Misa de Nochebuena
Homilía Mons. Juan Manuel Mancilla Sánchez, Obispo De Texcoco
24 de diciembre de 2017.
Misa de Nochebuena.
“Gloria a Dios en lo más alto”.
Mis queridos hermanos, si alguna certeza nos queda hoy, es que Dios es humilde, modesto, se encarnó, y donde menos lo esperábamos; Dios ha entrado a nuestro mundo, a ese mundo pequeñito de José y María donde todo era, pues también, modesto, sencillo, incluso lleno de dificultades. Vemos a esta Sagrada Familia en un clima de obediencia, bien discretos, tienen que caminar en la noche, en el frío, en el aire y buscar alojo, con todas las penalidades que conlleva una mujer embarazada y a punto de dar a luz.
Y efectivamente mis queridos hermanos, el Hijo de Dios nació en un lugar incomodo, impropio, improvisado, nada de extraordinario, más aún, con mucho en contra, de lo poco que aparece: pañales, un corral, un chiquero, técnicamente se dice, un establo puede resultar más elegante, pero nuestro Señor ahí nació, en un corral, dice el texto de san Lucas “no hubo lugar para ellos”, un lugar humano, acogedor, no lo hubo.
Bueno, junto con ustedes quiero disfrutar esto, así termina la narración del nacimiento personal de Cristo, en esas precarias condiciones de modestia vivió también siempre la Sagrada Familia, así sucedió la llegada de Jesús; tal vez a la luz de una vela o de una antorcha, o de una lucecita; por eso digo, junto con ustedes quiero asomarme y decir con toda claridad como lo dice el texto. La fiesta, los cantos, la luz, los reflectores aparecen en otra parte, en una majada, donde están los pastores, allá, sí hay esplendidez, allá sí hay mensaje, celebración, alboroto, el cielo se abre, aparece un ángel impresionante y enseguida la multitud de los ángeles. Pero eso no está donde Jesús nació; no, eso no se disfrutó en el lugar donde estaba la Santísima Virgen y san José, no entorno a José y a María es que aparecen las celebraciones, los cánticos, las aclamaciones.
Bueno, queridos hermanos, junto con ustedes quiero contemplar, agradecer. La grandeza de estos esposos radica en que en un mundo, en un lugar tan adverso, tan agresivo, sucio, hostil, ellos fueron capaces de crear una casa, un hogar con infinita ternura, calor, protección; a un niñito le dieron no solo ese hogar que nosotros pudiéramos describir, sino felicidad, mucha paz, mucha armonía. Quiero que este sea el mensaje más fuerte para su servidor y para ustedes: Se puede abrir un espacio a Dios, en medio de todas las dificultades, aun teniendo todo en contra, todo, el entorno, los lugares, lo que quieras, se puede recibir a Dios, o mejor, se puede disfrutar la gracia, la hermosura de Dios.
Hoy, algunos cristianos decimos, en este mundo tan difícil, en estas circunstancias tan absurdas ya no se puede creer, ya no se puede amar, queridos hermanos, acerquémonos a la Sagrada Familia, contemplemos a José y a María en su sencillez, contemplémoslo en su silencio, en su candor, en su belleza espiritual, y aprendamos y decidámonos a ser casa, escuela de comunión, de ternura, de servicio. Así sea.