Homilía Mons. Juan Manuel Mancilla Sánchez, Obispo de Texcoco
“Tu Padre está en lo secreto”. Mis queridas hermanas, mis queridos hermanos, es grande, consolador, una gran oportunidad esta época: la Santa Cuaresma, la Semana Mayor, el Triduo Pascual, y la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, porque toda la humanidad ha tenido pues, un descuido muy grave, todos hemos caído, todos hemos ofendido a nuestro hermosísimo Señor, a nuestro Gran Creador y Señor, Nuestro Padre; todos hemos tenido un desencuentro, un distanciamiento, y lo peor, ofensa, desprecio, a lo que es nuestro gran Dios y Señor.
Ahora este tiempo, nos ayuda a reconstruir acercándonos con espíritu bueno, en buena disposición a Nuestro Señor, y es delicioso saber que Él nos recibe, que Él nos entiende, que Él nos purifica, nos baña y nos cura las heridas, nos da su Espíritu, su Espíritu Santo nos conduce santamente, su Espíritu Santo nos llena de sabiduría, de fortaleza, para ser agradables a Él. Todos pongamos en el centro de nuestro corazón y de nuestra mentalidad a Dios Nuestro Padre, compañero inseparable de todos los seres humanos, sobre todo a partir de Cristo, esa cercanía, ese gusto de caminar con nosotros, pues se agrandó, se hizo espléndido, Jesucristo es el ‘Imanuel′, ‘Dios con nosotros′, a toda hora donde menos nos imaginamos, o mejor, sobre todo, a nuestros abismos, en nuestras tinieblas, nuestras impotencias y rabias, en nuestra soledad.
El Salmo 113 que es el pequeño Hal-hel, dice, que aunque Dios se siente en su trono sagrado, su corazón y sus ojos, están en los más pequeñitos, abandonados, en la basura, y los levanta y hasta príncipes los hace; a la mujer, donde hay tanto sufrimiento, Él llega y la levanta, la lleva a su casa, la sienta en el centro de su hogar, y los hijos la valoran, le aplauden, babean por ella, y la celebran con mucha alegría ‘madre triunfante de hijos′. Nuestra relación con Dios, mis queridas hermanas, mis queridos hermanos, es crucial, y debe tener este toque precioso de autenticidad, y por eso se insiste mucho en la oración en esta época, en la búsqueda constante del corazón de Dios, de su sabiduría, de sus actitudes, de todas las enseñanzas que nos ayudan tanto.
Enseguida, se nos pide mucho, ver cómo está nuestra vida; por lo general descubrimos egoísmos, soberbia, envidia, rencores, ¡desordenes! en pocas palabras, somos desordenados, se nos pide orden, se nos pide modestia, cuidado, disciplina; ‘ayuno′, esfuérzate, sacrifícate, modérate, ten cuidado; se nos pide fijarnos como andan nuestras relaciones con los hermanos, y se nos da esa pista tan bonita: empieza con los más despreciados, fíjate en los menos favorecidos, y comparte tu pan, tu techo, tus fortalezas: regálalas, ofrécelas a tus hermanos. En estos tiempos ‒desde hace ya algunos siglos‒ la limosna se ve con desprecio, muchas personas se burlan si alguien hace limosna, muchas personas aconsejan: no hagas limosna “¡mira! se va a emborrachar más, ¡mira! se va a gastar en esto y en lo otro”, y hasta parece que se sabe que hacen los pobres, cuales son las faltas, los errores de los pobres y pues claro, se les juzga y hasta se les persigue.
‹¡No les des limosna!, la van a usar mal›, como si yo no usara mal los dones de Dios, ¿yo habré usado bien, los regalos de Dios?, ¿yo puedo presumir, de que sí soy un administrador correcto de Dios?, entonces, ¿yo si tengo derecho a usar los dones de Dios?, a mí sí que me den, que se me dé, que se me multiplique todo, que me rinda, y que yo use las cosas como yo quiera, y decida y disfrute como a mí me da la gana, pero ese no, porque es pobre, ese no, ese no va a administrar bien. Queridos hermanos, qué bueno que Nuestro Señor dijo: ¡No! “Limosna”, usted dé limosna; en el momento en que tú compartas con el necesitado, con el ignorante, con el mal portado, lo que quieras, estás viendo ahí, un hijo de Dios, y te estás acercando a él con caridad, te estás aceptando a él con amor.
Entonces la Cuaresma cómo nos ayuda a reconstruir la mente, el corazón, la Cuaresma como nos llena de luz, y como nos impulsa a seguir haciendo relaciones humanas constructivas, saludables, satisfactorias; rehacemos el mundo íntimo, el mundo en cortito, y el cosmos, la gran familia de los hijos de Dios, su pueblo, al final: sabiduría, bondad, nobleza; vean qué oportunidad tan bonita pues, tenemos nosotros para introducirnos en el Tiempo Santo de la Cuaresma, que bueno que en México hasta eso es festivo, cuantas personas han dicho que, en la cuaresma es cuando se come más sabroso, ‘pues comamos sabroso′; y bueno, alimentémonos de la Palabra de Dios, alimentémonos de la palabra también de nuestros hermanos, alimentémonos de la presencia de Dios, alimentémonos y valoremos la presencia de nuestros semejantes, de todos; es muy rica la cercanía la mirada, la sonrisa de una persona, cuenta mucho el sufrimiento, las lágrimas de los demás, que nos involucren, y entonces, seremos todos, agradables al Padre Celestial. Así sea.
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