Con amor eterno te amé. Vigilia Pascual

 

Homilía de Mons. Juan Manuel Mancilla Sánchez, Obispo de Texcoco, durante la Celebración de la Vigilia Pascual en la Catedral de Texcoco. Sábado Santo 20 de abril de 2019:

Con amor eterno te amé.

Y así queridas, queridos hijos; mis queridas hermanas, mis queridos hermanos, podríamos ir recogiendo, como piedras preciosas, la palabra, las palabras, de revelación, las palabras divinas en las que aparece claramente el amor infinito de Dios para todos nosotros, para todos los seres humanos; y precisamente en Jesucristo podemos descubrir que el amor de Dios está con nosotros, que el amor de Dios nos ha traído luz, porque hay muchas cosas que no vemos, el amor de Dios en Jesucristo que dijo: “Yo soy la luz del mundo y el que me siga no caminará en tinieblas”.

Ustedes notaron, se fue dejando sentir, en medio de la comunidad, hasta que resplandeció con esa brillantes, con esos mil reflejos que sólo Él puede tener. Más adelante Él nos dirá, y hoy les dice, a estas, a estos, queridos catecúmenos, ahora ustedes son luz, son la luz del mundo, ahora ustedes brillarán, ahora ustedes darán seguridad, ahora ustedes darán fin a tanta tenebrosidad que existe en las conductas humanas. Nuestro Señor nos ha amado con un amor profundo, limpio, ahora ustedes queridas hijas, queridos hijos, van a recibir las aguas del Bautismo. Todo comenzó cuando el profeta, el patriarca profeta le decía su hijo, te entregó el rocío del cielo, y David nos dirá, era el Mesías, yo te engendré con el rocío antes de la aurora, y esa gotita de rocío, en Cristo, se convirtió en ríos de agua viva y desde entonces los seres humanos que aceptamos a Jesús, mediante la fe, y ustedes así lo experimentarán, queridas hijas, queridos hijos, ustedes, a partir de hoy, llevarán una pureza y una frescura espiritual muy grande en su corazón.

Ustedes no podrán jamás identificarse con la inmundicia, con la basura del mundo, porque nacieron de la frescura del agua, de la frescura de Dios. En seguida se les va ofrecer un perfume, se llama el Santo Crisma, para que ustedes mediante sus buenas obras, mediante sus actitudes, mediante el ser distintos, ustedes hagan que Dios, que Cristo, siga siendo atractivo, a través de sus buenas obras muchos se preguntarán, muchos se acercaran sorprendidos, por qué tú no mientes, por qué tú no eres vengativo, por qué tú no amenazas, por qué tú no tienes avaricia, por qué tú no eres cruel, y es porque ustedes llevarán el buen olor, la atracción de la inocencia de Cristo.

Nuestro mundo es perverso, se está haciendo, cada vez y cada vez, más duro y más cruel, ustedes llevarán ese toque humilde, ese toque delicioso del espíritu de servicio, incluso ustedes sabrán sacrificarse por los demás al estilo de Cristo para verlos felices y nunca le quitarán, nunca le arrebatarán nada a nadie, como Cristo que pasó haciendo el bien y tendiendo la mano a todos porque Dios estaba con Él.

Queridos hermanos, cómo sería bueno que nos detuviéramos a ese experiencia tan bella de la resurrección de Cristo, en donde hoy, el texto sagrado, nos pone como protagonistas principales y fundamentales a las mujeres. Gracias a las mujeres Dios pudo construir la Historia de la Salvación. En el Evangelio, a partir de la Santísima Virgen María, las mujeres son fundadoras, de tiempos nuevos, espíritu nuevo, a ellas Dios ha querido darles un papel crucial y memorable en la edificación de la vida, de la familia y de la sociedad. Ellas son protagonistas de la luz, del amor, de la lealtad de Dios. Ellas se han enfrentado a pesares, se han enfrentado adversidades, a imperios, incluso se han enfrentado a Dios con tal de salvar la vida, la personalidad, la identidad, como sucedió con Eva, con la Santísima Virgen María, y ellas se supieron arriesgar, antiguo y actualmente, sobre todo en el evangelio pues, aquí la Santísima Virgen de Guadalupe vino a visitarnos corriendo todos los riesgos y ella vino a salvarnos como aquella mujer salvó a Moisés de las aguas, y ayudado a que nuestro Pueblo no se desmorone.

Las mujeres en la vida de Jesús son fundamentales. Hoy lo dice clarito el evangelio de San Lucas: El primer día de la semana, ellas se levantaron, fueron, llegaron al sepulcro, prepararon perfumes, los llevaron, se introdujeron en la sepultura, no encontraron al Señor, se desconciertan, pero, se enfrentan a dos varones vestidos llenos de luz pero, ellas los enfrentan, dialoga con ellos, recogen el mensaje: “No busquen entre los muertos al que está vivo”, y ellas obedecen, recuerdan las palabras del Señor, y van con los apóstoles a anunciarles que el Señor ha resucitado. Dejan el sepulcro y anuncian todas estas cosas.

Cómo me gustaría que ustedes queridas jovencitas, que en nosotros, en la imagen de ese espíritu femenino, anunciáramos todas estas cosas, que no tengamos miedo, cuando la mujer, cuando las mujeres toman una decisión, una actitud, una resolución, nadie las podrá detener. Anunciar la luz, anunciar el amor. El amor está vivo, que Jesús está presente, que Jesús nos llena de sabiduría, que Jesús nos llena de nobleza, nos llena de Dios, nos llena de inmortalidad. Ellas fueron y anunciaron todas estas cosas. Poquito más adelante san Lucas remarcará, y fueron los apóstoles y encontraron todo tal y como habían dicho las mujeres. En pocas palabras, el alma de la mujer, las mujeres, gracias a Dios, ustedes lo comprobarán, en el Evangelio las mujeres nunca pidieron los primeros puestos, como Santiago y Juan. Las mujeres nunca ambicionaron los primeros lugares, sirvieron, apoyaron. Nunca fueron ni quisieron ser protagonistas, simplemente colaboradoras de Jesús. Las mujeres nunca lo traicionaron, como judas, las mujeres, nunca lo negaron, como Pedro, las mujeres, repito, nunca lo abandona. Dice san Marcos cuando llegaron sobre Jesús para arrestarlo, abandonándolo todos los apóstoles, todos huyeron.

Cómo necesita hoy la Iglesia esta clase de personas, de actitudes. Esta clase de bendiciones que sin duda ustedes, queridos hijos, queridas hijas, sabrán ofrecer hoy en su gozoso y humilde testimonio en su familia, en sus lugares de estudio, de trabajo, donde quiera que se desenvuelvan ustedes llevarán esa luz preciosa de salvación. Yo les deseo días muy hermosos, y por eso ahora, que les ofrecemos el Bautismo, bendecimos a nuestro Padre Dios, que no ha acabado de llenarnos de gracias y de ofrecernos el llamado, la cercanía, para disfrutarlo. Así sea.