Homilía de Mons. Juan Manuel Mancilla Sánchez, Obispo de Texcoco

Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús

24 de junio de 2022

 “El Señor es mi Pastor”. Como son deliciosas estas palabras del Salmo 23 mis queridas hermanas, mis queridos hermanos pues siempre, y bueno hoy que el Obispo quiere dar gracias a Dios junto con ustedes por su ministerio, pues son especialmente felices estas palabras, “El Señor es mi Pastor, nada me faltará”, a nada  le tendré miedo, no me faltará la seguridad, no me faltará la paz, no me faltará la mesa, no me faltará la copa, no me faltará el perfume, no me faltará su cayado para cuando se acerque los coyotes  –aquí hubieran sido los coyotes, este, las alimañas, las viborillas–  y me acompañará, así con eso, todos los días de mi vida.

 Ha sido muy agradable pues, celebrar esta fiesta hoy del Sagrado Corazón, bajo esta luz tan hermosa del “Yo mismo iré a buscar a mis ovejas”, “Yo mismo velaré por ellas” me interesa la gordita, me interesa la flaquita, me interesa la buena, me interesa la mala, me interesa la correcta, me interesa la perdida, me interesa la descarriada, me interesa la despistada, me interesan todas mis ovejas, dice el Profeta Isaías, e incluso “las cargaré” y quiero llevarlas en mi hombro para que sientan realmente quien es, como es su Pastor.

 Pues ustedes y yo necesitamos a Cristo, ese Pastor tan cariñoso, tan especial, distinto de todos los que han existido, los demás son ladrones, salteadores, embaucadores, mentirosos; “Yo soy el buen Pastor”, el Pastor que da calidad, caridad, el Pastor que siembra y hace el bien. Y por eso, me llamo mucho la atención que al entrar ya en los espacios del Sagrado Corazón, una de las palabras de Jesús que aparecen fue: “Cuídense de los falsos…”  –bueno ahí me quedo–  cuídense de los falsos; van a tener falsos maestros, falsos pastores, falsos evangelizadores y, pues la lista es inmensa; y así es, la Iglesia siempre tendrá frente a sí, o con el peligro de que se metan también, pues personas falsas; en la Iglesia no debe haber, debemos estar muy atentos a la falsedad.

 Y el Profeta también decía ¿saben dónde aparece?, donde menos te imaginas y aparece la falsedad, en tu corazón. Por eso digo, que bonito eso de que la Iglesia pone esa palabra de Jesús al acercarse la fiesta del Sagrado Corazón; ¿porque lo digo?, pues primero para mí  –y si alguien quiere también recoger esto–  que los espacios de la iglesia: las comunidades, las parroquias, los sectores, y sobre todo la Curia, sea un espacio donde no exista la mentira, la falsedad, la ventaja, el ser aprovechados, el ser pues duros; el mundo se está haciendo hasta cruel, ya lo estamos viendo, cuanta crueldad entra a los espacios comunitarios, y por eso el Señor nos dice que no seamos falsos, que juguemos derecho, que seamos correctos.

 Y ahora vamos a lo preciosísimo, “como Él”, como su Corazón, donde no hay falsedad, donde no hubo engaño  –eso decían los Apóstoles–  todos garantizan que en Jesús nunca hubo doblez, nunca hubo engaño, nunca hubo ventaja, nunca le quito nada a nadie; Jesucristo paso haciendo el bien, sus manos siempre estaban listas para sembrar el bien, para acoger, para acariciar, para curar, para rescatar; y por eso, el Apóstol por ejemplo Pedro, en su primer sermón, fue de lo que más resaltó: “Pasó haciendo el bien”, “Dios estaba con Él”.

 Pues yo estoy seguro queridas hermanas, queridos hermanos, que ustedes y yo vamos a anhelar y a trabajar para que en nuestros corazones exista el Amor de Cristo, el estilo de Cristo, la seriedad, la garantía de Jesús en todas sus relaciones, en todas sus actividades, en todas sus propuestas Jesús fue bien auténtico, Jesús fue un río de agua viva, de agua fresca ‹vénganse conmigo todos los que están agobiados, cansados por las cargas y yo los aliviaré, y al, del que crea en mí, ríos de agua fresca saltarán, y llegarán hasta la vida eterna; y aprendan de mí, mi mansedumbre, mi humildad de corazón›.

 ¡Sagrado Corazón de Jesús!, –lo invocamos ustedes y yo–  pues, concédenos ser verdaderamente imagen tuya, verdaderamente seguidores tuyos, discípulos tuyos, colaboradores tuyos; que lo que más aprecie la comunidad y todos los que nos encuentran o nos buscan, sea pues esa deliciosa autenticidad, esa deliciosa mansedumbre y humildad de su corazón, como hoy a nosotros ciertamente nos lo está ofreciendo y pidiendo. Y por eso recordemos también para los que aman así, para los que aman como Cristo, todo concurre para su bien. Yo a ustedes les deseo ese bien, que brota del Sagrado Corazón de Jesús.