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LECTIO DIVINA
DOMINGO XXV TIEMPO ORDINARIO
1° de octubre de 2017
¨En la Diócesis de Texcoco, nos reconocemos, valoramos y aceptamos como personas para ser casa y escuela de comunión¨
ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Señor, Tú nos llamas a tu servicio, para ser mejores personas en la sociedad, te pedimos nos envíes a tu Espíritu Santo para que nos ayude a vivir en coherencia y verdad tu Palabra, primero en nuestras familias y después en nuestras comunidades y nos haga ser discípulos fieles de tu Evangelio. Todo esto te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
- LECTURA DEL TEXTO BÍBLICO (Mt 21, 28-32)
¿Qué dice el texto?
En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “¿Qué opinan de esto? Un hombre que tenía dos hijos fue a ver al primero y le ordenó: ‘Hijo, ve a trabajar hoy en la viña’. Él le contestó: ‘Ya voy, señor’, pero no fue. El padre se dirigió al segundo y le dijo lo mismo. Éste le respondió: ‘No quiero ir’, pero se arrepintió y fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?”. Ellos le respondieron: “El segundo”.
Entonces Jesús les dijo: “Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios. Porque vino a ustedes Juan, predicó el camino de la justicia y no le creyeron; en cambio, los publicanos y las prostitutas sí le creyeron; ustedes, ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en él”. Palabra del Señor.
Pistas de reflexión
Contexto bíblico
La primera parte de este capítulo incluye la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén (vv. 1-11) y la purificación que hizo del templo (vv. 12-13). La purificación precipita la confrontación entre Jesús y los principales sacerdotes y ancianos de nuestro pasaje del Evangelio. Presumiblemente, estos incluyen miembros del Sanedrín, incluyendo a Caifás, a quien este Evangelio identifica como el sumo sacerdote (26, 3). Es esa autoridad que Jesús desafía cuando voltea las mesas de los cambistas, porque los cambistas deberían haber tenido la aprobación de las autoridades religiosas para realizar sus negocios en el templo.
La idea de los cambistas debe haber comenzado inocentemente. La gente que llegaba al templo de muy lejos necesitaba un lugar para cambiar su dinero y comprar una ofrenda aceptable. Tener esos servicios disponibles en el templo satisfacía una genuina necesidad humana. Después se convirtió en una concesión bastante lucrativa. Finalmente llegó a ser un negocio bastante bueno. Algunos líderes judíos seguramente tenían sus reservas sobre los empujones y el alboroto en el templo, pero era un servicio útil, y una atractiva fuente de ganancias. Jesús no pidió aprobación o se enfrascó con los principales en un debate. Simplemente caminó dentro del templo y comenzó a tirar el dinero sobre el piso. Dijo, “Escrito está: Mi casa, casa de oración; mas ustedes la han convertido en cueva de ladrones cueva de ladrones” (21, 13).
Jesús cuenta esta parábola a las máximas autoridades judías, quienes vienen al Templo para pedirle que explique la proveniencia de su autoridad: “Se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo diciéndole: “¿Con que autoridad haces esto?” (Para la expulsión de los vendedores del templo, para los milagros, para la entrada triunfal; 21,23; ver 21,15). Jesús primero respondió con otra pregunta sobre la autoridad de Juan Bautista: “El bautismo de Juan, ¿De dónde era? ¿De Dios o de los hombres?”(21,35ª).
Los sumos sacerdotes cavilan y evitan tomar una postura fingiendo que no saben (21,27ª). Aquí se ubica el pasaje que leemos hoy. Jesús no les responde sobre la procedencia de su autoridad (21,27b), pero por el contrario, les dice abiertamente qué es lo que piensa de Juan Bautista y qué valor le da a su comportamiento: “Vino Juan a ustedes y les predicó el camino de la justicia” (21,32; 11,7-19). Con la parábola “de los dos hijos” y su aplicación, se hace un paralelo entre la obediencia de dos hijos a su papá (Dios) y la obediencia de dos grupos de oyentes (los justos y los pecadores) a la predicación de Juan Bautista (de parte de Dios).
Texto bíblico
- A) ¿Qué les parece?
Este relato del Evangelio de san Mateo, es muy directo y obvio, dos hermanos y dos personajes nada dignos son los que Jesús utiliza para dar un sentido profundo a está parábola, una llamada de atención y un sí sostenido a Dios, para el comentario se cita todo el pasaje y después tocamos los puntos más interesantes: Jesús agregó: “Pero, díganme su parecer. Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero para decirle: “Hijo, hoy tienes que ir a trabajar en la viña. Y él le respondió: “No quiero”. Pero después se arrepintió y fue. Luego el padre se acercó al segundo y le mandó lo mismo. Este respondió: “Ya voy, señor. Pero no fue. Ahora bien, ¿cuál de los dos hizo lo que quería el padre?” Ellos contestaron: El primero. Entonces Jesús les dijo: “En verdad se les digo: en el camino al Reino de los Cielos, los publicanos y las prostitutas se les han adelantado. Porque Juan vino a abrirles el camino derecho y ustedes no le creyeron, mientras que los publicanos y las prostitutas le creyeron. Ustedes fueron testigos, pero ni con esto se arrepintieron y le creyeron.
La pregunta de Jesús “¿Qué les parece?” Los líderes religiosos evadieron la pregunta sobre la autoridad de Juan, pero no pueden evadir una sencilla historia, y el obvio punto que quieren enfatizar. Cuando por fin contestan, se encuentran que la historia y su respuesta los condena.
- B) Los dos hijos
Los versículos 31-32 dejan claro que los recolectores de impuestos y las prostitutas son el primer hijo, y el sumo sacerdote y los ancianos son el segundo hijo. Cuando Juan el bautista llamó a la gente a arrepentirse, los recaudadores de impuestos y las prostitutas se arrepintieron y fueron bautizados. Era más fácil para ellos arrepentirse, porque sus pecados eran obvios, incluso para ellos mismos. Los líderes religiosos, sin embargo, eran reacios a admitir su necesidad de arrepentimiento, y por lo tanto rechazaron a Juan y su llamado. De la misma manera, también rechazaron a Jesús.
En el versículo 30, el segundo hijo dice “Sí, señor, voy”, (gr. Κύριε, Kyrie, Señor) pero no va. Se nos recuerda las palabras que Jesús dijo un poco antes en este evangelio, “No todo el que me dice: Señor, Señor (gr. kyrie, kyrie) entrará en el reino de los cielos: más el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (7:21). La obediencia es un problema para el pueblo de Dios en todo tiempo y lugar. Y también para nosotros, decimos que vamos a trabajar en la viña del Señor, pero en lugar de cosechar las uvas ¡nos pasamos el tiempo arreglando y volviendo a arreglar las piedras a lo largo del camino!
¿Quiénes son el primer hijo y el segundo? Podemos pensar en la parábola de Jesús como una pintura que revela las diferentes perspectivas dependiendo de dónde nos paremos.
Cuando nos paramos muy cerca, en los zapatos de Jesús, el primer hijo es el recolector de impuestos y las prostitutas y el segundo hijo son los líderes religiosos judíos. Cuando nos separamos varias décadas de la perspectiva de san Mateo, vemos que el primer hijo ahora son los gentiles o la Iglesia y el segundo hijo ahora son los judíos o Israel. Cuando nos separamos todavía más, hasta nuestro día, vemos que el primer hijo, el hijo fiel, tiene otro rostro: Todos aquellos que, aunque sea renuente o dolorosamente, obedecen a Cristo.
El segundo hijo es ahora la persona en la banca que rechaza que Cristo entre hasta lo más profundo de su corazón: El segundo hijo representa al resto de lo que quedaba de Israel, samaritanos, galileos, gente plebeya, pobres y gente de pésima reputación como: prostitutas, recaudadores, zelotes, pobres, marginados, leprosos, enfermos; aparentemente no conocían a Dios, otros no sabían cómo adorarlo, unos tenían odio por la discriminación y cuando el Padre manda la buena noticia ellos la reciben y le dicen “sí” al Padre y van a trabajar, claro que a ellos se les tenía por lo peor, castigados por Dios, les decían que eran pecadores, pero debemos de ver que sí eran muchos pecadores, sabían que la prostitución estaba prohibida y la ejercían y con ello le decían a Dios “no”, el publicano timaba y robaba a ojos abiertos y con ello le decían a Dios: “no”, pero se arrepintieron cuando empezaron a escuchar a Juan el bautista gritar en el desierto: Arrepiéntanse de sus pecados, se bautizan y reciben la buena noticia a través de Jesús, le dicen a Dios “sí” creo; al igual muchos católicos parece que no cumplen con Dios, pero sus actos demuestran más que ponen en práctica el amor que le tiene Dios, con sus hechos le dicen: me he arrepentido y creo en ti, ese segundo hijo también representa a los gentiles, a los paganos; los paganos se entregan a Jesús y hasta son capaces de dar su vida por Jesús.
Un cristiano o cristiana que rehúsa obedecer a Cristo en las áreas sensibles, dinero y poder. Un predicador cuyo sermón está diseñado para agradar a la gente más que agradar a Dios; una Iglesia que ignora asuntos de justicia y misericordia.
En otras palabras, todos aquellos o aquellas que parecen ser fieles, pero que, muy en lo profundo, no lo son. “De cierto les digo”, Jesús dice, señalando la importancia de lo que va a seguir. “Los publícanos y las prostitutas se han adelantado al reino de Dios.” Los recolectores de impuestos y los pecadores son palabras clave para gente pecadora: todos aquellos que están fuera del rango de la religión respetable. No es que Dios vaya a ignorar sus caminos pecaminosos, pero que estos, sabiendo su pecado, son candidatos para el arrepentimiento y, por lo tanto, para la salvación. La élite religiosa, de hecho considerándose ya santa, encuentran más difícil enfrentar las realidades de su propio pecado. Como nosotros los católicos que muchas veces nos creemos muy santos y muy buenos pero nuestras obras dejan mucho que decir.
- C) Conclusión de la parábola
Definitivamente es un relato bastante claro puesto por Jesús, el sentido de la parábola indica el “sí” que el pueblo de Israel representado por sus dirigentes le dan a Dios y que a la vez son representados por el primer hijo que al Padre le dijo que si va ir a trabajar; recordemos que los dirigentes eran expertos en la ley, desmenuzaban la palabra de Dios, buscaban y buscaban y constantemente encontraban nuevos mandatos imponiéndolos a los demás, supuestamente haciendo la voluntad de Dios y en este caso el primer hijo supuestamente estaba haciendo la voluntad de Dios. Si ampliáramos nuestro panorama y lo ajustáramos a nuestros tiempos, muchos católicos y cristianos le decimos a Cristo Jesús que lo amamos, que es nuestro Salvador, le decimos que “sí” en todo, pero cuando actuamos, algo pasa que no cumplimos lo que decimos, no hacemos la voluntad de Cristo, no nos comportamos como hermanos, como creyentes, nuestra conversión es tan pobre que sólo un 10% de los católicos trata de hacer vida lo que celebramos los domingos en nuestra Eucaristía; sin embargo todavía vamos más allá, también le decimos que amamos a nuestra esposa, esposo, hijos, Padre, hermanos, compañeros de trabajo escuela y con nuestros hechos simplemente estamos diciendo y haciendo todo lo contrario.
En las enseñanzas de Jesús a sus discípulos lo mínimo que espera Jesús es una respuesta positiva y una imitación de Jesús, en pocas palabras es que cada uno de ellos sea otro Jesús; todos queremos ir al cielo decimos, pero pocos lo demuestran, todos le dicen “si” Jesús entra en mi vida, pero no lo dejamos actuar; se supone que el primer hijo es el primogénito, él va a recibir las bendiciones de su Padre, va a recibir más parte de la herencia, va a guiar a sus hermanos, por esa razón el Padre lo manda primero y le dice “sí”, más no va al campo, no va a cuidar lo que es de él, se siente seguro de la herencia y que no necesita hacer más esfuerzos para conservar algo que ya es de él, los jefes religiosos de los judíos le dijeron a Dios: “sí”, pero no aceptaron el mensaje que el Padre les enviaba a través de su Hijo, no aceptaron la Buena Nueva; lo cuestionaron, lo asediaron, lo negaron y se hicieron responsables del derramamiento de su sangre “caiga su sangre sobre nuestras cabezas”, lo mataron y no cumplieron su palabra ante Dios.
Preguntas para la lectura:
- ¿A quiénes se dirige Jesús?
- ¿Qué les dice?
- ¿Qué contestó el primer hijo?
- ¿Qué contesto el segundo hijo?
- ¿Qué les asegura Jesús?
- ¿Qué les dice de Juan?
- MEDITACIÓN (Qué me dice la Palabra de Dios)
Quiero descubrir las contradicciones de mi vida y ponerlas ante el mismo Señor. Sin tapujos ni hipocresías, con sinceridad y honradez. Para que Él me cure y me sane. Para sentirme más libre. Sin miedos ni dobleces.
Experimentar que soy algo porque me dejo amar, porque mis obras son fruto del amor de Dios, que permito que invada mi vida. Experimentar cuánto me falta para responder, dentro de mis limitaciones, al infinito amor que Él me tiene siempre. No despreciar la religiosidad de los sencillos, de los que tienen escasos conocimientos humanos. No tachar a nadie de “pecador”.
- ORACIÓN: ¿Qué le respondo al Señor? ¿Qué le decimos?
Gracias Señor, por todas las ocasiones que te hemos dicho sí, y por haber sido sinceros contigo, y por todas las veces que nos has regalado lo más hermoso que tenemos que es el don de la vida, gracias por todas las personas que día a día se encuentran con nosotros y les demos un poco de alivio espiritual y material. Por eso te damos gracias Señor. Gracias Señor, gracias Señor.
Te pedimos perdón porque no te hemos sabido decir que sí o si te lo decimos en nuestra interior te decimos que no, por las veces que no hemos dado testimonio frente a los demás, y por todas las ocasiones que no hemos sabido ayudar a nuestros hermanos. Perdón Señor, perdón Señor.
- CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo el mensaje? ¿Cómo interiorizamos el mensaje?
- A Jesús, que sale en defensa de los que son sinceros ante Dios y que fustiga a los que se creen impecables.
- A ti mismo, que te preguntas: ¿en qué grupo me ubico: fariseos o publicanos?
- A mí mismo que muchas veces no hago la voluntad del padre en mis comunidades.
- ACCIÓN: ¿A qué me comprometo? ¿A qué nos comprometemos?
La intención general del apostolado de la oración del Papa para el mes de octubre es:
Universal: Derecho de los trabajadores y desempleados
Intención personal: Tratar de ser coherente con lo que pienso y digo, para ser mejor persona con mi familia y con mi ejemplo vayamos contrayendo el Reino de Dios.
Intención comunitaria: Que en mis pequeñas comunidades con mi ejemplo de entrega y coherencia atraiga a más hermanos que estén dispuesto a servir y dar la vida por el Evangelio de Jesucristo y así se vayan incrementando los hermanos con un espíritu misionero.