11 de junio de 2023
“En la Diócesis de Texcoco, nos reconocemos, valoramos y aceptamos como personas para ser casa y escuela de comunión”
“Jesús nos invita a seguirlo siendo testigos de su Misericordia”.
Mt 9, 9-13
1. ORACIÓN INICIAL
Espíritu Santo, tú eres el aliento del Padre y del Hijo en la eternidad dichosa; tú nos has sido enviado por Jesús para hacernos comprender lo que él nos ha dicho y guiarnos hacia la verdad completa; tú eres para nosotros aliento de vida, aliento creador, aliento santificador; tú eres quien renueva todas las cosas. Humildemente, te pedimos que nos animes y habites en nosotros, en cada uno de nuestros hogares, para que podamos vivir en verdadera familia como un lugar de amor, un camino de felicidad y un medio de santidad. Amén.
2. LECTURA
Del Santo Evangelio según San Mateo 9, 9-13:
Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a su mesa de recaudador de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió.
Después, cuando estaba a la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores se sentaron también a comer con Jesús y sus discípulos. Viendo esto, los fariseos preguntaron a los discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?”. Jesús los oyó y les dijo: “No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos. Vayan, pues, y aprendan lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
3. UN MOMENTO DE SILENCIO ORANTE
Para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. INDICACIONES PARA LA LECTURA:
El texto nos muestra cómo el poder de Jesús para perdonar los pecados está muy relacionado con su cercanía a los pecadores. La respuesta de Mateo, un recaudador de impuestos, a la llamada que Jesús le hace es inmediata, como la de los primeros discípulos. La comida de Jesús con los fariseos quiere hacernos ver que el amor de Dios es incondicionalmente ofrecido a todos.
5. MEDITACIÓN
Dios respeta en su integridad al hombre, y cuando llama a un alma a su servicio, en su solemne poder, ni la violenta, ni la atosiga, sino que con paciencia y amor la deja casi andar a la deriva o al vaivén de las circunstancias. No es fácil, por tanto, dar una respuesta como la de Mateo: pronta, sincera, total.
San Mateo era un cobrador de impuestos, un pecador ante los ojos de todo el pueblo. Solo Jesús fue capaz de ver más allá de sus pecados y vio a un hombre. Un hombre que podía hacer mucho por el Reino de los Cielos. Y le llamó con todo el amor y misericordia de su corazón para ser uno de sus apóstoles, de sus íntimos.
Todos hemos recibido la vocación a la vida cristiana. Dios nos ha creado para prestarle un servicio concreto, cada uno de nosotros tenemos una misión, como eslabones de una cadena. Decía el Cardenal Newman: “No me ha creado para nada. Haré bien el trabajo, seré un ángel de la paz, un predicador de la verdad en mi propio lugar si obedezco sus mandamientos. Por tanto, confiaré en él quienquiera que yo sea, dondequiera que esté. Nunca me pueden desechar. Si estoy enfermo, mi enfermedad puede servirle. En la duda, mi duda puede servirle. Si estoy apenado, mi pena puede servirle. Él no hace nada en vano. ¡Él sabe lo que hace!”.
6. CONTEMPLACIÓN
Toda su vida, Jesús se muestra como nuestro modelo: Él es el “hombre perfecto” que nos invita a ser sus discípulos y a seguirle: con su anonadamiento, nos ha dado un ejemplo qué imitar; con su oración atrae a la oración; con su pobreza, llama a aceptar libremente la privación y las persecuciones.
Jesús invita a los pecadores al banquete del Reino: “No he venido a llamar a los justos sino a pecadores”. Los invita a la conversión, sin la cual no se puede entrar en el Reino, pero les muestra de palabra y con hechos la misericordia sin límites de su Padre hacia ellos y la inmensa “alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta”. La prueba suprema de este amor será el sacrificio de su propia vida “para remisión de los pecados”.
7. ORACIÓN FINAL
Señor Jesús, agradecemos que te hayas hecho presente hoy en la mesa de nuestra vida, nos has invitado a seguirte y no hemos dudado en hacerlo, confiados en que tu corazón misericordioso no mira nuestras podredumbres si no es para limpiarlas y motivarnos a ser hombres nuevos, testigos de tu misericordia en nuestras vidas, queremos ir tras de ti dejando todos nuestros intereses, nuestros egoísmos y cosas que nos atan a seguirte, queremos ser nuevos discípulos desde nuestras familias, a fin de motivar nuestra sociedad y aquellos que aún no se animan a seguirte desde cualquier estado de vida.
8. ACCIÓN
Daré gracias a Dios por su cercanía y el llamado que ha hecho a mi vida, cualquiera que sea mi estado de vida, ya sea como casado, soltero o vida consagrada. Pediré por tantos jóvenes que aún se encuentran indecisos de su vocación para que Dios les muestre el camino que ha elegido para ellos y sepan responderle con una vida digna.