Mons. Juan Manuel Mancilla Sánchez, Obispo de Texcoco
“¿Quién será digno de abrir el libro?”. Mis queridas hermanas, mis queridos hermanos, inmediatamente vayamos a la respuesta del cielo, de la revelación, “El Cordero, El Cordero de Dios” es el único, es el primer ser humano perfectamente digno, de estar con Dios, de acercarse a Dios, de tocar a Dios, su voluntad, su proyecto, su libro sagrado de la vida; solo El Cordero de Dios es digno de acercarse al Pueblo de Dios, para tratarlo con todo el amor, con toda la dulzura de Dios.
Como se dice en el santo texto del Evangelio que, ‘Cristo lloró por Jerusalén, porque su amor era infinitamente grande, divino, materno′; y Él muchas veces quiso arroparlo como la gallina que cubre con sus alas y sus plumas a sus pollitos, y Jerusalén, no supo valorar, no quiso recibir la ternura, la delicadeza, el calor divino de Jesús, ‘y por eso será destruida, mataran a sus habitantes y no quedara la piedra sobre piedra′, no aprovecharon, no valoraron la oportunidad que Dios les había dado.
Queridos hermanos, este es el gran mensaje para la Iglesia Universal el día de hoy; como necesitamos recoger, valorar, y también compartir, actualizar como cristianos, como pertenecientes al Cordero que ha sido sacrificado, la ternura y el amor de Dios; hoy este querido hermano nuestro, el padre Hugo, quiere profundizar esa espiritualidad del amor, la finura, la ternura, la delicadeza ‒que como bien se dijo aquí en América Latina‒ llegó a ser el mínimo y dulce Francisco de Asís.
Pedimos a Dios que esto sea la Iglesia, que estos sean los cristianos, que seamos así, que seamos la delicadeza, la educación, la dulzura de Dios, para que el mundo crea, y para que nosotros podamos tener acceso; hoy, los grandes de la tierra todo lo organizan con el despotismo, hoy el mundo gira en torno a la crueldad, en torno a las leyes, en torno a los mandatos, en torno a las amenazas, en torno a las restricciones, abuso de poder.
La iglesia es digna, ¡unida al Cordero!, gracias al Cordero la Iglesia es la única que es digna de tocar, acercarse, dirigir las cosas de Dios, por su sacrificio, por su inmolación, por su inocencia, por su no agresividad, por su no despotismo y soberbia, eso es lo que nos hace capaces de tocar el Libro, de tocar el corazón de los fieles, el corazón de Dios
Pedimos, pues, a Nuestro Señor, que nuestro querido padre Hugo, lo siga llevando por sus senderos del amor y de la ternura, de la comunión con el universo como era el estilo de San Francisco de Asís, llevar una armonía, llevar una paz infinita, llevar una caricia de parte de Dios a los pajaritos, a los animalitos, a los agresivos como el lobo, a los déspotas cómo los sultanes y mahometanos de Jerusalén y de todas partes; y también dentro de su comunidad, San Francisco inspiró siempre esa delicadeza infinita, preciosa, tan necesaria del amor de Dios.
Mi querido padre Hugo, ese es tu camino, esa es a partir de hoy tu actitud, que nosotros recibimos como un don bonito para nuestra Iglesia Diocesana. Así sea.
