10 de septiembre de 2023
“En la Diócesis de Texcoco, nos reconocemos, valoramos y aceptamos como personas para ser casa y escuela de comunión”
«Vivir en la fraternidad”
Mt 18, 15-20
1. ORACIÓN INICIAL
Invocación al Espíritu Santo:
Señor Dios nuestro, danos comprensión, e ilumina nuestra mente para que juntos comprendamos el mensaje que el día de hoy nos quieres transmitir. Espíritu Santo fuente de luz, ilumínanos.
2. LECTURA
Del Santo Evangelio según San Mateo 18, 15-20
Jesús dijo a sus discípulos: “Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas. Si te escucha, habrás salvado a tu hermano. Si no te hace caso, hazte acompañar de una o dos personas, para que todo lo que se diga conste por boca de dos o tres testigos. Pero si ni así te hace caso, díselo a la comunidad; y si ni a la comunidad le hace caso, apártate de él como de un pagano o de un publicano.
Yo les aseguro que todo lo que aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo.
Yo les aseguro también que, si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo, sea lo que fuere, mi Padre celestial se lo concederá; pues donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos”.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
3. UN MOMENTO DE SILENCIO ORANTE
Para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
Indicaciones para la lectura:
Estas enseñanzas de Jesús responden a un problema comunitario: ¿Cómo hay que tratar a los hermanos pecadores? Mateo nos indica dos respuestas: la corrección fraterna y el perdón, pero en este texto solo hablaremos de la corrección fraterna. Ya que hay que emplear todos los recursos para hacer volver al hermano que se ha extraviado.
4. MEDITACIÓN
Nos dice nuestro Señor que “si un hermano peca -o sea, falla en cualquier cosa de moral o dignidad en su comportamiento- repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, habrás salvado a tu hermano”. Con esto nos está diciendo el Señor que la corrección es un bien y un servicio que se hace al prójimo. Pero aquí también hay reglas del juego, y hemos de tenerlas muy en cuenta para practicar cristianamente estos consejos de nuestro Señor. Veamos algunas de ellas.
La primera es que, antes de corregir a los propios hijos o a nuestros educandos, debemos estar muy atentos nosotros para no faltar o equivocarnos en aquello mismo que corregimos a los demás; y, por tanto, el que corrige -ya se trate de un maestro, de un educador y, con mayor razón, de un padre o madre de familia- debe hacerlo primero con el propio testimonio de vida y ejemplo de virtud, y después también podrá hacerlo con la palabra y el consejo. Nunca mejor que en estas circunstancias hemos de tener presente el sabio proverbio popular de que “las palabras mueven, pero el ejemplo arrastra”. Las personas -sobre todo los niños, los adolescentes y los jóvenes- se dejan persuadir con mayor facilidad cuando ven un buen ejemplo que cuando escuchan una palabra de corrección o una llamada al orden.
La segunda regla es que, al corregir, hemos de ser muy benévolos y respetuosos con las personas, sin humillarlas ni abochornarlas jamás, y mucho menos en público. ¡Cuántas veces un joven llega a sufrir graves lesiones en su psicología y afectividad por una educación errada! Y es un hecho que muchos hombres han quedado marcados con graves complejos, nunca superados, a causa de las humillaciones y atropellos que sufrieron en su infancia por parte de quienes ejercían la autoridad. Y no digo yo que no hay que corregir a los niños -dizque para no traumarlos, pero sí que hay formas y formas.
5. CONTEMPLACIÓN
El Catecismo de la Iglesia Católica numeral en el numero 1434 nos habla de la conversión en la vida cotidiana mediante gestos de reconciliación, en donde la corrección fraterna está presente a lo largo de nuestra vida, lo cual nos invita a esa revisión de vida, a través del examen de conciencia. Oración Señor Dios nuestros, hoy nos reconocemos pecadores ante ti, individual y comunitariamente. Es verdad que no somos mejores que los demás; pero con tu gracia, queremos enmendarnos y mejorar, caminando juntos como hermanos hacia la conversión. Haz que nos ayudemos mutuamente en este empeño mediante la corrección fraterna que brota del amor. Danos comprensión, paciencia y talante dialogal ante los inevitables fallos humanos, propios y ajenos; porque donde dos o tres nos reunimos en nombre de Cristo, allí está él en medio de nosotros creando comunidad.
6. ORACIÓN FINAL
Señor, te pedimos que, al corregir, procuremos usar una gran bondad, mansedumbre y miramiento, y de un hondo sentido de la justicia y la equidad.
Si somos corregidos alguna vez -pues también nosotros estamos sometidos a autoridad-, no nos rebelemos ni tomemos a mal la corrección, sino con buen ánimo, con humildad y sencillez, según Tus palabras: “Hijo mío, no menosprecies la corrección del Señor y no te abatas cuando seas por Él reprendido; porque el Señor reprende a los que ama, y castiga a todo el que por hijo acoge”. Amén
7. PROPÓSITO
Te pedimos para que sepamos dar una educación y ejemplo auténticamente cristiana a nuestros hijos y a los niños y jóvenes confiados a nuestro cuidado o que puedan aprender de nosotros.