En este tiempo de oscuridad por la propagación mundial del COVID-19, encontramos un sendero de luz que ilumina el camino, en la enorme capacidad humana para vivir un tiempo largo de solidaridad y caridad, a favor de quienes más nos necesitan entre la familia, los amigos, la comunidad y la sociedad, de manera especial entre quienes más sufren los efectos de la pandemia.
Ante esta crisis de salud, los retos son muy grandes. En unos pocos meses se evidencia la impotencia de personas, familias y gobiernos, que temen ser rebasados por la enfermedad, que es real, altamente contagiosa y ha cobrado miles de vidas en nuestro país. Sin embargo, innumerables experiencia de acciones voluntarias nos han permitido encontrar alternativas, han permitido una valiosa participación en el apoyo mutuo de quienes más nos necesitan con alimentos, medicamentos y ayuda emocional. Personas, instituciones, empresas y demás organizaciones se han dado a la tarea de brindar asistencia a los más necesitados, contribuyendo con cooperación, compasión y empatía, aportando creativamente acciones concretas, creativas y generosas, para enfrentar los efectos del desempleo, la reducción del ingreso y un mayor empobrecimiento.
Sin omitir la compleja desigualdad social, podemos mirar con cierto optimismo lo beneficioso que ha sido para muchos utilizar la tecnología para la información y comunicación, ya sea a través de una computadora, tableta, teléfono celular, sobre todo con el uso de redes sociales y plataformas de videoconferencia que han permitido la coordinación de esfuerzos de caridad y trabajo voluntario. Incluso haber habilitado un centro de atención telefónica, como el 01 800 CARITAS, entre otras muchas iniciativas de las Cáritas diocesanas, que son fortalecidas mediante el círculo virtuoso de la solidaridad: Todos ayudamos, promovemos, transformamos e integramos.
¡Cuánto aprendizaje, en materia de caridad y misericordia, se ha obtenido por toda esta labor que nos ha exigido estar y permanecer en medio de los más necesitados!
Como en otras emergencias sociales, en la pandemia de COVID-19, el voluntariado ha sido clave en el dinamismo solidario y caritativo de la Iglesia, una actitud muy valiosa de servicio gratuito, desprendido y generoso que debe promoverse, fortalecerse y acrecentarse, principalmente entre las nuevas generaciones.
Mientras millones de personas y sus familias atienden el llamado de “quedarse en casa”, hay otros muchos héroes: médicas, médicos, enfermeras, enfermeros y todo el personal del sector salud, que luchan en la primera línea contra el virus. Así también, los agentes de la Pastoral Social-Cáritas, entre otros ministerios y servicios pastorales, han permanecido y seguirán atentos, abiertos y dispuestos a hacer presente la Obra Socio-Caritativa de la Iglesia en medio de la pandemia.