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LECTIO DIVINA
DOMINGO XIX TIEMPO ORDINARIO
8 de agosto de 2021
“En la Diócesis de Texcoco, nos reconocemos, valoramos y aceptamos como personas para ser casa y escuela de comunión”
ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Señor, ayúdanos a no murmurar y a reconocerte como hombre y como Dios, y que has venido al mundo para darle la salvación. Te pedimos que nos envíes tu Espíritu Santo para que nos siga conduciendo por el camino de la verdad y la vida, haciéndonos más sensibles a las necesidades de nuestros hermanos. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
I. LECTURA DEL TEXTO BÍBLICO (Jn 6, 41-51)
¿Qué dice el texto?
En aquel tiempo, los judíos murmuraban contra Jesús, porque había dicho: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo”, y decían: “¿No es éste, Jesús, el hijo de José? ¿Acaso no conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo nos dice ahora que ha bajado del cielo?” Jesús les respondió: “No murmuren. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre, que me ha enviado; y a ése yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: Todos serán discípulos de Dios. Todo aquel que escucha al Padre y aprende de Él, se acerca a mí. No es que alguien haya visto al Padre, fuera de aquel que procede de Dios. Ese sí ha visto al Padre.
Yo les aseguro: el que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Sus padres comieron el maná en el desierto y, sin embargo, murieron. Éste es el pan que ha bajado del cielo para que, quien lo coma, no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida”. Palabra del Señor.
Pistas de reflexión
Contexto bíblico
“Yo soy el pan de la vida: el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás” (v. 35). Jesús acaba de alimentar a cinco mil personas (vv. 1-15), pero la multitud no comprendió el significado del milagro y respondió solo al almuerzo gratuito. Jesús aconseja, “De cierto, de cierto les digo, que me buscan, no porque han visto las señales, sino porque comieron el pan y se hartaron. Trabajen no por la comida que perece, trabajen por la comida que a la vida eterna pertenece, la cual el Hijo del hombre les dará: porque a éste señaló el Padre, que es Dios” (vv. 26-27). Jesús ofrece proveerles sus más profundas necesidades, pero no pueden ver más allá de sus estómagos.
La multitud pregunta, “¿Qué haremos para que obremos las obras (plural) de Dios? Respondió Jesús, y les dijo: Esta es la obra (singular) de Dios, que crean en el que Él ha enviado” (vv. 28-29). La multitud quiere saber cómo cumplir con la ley, pero Jesús responde con la simple declaración que crean en Él.
La multitud, notando la radical naturaleza de la respuesta de Jesús, pide que Jesús verifique sus declaraciones. “¿Qué señal pues haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obras? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer” (vv. 30-31). No mencionan el hecho que Jesús acaba de alimentar a cinco mil personas. Jesús les corrige. No fue Moisés, sino Dios, el que regaló pan del cielo a los israelitas, “más mi Padre os da el verdadero pan del cielo” (v. 32). No como el maná que solo sustentó la vida física, solo para los israelitas, y solo por corto plazo, el pan de Dios “da vida al mundo” (v. 33). La gente responde, “Señor, danos siempre este pan” (v. 34). Y en el Evangelio de este domingo se reitera el pan de la vida.
Texto bíblico
A) Los judíos murmuraban contra Jesús
Ellos “murmuraban” (Gr. Ἐγόγγυζον, egonguzon) (v. 41a). Ésta es la misma palabra que se utiliza en los setentas (Antiguo Testamento Griego) de los israelitas que protestaron o murmuraron sobre el aparente fallo de Dios al no proveer por ellos en el desierto (Ex 15, 24; 16, 2, 7-17; Núm. 11, 1). Teniendo en cuenta la mención de maná en este pasaje (v. 31), el paralelo entre los que protestaron del maná y los que protestan del pan de vida apenas puede ser casualidad. Los críticos de Jesús manifiestan la misma falta de fe que los críticos de Moisés (y de Dios) hace tantos siglos.
Los israelitas eran famosos por sus quejas, pero no están solos. Todos estamos tentados a sentirnos abandonados cuando la vida se pone difícil, a retar las Escrituras y las históricas creencias cristianas cuando van en contra de nuestra cultura popular, a quejarnos cuando Dios no cumple nuestras expectativas.
“¿No es éste, Jesús, el hijo de José? ¿Acaso no conocemos a su padre y a su madre?” (v. 42a). Jesús está en Galilea en la ciudad de Cafarnaúm, su hogar de adulto (Mt 4, 13). La gente local apenas puede contenerse cuando Jesús declara que él es el “pan de vida” (v. 35) y que “ha bajado del cielo” (v. 38). Conocen a su padre y su madre (v. 42), y piensan de él como cualquier niño local, uno que promete ser inusual si lo que se dice de él resulta ser verdad, pero un niño local de todos modos.
“¿Cómo, pues, dice éste: ¿Del cielo he bajado?” (v. 42b). Esta gente recuerda cuando Jesús se mudó de Nazaret a Cafarnaúm. ¿Cómo puede Él declarar que ha “bajado del cielo” (vv. 38, 42)? No debemos preguntarnos por qué esta gente cuestionaría las declaraciones de Jesús. Un hombre que era solo un hombre y decía las cosas que Jesús decía no sería un buen maestro moral. Y quedaban atónitos ante sus declaraciones escandalosas.
B) Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre
“No murmuren entre ustedes” (v. 43). Jesús no se dirige directamente a las quejas de la multitud, sino que simplemente dice a la gente que no se queje. Después continúa con su discurso en un tono aún más provocativo, uno tono que hasta sus discípulos encontrarán difícil de aceptar (vv. 60-66).
“Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre” (v. 44). Esto acompaña sus palabras anteriores, “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí” (v. 37a), demostrando que la salvación depende de Dios. Ahí, Jesús declara que traerá a ‘todos los hombres’ hacia Él. Sin embargo, el contexto demuestra claramente que 12, 32 se refiere a ‘todos los hombres sin discriminar’ (es decir, no solo judíos) en vez de todos los hombres sin excepción.
Quizá sería mejor una posición en el medio, una posición que mantiene la tensión entre elementos divinos y humanos de la salvación que se encuentran en este texto. La salvación nunca se logra sin la fuerza de atracción de Dios, y nunca es consumada sin la disposición humana para oír y aprender de Dios.
“Todos serán discípulos de Dios” (v. 45a). La cita es un resumen de Isaías 54, 13, donde el profeta asegura al pueblo de Jerusalén, recién llegado de su exilio en Babilonia, que Dios instruirá a sus hijos (Jer 31, 31-34). Más adelante en este Evangelio, Jesús les dirá a sus discípulos que “el Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre enviará en mi nombre, él les enseñará todas las cosas, y les recordará todas las cosas que les he dicho” (14, 26) y que “cuando venga aquel Espíritu de verdad, él los guiará a toda verdad” (16, 13).
“Todo aquel que escucha al Padre y aprende de Él, se acerca a mí.” (v. 45b). De nuevo, Jesús declara el papel del Padre en la economía de la salvación. “No es que alguien haya visto al Padre, fuera de aquel que procede de Dios. Ese sí ha visto al Padre.” (v. 46). El Éxodo nos cuenta de Moisés escondiendo su cara, porque temía mirar a Dios (Ex 3, 6), y siendo permitido a ver la espalda de Dios, pero no su cara (Ex 33, 22-23). Poner los ojos en la santidad de Dios es demasiado para mortales. Sin embargo, es diferente para el Verbo, que era con Dios, y era Dios (1, 1). Éste “La palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros” (1, 14) para hacer conocer el Dios a quien nadie vio jamás (1, 18).
“De cierto, de cierto les digo: El que cree en mí, tiene vida eterna” (v. 47). Jesús ha enfatizado el papel del Padre en la salvación (vv. 44-46), pero ahora enfatiza el papel del creyente. Aunque el Padre atrae (v. 44) y enseña (vv. 45-46), atraer y enseñar requieren una respuesta creyente. La recompensa por creer es la vida eterna (v. 47). El creyente tiene (tiempo presente) vida eterna. En este Evangelio, la vida eterna es una calidad de vida que poseemos en el presente (3, 36a) y que poseeremos aún más plenamente en el futuro.
C) Yo soy el pan de Vida
Versículos 32-35 se duplican en 48-51, pero con la introducción gráfica del concepto de ‘mi carne. Jesús repite, “Yo soy el pan de vida” (v. 48; véase también v. 35), y compara este pan con el maná comido por los israelitas en el desierto. El pueblo habló de “nuestros padres” en versículo 30, pero Jesús habla de “sus padres” (v. 49). Esto le distingue a él de ellos. Los israelitas también son los padres de Jesús, ya que él es de la casa de David. Sin embargo, este Evangelio deja tal lenguaje para los sinópticos. El Verbo (Gr. Λóγος, lôgos), es de Dios y es, por lo tanto, único.
“Sus padres comieron el maná en el desierto, y han muerto” (v. 49). El maná sustentó Israel por una temporada en el desierto, pero después murieron. Por su falta de fe, murieron en el desierto sin llegar a ver la Tierra Prometida (Núm. 14, 22-23). “Este es el pan que baja del cielo, para que el coma de este pan no morirá” (v. 50). Jesús contrasta el pan que él ofrece, el que lleva a la vida eterna, con el pan de sus padres, que murieron en el desierto sin haber visto la Tierra Prometida. La muerte que experimentaron los israelitas fue una muerte física, pero los rabíes creían que los padres que murieron en el desierto no solo se perdieron la Tierra Prometida, sino que también se perdieron la vida futura. Jesús, por supuesto, habla de una vida espiritual cuando promete que el que coma del pan que baja del cielo no morirá.
“Yo soy el pan vivo que he bajado del cielo” (v. 51a). Este “pan vivo” se paralela al (“agua viva” que Jesús ofreció a la mujer samaritana (4, 10).
“Si alguno comiera (Gr. φάγῃ, phage) de este pan, vivirá para siempre” (v. 51b). Phage es el aoristo de esthio (ἐσθίω, comer), y por lo tanto representa una acción que ocurre y después para. En esta situación, comer este pan es una metáfora para aceptar a Cristo una vez por siempre.
“Y el pan que yo daré es mi carne (Gr. σάρξ, sarx), la cual yo daré por la vida del mundo” (v. 51c). Este lenguaje es de sacrificio, el regalo de la carne es el más grande y personal de todos los sacrificios. En esta situación, Jesús hace su sacrificio por el mundo, no solo por Israel, sino también para los paganos.
Preguntas para la lectura:
- ¿De qué murmuraban los judíos contra Jesús?
- ¿De qué se admiraban?
- ¿Qué les dijo Jesús?
- ¿Qué les asegura Jesús?
- ¿Qué les volvió a decir Jesús?
- ¿Qué les va a dar?
II. MEDITACIÓN (Qué me/nos dice la Palabra de Dios)
- ¿Murmuro algunas veces cuando no me va bien en mis planes y le echo la culpa a Jesús?
- ¿Reconozco a Jesús como Dios y como hombre?
- ¿He dudado de la auténtica presencia de Jesús en la Eucaristía?
- ¿Me siento llamado por el Padre? ¿Estoy convencido de llegar a la vida eterna?
III. ORACIÓN: (Qué le respondo al Señor, que le respondemos al Señor)
Gracias Señor Jesús por ser hombre y Dios en medio de nosotros, por habernos traído la salvación y el amor del Padre para darnos la vida eterna. Gracias porque por tu cuerpo nos alimentas en cada Eucaristía. Gracias por el amor de nuestras familias y por todas las bendiciones que nos regalas cada día. Por eso te damos gracias. Gracias Señor, gracias Señor.
Señor perdón por murmurar cuando las cosas no salen como a mí me gustan; por ser algunas veces intransigente con mis hermanos, por no tener paciencia ante las adversidades, por no ser capaz de amarte en la Eucaristía prefiriendo lo que es vano y superfluo. Por eso te pedimos perdón. Perdón Señor.
IV. CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo el mensaje? ¿Cómo interiorizamos el mensaje?
- A los judíos murmurando contra Jesús.
- Contémplalos buscando el lado humano de Jesús y dudando de su divinidad.
- A Jesús diciéndoles que, si el Padre no los atrae, no serán llamados.
- A Jesús declarándose como el Pan de la Vida.
- A mí mismo en ocasiones dudando de la divinidad de Jesús.
V. ACCIÓN: ¿A qué me comprometo? ¿A qué nos comprometemos?
La intención general del apostolado de la oración del Papa para el mes de agosto:
Intención para la evangelización: La Iglesia.
“Recemos por la Iglesia, para que reciba del Espíritu Santo la gracia y la fuerza para reformarse a la luz del Evangelio”.
Intención personal: Con sinceridad voy a buscar a Jesús como el Pan de la Vida, que constantemente me invita ir por el camino de la salvación.
Intención comunitaria: Que veamos la Eucaristía como el Centro de nuestras Vidas y que ella nos ayude en nuestra misión, siendo fraternos y solidarios con nuestros hermanos.