(versión estenográfica)

Homilía del Domingo de Ramos

Queridos hermanos, a partir de este momento, toda la Iglesia contempla con delicadeza la figura, la persona, el camino de Nuestro Divino Señor. Al principio resaltábamos su humildad, a lo largo del relato de la Pasión… sufrimiento, cómo sufrió, todo lo que sufrió. En un tercer momento, la Cruz, la muerte, o sea, la donación total de su vida para nosotros, por nosotros.

Queridos hermanos, a esto, llamémosle, valorémoslo, como la suprema sabiduría para nuestros corazones, para nuestro caminar por la vida. Todo lo que se resuelva con soberbia, con violencia, con venganza, con maldad, Dios no lo bendice, Dios no lo sostiene. Ahora nos queda claro, la grandeza del alma de la persona, como Cristo, queda en su pequeñez, en su sencillez, en su capacidad de donación.

Ustedes y yo, queridos hermanos, vamos pidiendo a nuestro Padre Dios, nos regale el Espíritu de Jesús, los sentimientos, las enseñanzas verdaderas de Jesús. Se acabará mucha violencia, mucha ventaja, muchas venganzas. Se acabarán tantas lágrimas, tanta sangre, tendremos la hermosísima paz, la gloria, otra vez, la humilde majestad de Dios entre nosotros. Así sea.

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1.- Valoremos el camino de la Pasión de nuestro Señor Jesús