«Creen en Dios, crean también en mí… Acérquense a Jesús Piedra Viva, preciosa, escogida, a los ojos de Dios». Homilía de Mons. Juan Manuel Mancilla Sánchez, en la Catedral de Texcoco.
14 De Mayo De 2017.
“Creen en Dios, crean también en mí”. Y qué bellas palabras de la primera carta del apóstol San Pedro, mis queridos hermanos. Acérquense a Jesús, piedra viva, preciosa, escogida a los ojos de Dios.
Hermanos, nuestra fe es personal. Es cuestión de personas, están en juego las personas, se sostiene en personas. Es el valor, es la belleza de una persona, es la gracia, el dinamismo interior, agradable de una persona; veamos por ejemplo lo que dice el Salmo 32: “Nuestro Señor es sincero”. Los apóstoles repetían a cerca de Jesús ¡no hubo engaño en su boca!. Con esto mis queridos hermanos yo quiero seguirme iluminando, cómo debe ser uno, cómo debe ser una persona ¿qué es lo que en una persona es de lo más valioso?
El Señor es sincero, es leal, es derecho, es bueno; la tierra está llena de sus bondades, sincera es su Palabra, sus acciones son lealtad, algo muy necesario en la actualidad, algo que de veras hace que brote, pues mucha confianza, mucho dinamismo, mucha tranquilidad, mucha armonía.
Junto con ustedes yo quiero pedirle a Nuestro Señor que Él nos comparta esa vitalidad tan hermosa, decisiva, para que nosotros podamos caminar y, ¿porqué no? ser felices, ser imagen de Jesús, tener siempre a Jesús como nuestra gran referencia, por eso Él decía ¡Creen en el Padre, crean también en mí! Le han entregado su corazón a Dios, ¡entréguenle su corazón a su Hijo, a su Mesías!
Y yo rápido también quiero hacer una lectura muy buena para nosotros. Seamos personas de confianza, tengámosle confianza a las personas, cultivemos la confianza, no andemos con ese dicho tan malvado en México, “Piensa mal y acertarás”, eso no es cierto, pues ya si estás pensando mal, pues ya, ya, tú mismo te envenenaste y cómo no vas a envenenar a los demás. Cada quien juzga como es, si tú piensas mal pues ya incluso, orillas al otro al mal, y si él ni siquiera tenía esa ocurrencia de jugarte mal, de jugarte chueco y ya tú se lo hiciste sentir, pues dice ya que, no vale la pena el que yo te respete o me acerque a ti.
Queridos hermanos, cómo es importante la vida, la palabra, la enseñanza de Jesús; por eso Felipe le decía a Nuestro Señor “Enséñanos al Padre”, porque aquí en lo que nosotros vemos, pues son puras cosas feas, puro desencuentro, puras experiencias negativas, ya queremos ver algo de calidad, algo divino, algo sobrenatural, “Enséñanos al Padre”; y la respuesta de Jesús fue bellísima: ¡Felipe el que me ve a mí, ve al Padre. El Padre está en mí, yo me inspiro, yo me sostengo, y yo hago lo que hace el Padre, lo que me ordenó mi Padre!
Queridos hermanos, por eso qué valiosa es para la Iglesia esta enseñanza de Jesús, “yo soy el camino, la verdad, la vida”, integrémonos cada vez más mis queridos hermanos a Jesucristo, ¡Acérquense al Señor Jesús!, ahí hay casa, construcción, perdurabilidad, edificio, intimidad y, si pudiéramos decir, termino con ese comentario que hizo Jesús “Yo me voy a ir a mi Padre y les voy a preparar una habitación”.
Hermanos, cómo debe llenarnos de gusto, de ilusión, ese modo de ser de Jesús, fiel, sincero, cuidadoso: “Yo voy a ir a la casa de mi Padre, ahí hay muchas habitaciones y yo les voy a preparar una”. Casi todos pensamos que el cielo va ser un valle, un estadio inmenso y que nos va a tocar en la cola, mero atrás y que a lo lejos vamos a ver al Padre Dios, y que de vez en cuando o muchas veces los coros de los ángeles se moverán y que habrá un espectáculo y que nosotros perdidos, anónimos en aquella gran muchedumbre.
Hoy, hermanos toda la iglesia recibe esta enseñanza: Cada discípulo de Jesús será tratado en forma personal, cada persona tendrá su intimidad, cada persona tendrá su exclusividad, cada persona en la casa de su Padre será un huésped distinguido, con su llave, con su cuarto, con sus cosas, con sus gustos, con sus caprichos o deseos pero ya santificados, vamos a tener el resguardo, Dios seguirá dándonos ese gusto por lo personal, por nuestras áreas muy nuestras, por el entorno que nos da mucha serenidad, abrigo.
Hermanos, así de grande es nuestro Dios, hemos de bendecirlo, hemos de disfrutarlo ya desde ahora en la fe, y nosotros hemos de tener también esa capacidad de ser como él, por ejemplo, respetar mucho la intimidad de las personas, resguardar mucho las áreas privadas de las personas, ver con gusto que las personas tengan espacios muy personales. El libro del Eclesiástico en el capítulo 16 decía, dice: “No digas: me esconderé del Señor y ¿quién me encontrará, quién se acordara de mí allá arriba? Entre la gran muchedumbre yo no seré reconocido ¿pues quién soy yo en la inmensidad de la creación?”.
Cristo, mis queridos hermanos, nos ayudó a crecer, a valorar en todas las áreas, hoy digo la personal, la íntima, lo secreto, lo muy tuyo, y también lo común, lo público, lo de todos. Bendigámoslo ofreciéndole nuestra fe, nuestro interés por segur siendo dirigidos, sostenidos, educados por nuestro Divino Maestro que es la verdad y la sabiduría infinita. Así sea.