Por Mons. Juan Manuel Mancilla Sánchez, Obispo de Texcoco
“Sus nombres están escritos en el Reino de Dios”
Ustedes y yo queridos hermanos ‒ya diáconos, proximisimos‒ no olviden, están aquí porque desde toda la eternidad y después de haber sido invitados al banquete de la vida, de la fe católica, al banquete del amor de Dios, ahora son invitados al banquete del servicio, del trabajo en medio del Pueblo, para su gloria; cada que terminen de dar un paso tratando de construir el Reino y se sientan felices, pues que su felicidad no este tanto en el recibimiento, en el beneplácito del Pueblo tan sencillo y bello que Dios nos ha dado, sino que sientan el gozo de que sus nombres, y los nombres de aquellos a quienes ustedes evangelicen, se va escribiendo en el Reino de Dios.
Y sé que también ustedes echarán fuera muchos espíritus malos; México se está llenando espíritus malos, espíritus perversos que quisieron hacer de nuestro pueblo, un pueblo laico, un gobierno laico, escuelas laicas, universo laico, y vivir sin Dios, y se nos olvidó: “¡Gloria a Dios en el Cielo y en la Tierra Paz!” Nos estamos alejando de Dios y se nos fue la paz, se fue la armonía, se fue el orden, se fue la tranquilidad y el bienestar; ustedes van a ser constructores del Reino ‒que si quieren vamos tratando de caminar un poquito, en el texto del Santo Evangelio‒ en donde Nuestro Señor habla, como yo quiero hablar con ustedes: en intimidad, en cercanía, en convicción, sobre lo que es el sagrado Ministerio que ustedes comienzan a recibir solemnemente, ya con autoridad, una autoridad eclesial, una autoridad apostólica.
Nuestro Señor les decía a sus discípulos, que cuando ellos fueran a anunciar el Evangelio, pues caminaran con mucha sencillez, “¡Corderos en medio de lobos!” ya no estuvimos escuchando, eso sobre todo pues pega al Obispo; El Obispo debe ser “cordero en medio de su pueblo” tener la sencillez, la inocencia de su pueblo cristiano, que esa inocencia la ha dado Cristo, por eso pueblo cristiano; de las características más bellas “ser corderos” en medio de un mundo áspero, violento, feo, “corderos”.
Ustedes y yo, vamos a tener bien claro esto, no va a ser el perejil, la parafernalia, sino la inocencia, la sencillez del cordero, la que caracterice nuestros movimientos en medio del Pueblo de Dios, no pierdan eso; es una palabra que sale de Jesús en el primer envío a sus discípulos, y dice: ‘Y caminen en comunidad’ Él lo decía ‘caminen de dos en dos′; parece que no, pero ustedes también aquí al designarles su lugar de trabajo, van a sentir rápido pues que tienen su párroco, que tienen a su compañero, que tienen su pequeña comunidad de consagrados, van a tener su generación, ustedes van a tener su Decanato, su Vicaria y pues su querida Diócesis, para que nunca se zafen de esa comunión, que es fundamental para los procesos evangelizadores.
Vayan como corderos y vayan de dos en dos y, traten de internarse, traten de identificarse con el Pueblo, toquen la puerta, saluden; lo primero que decía el Señor: “¡saluden!” den salud; digan que lo que ustedes; llevan no es enfermedad, no es conflictividad, no es hacer daño, y digan: “La Paz este con Ustedes”, hombres de paz; claro que esa paz, que hoy según eso las Naciones Unidas y esas Instituciones, pues no es paz, es devastación, es aborto, es desorden ¡No! La Paz de ustedes es la de Cristo, lleven la paz y les dicen: ‘Te traigo la paz del Reino de Dios, te traigo la paz de Cristo′.
Y pues siéntense, estén ahí en la casa, esa casa que les abrió las puertas, Dios es quien se las ha abierto, por eso sean muy respetuosos, coman lo que les den, que nunca un Obispo ande pidiendo comida especial; cuando preguntan que si el obispo -bueno que lindos- tenemos un Pueblo precioso, pero ¡no!; lo digo claramente queremos comer lo que el pueblo nos dé, no queremos ser gravosos, no queremos que gasten, no gasten en el Obispo, y estoy seguro que así estos jóvenes van a ser también hombres de gratuidad, de disponibilidad y pues de comunión; ¡Cómanse lo que les den y anuncien el Reino!, eso les va a dar mucha certeza mucha seguridad en el anuncio del Reino de Dios
Y decía Nuestro Señor ‒me encanta esta expresión de Él‒ «y no vayan a andar de casa en casa» eso significa ambición, eso es frivolidad, que ahora vas buscando la mejor posición, las atenciones más especiales, ¡No! no anden de casa en casa, no anden inquietos porque les den más, porque les vaya mejor ¡No! esa no es su misión; ustedes traen en el corazón la única luz que les hace brillar que es Jesucristo, su Reino, el Reino del Padre Celestial; «No anden de casa en casa» no sean superficiales, no sean egoístas, no sean comodinos.
En otra ocasión hemos compartido en el Seminario, como a los que llegaban cerca de Jesús Él les decía: ‘Bueno mira, las zorras tienen madriguera y las aves del cielo tienen sus nidos′, y Jesús se desmarcaba ‘No quiero que en torno a mí, a propósito del Mesías, no quiero que en la Iglesia se hagan madrigueras′; aquí en México es muy sencillo entenderlo: yo no quiero mafias de ninguna especie, no quiero madrigueras: que se junten para ver que traman y a ver como pegan a los demás, o como se defienden de los demás; ‘no quiero madrigueras′ ‒y luego añadía‒ ¡nidos! tampoco quiero nidos; gente comodina, acomodadita, tranquilita, calientita que solo está donde se siente bien. Así también ustedes, como el Hijo del Hombre, el Obispo, todos como el Hijo del Hombre, tratar de vivir en una feliz austeridad, porque entra el dinero ‒esto no debe olvidarlo el Obispo ni ustedes‒ entra el dinero y se sale Dios, se va. entra el dinero y ya no está Dios, ya están esos espíritus malignos que somos nosotros quienes deben echarlos fuera.
Y por eso, vean como de principio a fin, de todos modos el Señor a ustedes los invita al júbilo; Nuestro Señor ‒dicen los Textos Sagrados‒ después de dar estas enseñanzas a sus discípulos, Él se sintió feliz y entonces dijo: «Y Padre yo te bendigo Señor del Cielo y de la Tierra, porque has entregado, has dado estas cosas a los chiquitos, a los sencillos, no a los grandototes», y el Apóstol repetía: fíjense entre ustedes no están los señorones del mundo ¡No!, entre ustedes están los pequeñitos, los últimos, los más sencillos, tal vez yo traduciría: los no problemáticos; hoy se están multiplicando en las organizaciones las gentes conflictivas, y hoy todo se quiere resolver en base a manifestaciones, a gritos, amenazas, chiflidos, pedradas, violencia; Cristo lo dijo: El Padre Celestial se derrama en bendiciones, se siente feliz, ofrece generosamente el Reino a los sencillos, a los que no andan de agresivos, de chillones, de conflictivos.
Ustedes mis queridos Diáconos, esto lo han ido viendo, sus formadores han visto que si, a ustedes les interesan estos criterios y estas actitudes del Reino de Dios, eso hace feliz y eficaz la obra de Nuestro Señor Jesucristo, así será a través de sus bonitas personas, ¡Bienvenidos!