por la mañana

Homilía Mons. Juan Manuel Mancilla Sánchez, Obispo De Texcoco

24 de diciembre de 2017.

 

Από το Ѳԑό.“De parte de Dios”.

Queridos hermanos, el día que el hombre dialogó con la serpiente, que platicó, se entretuvo con el maligno, se vino una cascada de miserias muy grandes, ya lo sabemos: mucho dolor, mucha ansiedad, mucha distancia, mucha angustia. Hoy, toda la Iglesia disfruta el día en que la mujer dialogó con Dios: “Από το Ѳԑό”, dice exactamente el texto de san Lucas “de parte de Dios”.

Cuando se habla, cuando se escucha a Dios todo es diferente ¡alégrate! Recordemos las palabras de Dios a la mujer: qué difícil será tu vida, tu esposo se ganará su pan con mucha amargura, con mucho sudor; tú tendrás tus hijos con dolores de parto, habrá momentos en que te lo persigan, te lo envenenen, te lo picoteen, y se arrastrará. En cambio, ahora vas a dar a luz un hijo, será grande, será llamado Hijo del Altísimo, Dios estará con él, Dios lo acompañará, le dará una vida, una silla, un trono seguro, estable por siempre.

Queridos hermanos pensar que nosotros formamos parte ya de esta etapa, de este ciclo definitivo, plenario de la historia, saber que gracias a la Iglesia la Virgen que concibe, que recoge al Hijo de Dios, nosotros podemos crecer, podemos levantarnos, podemos llenarnos de ilusiones, de bondad, de fortaleza, de sabiduría, de eternidad. Y estas palabras pues, del Ángel a la Santísima Virgen, la Iglesia las hace suyas, suyas, estas palabras son para los creyentes, para las personas fieles a Dios, para las personas atentas a Dios, con Dios. Estas palabras son palabras de alegría, de felicidad, porque, el Hijo de la Santísima Virgen, la descendencia de la Santísima Virgen María gozará un reinado perpetuo; y es un reinado superior, es un reinado en donde la verdad, es un reinado donde la sabiduría estará siempre, se sentirá siempre, la bondad de Dios se sentirá siempre, la salvación de Dios se sentirá por todos lados.

Y de hecho mis queridos hermanos el rey David, es como un anticipo de eso que Dios hará con los creyentes, el rey David pensó que él edificaría algo grande a Dios, que lo iba a honrar, que él iba a hacerle justicia, y fue todo lo contrario “yo te engrandeceré, yo te daré descendencia, familia, te daré un hijo que reinará por los siglos de los siglos”. Un hijo, ¡claro! es Jesucristo, es el Mesías, pero de nuevo los que se identifiquen, los que crean en el Mesías van a participar de todas esas promesas de vida, de todas esas promesas de luz que nuestro Señor tenía en su proyecto, no solo tenía ganas de darnos, sino que efectivamente lo cumplió cuando el Mesías hizo su presencia entre nosotros.

Queridos hermanos démosle gracias a nuestro Señor, porque a partir del bautismo hemos encontrado gracia, a partir del bautismo nosotros también hemos sido consagrados, pertenecemos al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo, y ese encontrar gracia ante Dios, pues, no lo perdamos, no perdamos el gozo, el interés, la emoción de escuchar a Dios, de caminar con él, de obedecerlo, de ponernos a su servicio como lo hizo la Santísima Virgen.

Adán y Eva no quisieron servir a Dios, no confiaron en la palabra de Dios, ellos confiaron, ellos confiaron en sí mismos, confiaron en la serpiente, confiaron en el fruto prohibido, en un árbol feo y se destruyeron. Hoy nosotros estamos llamados a una fe, a una obsequiosidad clara, grande hacia nuestro Dios; Jesucristo nos va a ayudar con su pequeñez, con su humildad, con su itinerario, Jesucristo nos integrará, y nos irá ofreciendo poco a poco los dones de Dios que son espléndidos, que nadie podrá destruir. Así sea.