escrituras hebreas, donde la palabra mashal, משל, mientras que representa muchos tipos de lenguaje figurativo, también se usa para el habla enigmática. En Eze. 17:7 un mashal es como una adivinanza, diseñada para bromear con la mente en vez de comunicar una idea simple por medio de una ilustración.
Para comprender estos versículos, es útil recordar que Jesús ya ha tratado con rechazo los que se cierran a Dios. En versículos 14-15, cita a Isaías 6:9-10, donde el profeta habla de personas cuyos corazones se han apagado y cuyos ojos se han cerrado a la verdad de Dios y, claramente, Jesús quiere decir que lo mismo es verdad para los que le rechazan. Ven pero no miran y oyen pero no comprenden, y la razón es que no tienen ningún interés en mirar o comprender. Sus corazones se han cerrado a Jesús. Jesús, por lo tanto, hablará a los fieles en un lenguaje disfrazado por las parábolas manteniendo la luz de aquéllos.
C) Jesús explica la parábola
(v. 18). Jesús le da un título a esta parábola del sembrador.
“Oyendo cualquiera la palabra del reino, y no entendiéndola” (v. 19). Jesús identifica la semilla como “la palabra del reino.” Jesús usa palabras de una manera poderosa en su ministerio, y les pide a sus discípulos que hagan lo mismo. Como semillas, palabras parecen delicadas. Su poder está escondido. Sin embargo, igual que una semilla que brota puede rajar una piedra, también puede la palabra de Dios transformar vidas. “La Palabra de Dios puede cumplir esto, porque puede penetrar el corazón.
En la interpretación, la alegoría cambia. Hasta ahora, la parábola ha sido de cuatro tipos de tierra la receptividad de personas distintas a la semilla, que es “la palabra del reino.” Ahora, en vv. 18-23, la semilla es la gente que cae en los cuatro tipos de tierra.
“Oyendo cualquiera la palabra del reino, y no entendiéndola, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón; éste es el que fue sembrado junto al camino” (v. 19). Aunque la siembra está sembrada en el corazón, no consigue pegarse a nada. La persona no la comprende. Requiere apropiar la palabra a un nivel más profundo llevándola al corazón viviendo según la fe. Algún terreno se ha endurecido… Algunos oyentes están insensibles, endurecidos por la vida, sus desilusiones, las circunstancias que les rodean. No pueden oír, porque no se dejan oír.
“Y el que fue sembrado en terreno pedregoso” (v. 20). Alguna semilla se planta en pedregales roca cubierta por una capa fina de tierra. La siembra recibe calor de la roca debajo y brota rápidamente. Sin embargo, no puede desarrollar fuertes raíces en el terreno rocoso y, por lo tanto, pronto se marchita y muere. Jesús nos dice que éstas son las personas, al principio, responden a la palabra con alegría, pero después son los que corren cuando las cosas se ponen difíciles. Estábamos emocionados por ellos, porque ellos estaban emocionados. Celebramos en sus celebraciones, pero por seguro que nos decepcionamos por su desilusión. Una vez que descubren la realidad de ser discípulo, se van. Se complacen con la emoción pero les falta compromiso se complacen con su energía pero les falta lealtad son rápidos en tomar una decisión y rápidos en cambiarla. Su falta de permanencia les condena. Se marchitan y mueren.
“Y el que fue sembrado en espinas” (v. 22). La tercera siembra es sembrada en terreno espinoso (v. 22). No rinde nada, porque pronto se encuentra ahogado por “el afán de este siglo” (he merimna tou aionos – literalmente “la ansiedad del siglo”) y “el engaño de las riquezas” (he apate tou ploutou – literalmente “el engaño de las riquezas”). La fe nos alivia de la angustia y hace innecesario buscar riquezas, porque Jesús nos ha asegurado de la providencia de Dios, el sabe lo que necesitamos Dios se ocupará de nosotros. Jesús nos enseña como criar la fe, evitando a los que nos ahoguen.
“Más el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y el que lleva fruto: y lleva uno á ciento, y otro á sesenta, y otro á treinta” (v. 23). El punto final. Sí, perdemos mucho aliento en el camino y en el terreno pedregoso y en el terreno espinado. Sí, alguna de la siembra quizá la mayoría nunca rendirá cosecha. Sin embargo, eso no importa, porque aquéllos que oyen la palabra y la comprenden (la llevan a sus corazones viven por ella apuestan sus vidas sobre ella), producen una cosecha milagrosamente abundante.
“Los dos últimos verbos en la breve historia del terreno fructuoso son “rinde frutos y hace cosas’ (karpophorei kai poiei). La palabra traducida ‘hace cosas’ es la palabra importante que se encuentra frecuentemente en el Sermón del monte y en otros lugares, la palabra griega (poiein, ποιεῖν) que significa hacer (7:21, 24, 26; 12:50). El hacer es de gran importancia en el Evangelio de Mateo.
“La parábola provee un sombrío recuerdo de que hasta la repuesta más entusiasta hacia el Evangelio no nos ofrece ninguna garantía de que uno es un verdadero discípulo. Solo la prueba del tiempo, la perseverancia bajo circunstancias difíciles, el evitar las idolatrías de riquezas y la ansiedad de preocupaciones terrenales (6:25-34) y, sobre todo, la presencia de frutos apropiados (obediencia consistente a la voluntad de Dios) puede mostrar a una profesión (de fe)
Preguntas para la lectura:
- ¿A dónde entró Jesús?
- ¿En dónde se sentó a enseñar?
- ¿Cómo les enseñaba?
- ¿Qué le preguntan sus discípulos?
- ¿Luego qué les explica?
- ¿Qué les dice del que da fruto?
2. MEDITACIÓN: (Qué me/nos dice la Palabra de Dios)
¿Agradecemos al Señor su misma vida, su generosidad para con nosotros?
¿Cuántas veces ha caído la semilla en nosotros y cuántas veces la hemos hecho fructificar?
¿Nos abrimos a la total confianza en Dios?
3. ORACIÓN: (Qué le respondo al Señor, que le respondemos al Señor)
Te damos gracias Señor porque nos llamas a ser tus discípulos, gracias también por lo mementos de incomprensión, de desaliento, pero más que nada gracias por el regalo tan hermoso que nos hacer por el don de la vida. Por eso te damos gracias. Gracias Señor, gracias Señor.
Te pedimos perdón por las ocasiones que no hemos sembrado en tierra fértil, por las ocasiones que nos desanimaos a llevar tu mensaje de salvación, por los momentos de no ser responsables a tu llamado. Por eso te pedimos perdón. Perdón Señor, perdón Señor.
4. CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo el mensaje? ¿Cómo interiorizamos el mensaje?
• Al Sembrador, Jesús, incansable y generoso, que nos injerta en Él. Yo soy la vid, ustedes las ramas. El que está unido a mí, como yo estoy unido a él, produce mucho fruto; porque sin mí no pueden hacer nada (Jn 15, 5).
• Contémplate como llamado sembrar semilla para el Reino de los cielos.
5. ACCIÓN: ¿A qué me comprometo?
La intención general del apostolado de la oración del Papa para el mes de julio es:
Universal: Deporte
“Para que la práctica del deporte sea siempre ocasión de fraternidad y crecimiento humanos”.
Que trate se sembrar buena semilla y que día tras día lo incremente con amor y alegría, y así pueda ser fermento de vida.
Por la evangelización: Misioneros laicos
“Para que el Espíritu Santo sostenga el servicio de los laicos que anuncian el Evangelio en los países más pobres.”
Que en mis comunidades enseñe a ser buenos sembradores, no importan los problemas y dificultades con que se encuentren los discípulos, sino más bien, tener puesta la confianza y la misericordia en Dios.