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LECTIO DIVINA
SOLEMINDAD DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE
12 de diciembre de 2021
“En la Diócesis de Texcoco, nos reconocemos, valoramos y aceptamos como personas para ser casa y escuela de comunión”
ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Señor, te pedimos que nos envíes tu Espíritu Santo para que nos ayude a comprender el misterio de la Salvación entre nosotros, y así podamos ser transmisores de tu Palabra y verdad. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
I. LECTURA DEL TEXTO BÍBLICO (Lc 1, 39-45)
¿Qué dice el texto?
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la criatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”. Palabra del Señor.
Contexto bíblico
Los capítulos primero y segundo de san Lucas tienen un fuerte sabor del Antiguo Testamento, aunque no se cite explícitamente. San Lucas combina aquí datos históricos con una profunda reflexión de la Escritura, actualizando los bíblicos del Antiguo Testamento en función de una nueva situación, descubriendo nuevos valores en esta Palabra y actualizando en función del Señor Jesús lo que en el AT se refería al Señor Dios.
Así la escena de la Visitación, que es la lectura evangélica de hoy, tiene como telón de fondo el traslado del arca a Jerusalén realizado por David (2 Sam 6,1-12). Ambos viajes del arca y el de María tienen lugar en el territorio de Judá y provocan las mismas reacciones: alegría en los lugares por donde pasa el arca y alegría de Isabel, saltos de alegría de David y de Juan Bautista; el arca que sube hacia Jerusalén entra en casa de Obed-Edom, permanece tres meses en ella y la llena de bendiciones, María entra en casa de Zacarías, permanece tres meses en ella e Isabel se llena del Espíritu Santo. No es el arca del Señor la que ahora sube hacia Jerusalén, sino “la madre de mi Señor”, (ἡ μήτηρ τοῦ κυρίου μου πρὸς ἐμέ; je meter tou kuriou mou pros emé) la nueva arca de la alianza que lleva al Señor Jesús. David se considera indigno de recibir en su casa el arca, y por su parte Isabel exclama “¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?” (Recuérdese que Señor es un título mesiánico).
Esta relación profunda de la escena de hoy con la subida del arca hacia Jerusalén y la propia subida de María hacia la montaña de Judá, nos presenta ya la gran “subida” de Jesús hacia Jerusalén, uno de los grandes temas del evangelio lucano.
Texto bíblico
A) El niño saltó en su seno
San Lucas acentúa la prontitud de María en servir, en ser sierva. El ángel habla del embarazo de Isabel e, inmediatamente María se dirige de prisa a su casa para ayudarla. De Nazaret hasta la casa de Isabel hay una distancia de más de 140 Km., cuatro días de viaje, ¡como mínimo! María empieza a servir y a cumplir su misión a favor del pueblo de Dios. Isabel representa el Antiguo Testamento que estaba terminando. María representa el Nuevo que está empezando. El Antiguo Testamento acoge el Nuevo con gratitud y confianza, reconociendo en ello el don gratuito de Dios que viene a realizar y a completar la expectativa de la gente.
“En aquellos días, María se encaminó” (v. 39). María es la heroína de esta historia, pero es ella la que viaja a la casa de Zacarías e Isabel, quizá porque el embarazo de Isabel precedía al de María por seis meses y estaría ya en estado avanzado, quizá como gesto de honor por parte de la mujer más joven para una mujer mayor. Lo más inusual de esta visita es que una mujer embarazada, particularmente siendo soltera, se encontraría normalmente encerrada y no viajaría.
“La criatura saltó en su seno” (v. 41). Todavía en el vientre, Juan es llenado del Espíritu Santo (1, 15), y comienza su obra, preparando el camino del Señor (1, 17, 76; 3, 4).
“Bendita tú entre las mujeres” (v. 42). Lucas es el único que relata esta historia de la visita de María a Isabel, que establece la superioridad de Jesús aún mientras los bebés están en el vientre. El Espíritu Santo llena ambos a Juan (1, 15) y a Isabel (1, 41), e inspira su testimonio de Jesús. En el encuentro de las dos mujeres se manifiesta el don del Espíritu.
Es sorprendente que Isabel exprese honor por la visita de María. Es una mujer anciana en una cultura que valora a la gente de edad. María es joven, seguramente una adolescente. Por lo tanto, ella es la que debería mostrar respecto. También, María se quedó embarazada mientras era soltera, y es posible que aún no esté casada en el momento de esta visita. Es Isabel, siguiendo la tradición de la antigua Sara, la que parece merecer el honor. María no ha hecho nada para merecer su honor, excepto creer que “se cumpliría lo que le fue dicho de parte del Señor” (v. 45), ¡y con eso basta!
B) Bendito el fruto de tu vientre
“Bendito el fruto de tu vientre” (v. 42). Éstas fueron las palabras de Moisés a los israelitas, la bendición, en ese caso, dependía de su obediencia a Dios (Dt 28, 4). María es obediente (1, 38), y su bendición, como su bebé, crece de esa obediencia. Isabel no desea ni ofrece bendición, pero reconoce que María es bendita. “La madre de mi Señor” (v. 43). El bebé es la fuente de la bendición de María. Ella será la madre del Señor. Señor’ es un título ante todo para Dios (Lc 1, 6, 9, 11, 15, 16, 17, 25). “Apenas llegaron tus saludos a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno” (v. 44). Más adelante, Juan demostrará su humildad ante Jesús, de la misma forma en que Isabel demuestra humildad ahora ante María (Mt 3, 14). La criatura salta de alegría en el seno de Isabel.
C) Dichosa tú que has creído
La Buena Nueva de Dios revela su presencia en las cosas más comunes de la vida humana: dos mujeres se visitan para ayudarse mutuamente. Visita, alegría, embarazo, niños, ayuda mutua, casa, familia: en esto san Lucas quiere que las comunidades y todos nosotros percibamos y descubramos la presencia de Dios. Isabel dice a María: “¡Bendita eres tú entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!” Hasta hoy, estas palabras forman parte del salmo más conocido y más rezado en el mundo entero, que es el Dios te salve María. “¡Dichosa por haber creído que de cualquier manera se cumplirán las promesas del Señor!”. Es el elogio de Isabel a María y lo que recuerda Lucas a las comunidades: creer en la Palabra de Dios, pues la Palabra de Dios tiene la fuerza para realizar todo aquello que nos dice. Es Palabra creadora. Engendra vida en el seno de la virgen, en el seno de la gente pobre que la acoge con fe.
“Bienaventurada (gr. μακαρία, makaria) la que creyó” (v. 45). El creer de María le trae bendición. La palabra griega utilizada para bendición es la misma que se utiliza en las beatitudes o bienaventuranzas (6, 20-22), una palabra que implica bendición basada en una relación correcta con Dios. María creyó, comparado con Zacarías que no creyó y, por lo tanto, se quedó mudo “hasta el día que esto sea hecho” (1:20). Durante su embarazo, Isabel, ha vivido con un hombre que, por su incredulidad, no ha podido hablar. Ahora ella recibe a María que, si creyó y, por lo tanto, es capaz de cantar una canción alegre.
El ángel se les ha aparecido a Zacarías y a María, anunciando el nacimiento de un niño. La segunda maravilla sobrepasa a la primera. Juan nacerá de una pareja anciana y sin hijos, pero Jesús nacerá de una virgen. Juan será profeta, pero Jesús será el hijo de Dios. En el Magníficat (vv. 46-55), María reconoce la inversa. Dios, ciertamente, “levantó a los humildes” empezando con María (v. 52).
Mientras que es un honor para María haber sido escogida como la madre del Señor, el honor viene acompañado. Esa misma bendición será una espada que atravesará su corazón. Dios no escoge a una persona por su facilidad y comodidad, o por una alegría egoísta, sino para una gran hazaña que necesitará todo lo que la cabeza, el corazón, y la mano le pueda dar. La mujer que mecerá a su recién nacido en un pesebre también verá a su hijo morir en una cruz.
Preguntas para la lectura
¿A dónde se encaminó María?
¿A dónde entró María?
¿Qué sucedió cuando María saludó a Isabel?
¿Qué exclamó Isabel?
¿Qué se preguntaba Isabel?
¿Por qué le llaman dichosa?
II. MEDITACIÓN¿Qué me/nos dice la Palabra de Dios?
Viendo la prontitud de María para ir a ayudar a Isabel, ¿seré capaz de salir con prontitud al encuentro de mis hermanos más necesitados?
¿Cómo me estoy preparando para recibir la Navidad ya próxima?
¿Soy capaz de ser misericordioso con los que me han lastimado?
¿Me lleno de la gracia del Espíritu Santo?
¿Soy dichoso, por creer o me siento infeliz por creer?
¿Qué propósitos tengo para este tiempo de amor y paz?
III. ORACIÓN ¿Qué le respondo al Señor? ¿Qué le respondemos al Señor?
Gracias Señor, por darnos a tu madre, la Virgen de Guadalupe en Nuestra Patria Mexicana, y de verla cómo sale presurosa por ayudar, que este ejemplo nos haga ser capaces de ir a la ayuda de nuestros hermanos. Por estar en medio de nosotros, por darnos el amor y cariño de nuestras familias y por la paz que nos regalas en este tiempo de Navidad, te damos gracias. Gracias Señor, gracias Señor.
Perdón, Señor, por olvidarme de ser solidario con mis hermanos, por no ser el medio de ayuda de los más necesitados, por ser indiferente a sus necesidades y buscar mi propio beneficio, buscando ser querido y amado y no viceversa. Y, por último, perdón por no dar suficientes muestras de fe y amor hacia a Ti. Te pedimos perdón. Perdón Señor, perdón Señor.
IV. CONTEMPLACIÓN ¿Cómo interiorizo el mensaje? ¿Cómo interiorizamos el mensaje?
A María encaminándose a un pueblo de las montañas de Judea.
Contémplala saludando a Isabel.
La alegría de Isabel al ver a la madre de su Señor.
Contempla a Isabel llena del Espíritu Santo.
A ti mismo que estás dispuesto a caminar para ayudar al prójimo.
A los miembros de tus pequeñas comunidades en la espera de la Navidad.
V. ACCIÓN: ¿A qué me comprometo? ¿A qué nos comprometemos?
Intenciones del Santo Padre del mes de diciembre.
Intención para la evangelización – Los catequistas
Recemos por los catequistas, llamados a proclamar la Palabra de Dios: para que sean testigos de ella con valentía, creatividad y con la fuerza del Espíritu Santo.
Intención personal: En este domingo de la alegría, buscaré estar más alegre con las personas que me rodean, dándoles momentos de paz y alegría, compartiendo con ellos lo poco que tengo.
Intención comunitaria: Que en mis pequeñas comunidades ayude y enseñe a mis hermanos el valor de la alegría, y que sea capaz de transmitir paz en los corazones de mis hermanos.