Homilía Mons. Juan Manuel Mancilla Sánchez, Obispo de Texcoco
25 de diciembre de 2022
“¡Sí! La Palabra se hizo carne”. Mis queridas hermanas, mis queridos hermanos, es una delicia contemplar a Jesús el Hijo de Dios, que hoy el Evangelio de San Juan llama “La Palabra”. La Palabra es la espontánea, la natural, el natural movimiento para comunicarnos, para entendernos; hablando se entiende uno, no hay forma más auténtica de saber lo que una persona tiene, siente, lleva, que la palabra; cuántas veces decimos: ‹no me dijiste, no me lo habías dicho, yo no sabía, por qué no me hablaste, porque no me previniste, porque… y así›.
Hermanos, es una delicia, que una vez que hemos contemplado el pesebre, la escena de Belén, la Santísima Virgen y San José en torno al Niño, y una vez que hemos sabido que las personas más humildes acudieron gozosas a visitarlo, a saludarlo, a adorarlo, también ya sentimos, que personas de lejos se encaminan hacia Jesús, los Magos; una vez que nosotros vemos ese escenario tan especial y tan dulce, escuchamos estas palabras, este mensaje tan bello del Evangelista, de San Juan, el Apóstol del amor, y nos dice: es la Palabra de Dios, gracias a Jesús, en Jesús, y desde Jesús, Dios nos hablara, Dios se comunicara con nosotros, entenderemos el corazón de Dios, Dios sacara lo mejor, lo más grande que Él lleva en su existencia a través de su Hijo.
Dice el autor de la Carta a los Hebreos: Dios ha hablado y puede hablar de muchas formas, en muchos tiempos, de distintas maneras, en épocas, sobre todo a través de los Profetas, pero nunca nos imaginamos que Dios nos fuera hablar mediante su Hijo, Jesucristo; nunca nos imaginamos que Dios pudiera tener para nosotros un lenguaje tan claro, tan hermoso, tan sugestivo, tan auténtico, como el que nos dio a través de Jesús; ¡Jesús, todo Él! es de Dios, expresión de Dios, mensaje de Dios, Palabra de Dios.
Queremos saber el camino para llegar a Dios, Él es el camino, y el mejor camino, el auténtico, el único camino. Queremos disfrutar la luz de Dios −el texto del Santo Evangelio cómo lo dice en una forma tan bella− Él era la luz; Juan dio testimonio de la luz, pero él no era la Luz, dio testimonio de la Palabra, él no era la Palabra; la luz verdadera, la que deveras ilumina, la que deveras ofrece hermosura y seguridad, es Jesucristo, Él es la Luz de los corazones, la Luz de los hogares, la Luz de las Naciones, la Luz de la eternidad.
Vemos como Jesús siendo gracia, no ha habido una persona que viva, que ofrezca todo, a partir de la gratuidad como Jesús, en Él todo fue gratuito, como hemos dicho: nunca nunca arrebató, nunca le quitó nada a nadie, al contrario, Él espontáneamente, a toda hora, fuera donde fuera, fuera quién fuera, ofrecía gratuitamente la salud, las bendiciones, la enseñanza, la comunión; por eso Jesús es la Palabra de Dios, es un Dios vivo, interactuando, creando historia, narrativa, bendición −y termina el texto de esta celebración− “plenitud”, en Cristo todo está bien, en Cristo todo es satisfactorio, de su plenitud todos hemos recibido y gracia tras gracia, expresiones, vivencias muy agradables, muy adecuadas, muy satisfactorias.
Queridos hermanos, que cada uno de nosotros se acerque, se deje llenar por la presencia, por la Palabra, por las gracias de Jesucristo Nuestro Señor; no hay una forma tan correcta, tan auténtica para alcanzar nuestra plenitud, nuestra realización, nuestra purificación, nuestra tranquilidad, nuestra mejor forma de expresión que como personas hemos de tener, que con Cristo, para Cristo, desde Cristo, y para gloria de Dios.
Así sea.