“Si no tengo amor, nada soy” (1Cor 13,1), esto lo afirmó el apóstol san Pablo, y es que precisamente, al centro de la Fe cristiana se encuentra el amor (Cfr. Carta Encíclica Deus Caritas Est No. 1), que en nuestro tiempo de contingencia de salud, supera el virus y el miedo con el “contagio pandémico de amor”, así lo señaló en el mes de marzo el Cardenal Luis Antonio Gokim Tagle, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y presidente de Caritas Internationalis.
En consonancia con el cardenal Tagle, sabemos muy bien que la Iglesia, y la sociedad, enfrentan en todo tiempo, a través de sus organismos de caridad, una serie de emergencias a causa de terremotos, huracanes, inundaciones, sequías y diversas enfermedades; sin embargo, estas emergencias que se presentan en alguna región o localidad específica, la actual emergencia por el SARS-CoV-2 (Covid-19), afectó a la población mundial, prácticamente a todos los países de nuestro orbe, y a decir del Presidente Internacional de Cáritas, “requiere una respuesta de todos nosotros”.
El cardenal insistió que durante las emergencias, “instintivamente pensamos primero en nosotros mismos, en nuestras familias y en las personas cercanas a nosotros. Haremos todo lo que esté a nuestro alcance para protegerlos”, y precisó que si “esta reacción es fundamentalmente buena, debemos tener cuidado de no terminar pensando solo en nosotros mismos. Debemos evitar que el miedo nos ciegue a las necesidades de los demás, esas necesidades que son nuestras propias necesidades. Debemos evitar que la ansiedad mate la verdadera preocupación por el prójimo”.
Es en esto en lo que los cristianos también debemos tener vigilancia para evitar cerrarnos (encerrarnos) a la experiencia del amor, de Dios y de los hermanos, “en una emergencia, incluso el verdadero corazón de una persona emerge. De una emergencia que afecta a todas las personas, esperamos ver una emergencia (de proporciones pandémicas), de atención, compasión y amor”, enfatizó el cardenal, y afirmó que “una crisis de emergencia que estalla de forma inesperada solo puede ser abordada con una “erupción” igual de Esperanza. La propagación pandémica de un virus debe producir un “contagio” pandémico de la Caridad. La historia juzgará a nuestra generación por la fuerza del amor desinteresado que esta emergencia común habrá generado y difundido o si no lo hizo”.
En su mensaje, el cardenal Tagle, resaltó que ante la buena medida de salud del lavado constante de manos con agua y jabón, no debemos lavarnos las manos como Pilatos: “No podemos lavarnos las manos de nuestra responsabilidad hacia los pobres, los ancianos, los desempleados, los refugiados, los desamparados, los trabajadores de la salud, todas las personas, la Creación y las generaciones futuras”. Contrario a esto, los cristianos deberemos vivir y dar testimonio del amor de Dios entre nosotros, amor dispuesto a darse a los demás con alegría, generosidad y solidaridad, e implorar el poder del Espíritu Santo, “para que el amor genuino surja de todos los corazones humanos para enfrentar esta emergencia común”, concluyó.