Homilía de Mons. Juan Manuel Mancilla Sánchez, Obispo de Texcoco

1° Domingo de Cuaresma

06 de marzo de 2022

“Que estas piedras lleguen a ser pan”. Mis queridas hermanas, mis queridos hermanos, como se me hace sabio el esquema de la Palabra que nos ofrece la Iglesia el día de hoy, cuando el punto central, las tentaciones del maligno contra Cristo, y vemos como Él ha tenido cuarenta días de encuentro, de diálogo, de escucha de su Padre Celestial, y pues sin duda también Él está en un diálogo perfecto, admirable con su Padre.

Cuando el hombre está lejos de Dios, cuando el hombre no tiene esa intimidad con Dios, pues cae en manos del maligno; de hecho nosotros sabemos que, pues la imagen que da  el paraíso es que el hombre, el ser humano se puso a dialogar con la serpiente «dialoga, se entretiene, escucha a la serpiente, al maligno y llega la maldad, llega el fracaso»; todos los problemas que ha vivido la humanidad; lo mismo sucedió por ejemplo en otros momentos en donde pues se ve que el ser humano dialoga con los ídolos, con los dioses falsos, Israel mismo paso por esa experiencia y, pues vemos otro fracaso muy grande.

Y digo, el esquema es muy bonito de la Palabra porque hoy el Deuteronomio, este Libro del Deuteronomio nos dice cosas muy sencillas ‹no te apartes del Señor, acércate al Señor, busca al Señor, y  cuando te presentes con el Señor, no vayas con las manos vacías› sobre todo ya sabemos, pues llévale tu corazón, llévale tu Palabra, tu saludo, tu alabanza, adora al Señor, y una vez  ‒ por ahí  dice ‒  cuando también le hayas ofrecido las primicias de tu tierra, y hayas confesado que tú no tenías nada, que tus antepasados eran muy pobres, tu padre era un arameo errante y que pues, tú lo llamaste y tú lo cuidaste y nos diste esta tierra que mana leche y miel, y mira aquí están las cosechas, aquí están los frutos.

Bueno no se queridos hermanos, es bonito que en la Iglesia, en nuestra Patria existe este sentido tan bonito, esta costumbre de honrar, encontrarnos gozosa delicadamente con las personas, por ejemplo – no con las manos vacías –  como nos dice hoy el libro del Deuteronomio, también a las personas así como tratamos a Dios, así como estamos cerca de Él, y eso nos resguarda y eso nos estimula y eso nos enriquece, así también es bueno cultivar las relaciones humanas llenas de calor, llenas de delicadeza, porque también al final eso nos defiende; como necesitamos el abrigo de la familia, como necesitamos ese cobijo social en donde ente todos hagamos la paz, y nos ofrezcamos incluso la seguridad que tanto se ha perdido, porque no somos ya capaces de encontrarnos, de buscar estar con Dios, pues eso hace que ya no seamos capaces de estar en una forma apacible, en una forma constructiva con nuestros semejantes, y por eso ese desorden brutal que amenaza en nuestra Patria.

Por otra parte vemos a Jesús identificado con el ser humano, todo ser humano de una o de otra manera ha quedado sujeto, ha quedado bajo ese dominio cruel, despiadado del maligno; el texto dice “Jesús quedo como, en un instante bajo el dominio del diablo”, él se le quiso trepar, lo quiso dominar, lo quiso manipular; y casi yo solo quisiera detenerme en esa primera propuesta del diablo, que absurda, que grotesca, que descarada ‹come piedras› a quien se le ocurre, más adelante Cristo dirá en su enseñanza ‹Si ustedes siendo malos dan cosas buenas a sus hijos, si ustedes, siendo a veces ingratos, hacen cosas muy buenas ‒ dice ‒  por ejemplo quien de ustedes cuando su hijo le pide pan le da una piedra, y su hijo les pide pescado ustedes a poco le dan un alacrán›.

Que se iba a imaginar el diablo que el pan de Cristo, el pan que traía el Mesías era su propio cuerpo, la bebida su propia sangre. Veamos hermanos como, bueno Jesús se introduce y le hacen esta propuesta de traernos piedras y de hacer que las piedras nos alimenten, ¡y Jesús! vean la sorpresa infinita que nos da, “como pan, su propio cuerpo”,  ‒ y de veras ‒  no hay mejor pan que las personas; es bueno que en México se diga “es un pan de Dios”, fulano de tal… es un pan de Dios, es una persona muy buena, alimenta, fortalece, da gusto estar con ella, que bonito ser su amigo, es un pan de Dios. Y púes también ya desde ahorita que se nos quede, si somos cristianos somos pan, si somos cristianos pues somos vida, si somos cristianos somos auténticos “Yo soy la verdad”, y si somos Cristo pues somos luz, no tenebrosos.

Hoy pues, la Iglesia nos ofrece un camino de vida, el itinerario del pan, el itinerario perfecto del pan se llama Jesucristo, el que conoce el dinamismo, el trayecto del pan solo es Dios, solo Cristo, solo Él puede alimentarnos, solo Él puede fortalecernos, solo Él puede renovar nuestras fuerzas; “Yo soy el Pan de la Vida”, y los judíos se escandalizaron, se enojaron y se le fueron, y Nuestro Señor se mantuvo; también ustedes se quieren ir, pero yo no voy a cambiar esto de que: “Yo soy el pan de la vida y el que coma de este pan vivirá para siempre” ¡imagínense! como que seguimos comiendo el pan material, el pan piedra, el pan del demonio y entonces, pues no pude uno así tener vida saludable, y menos vida eterna.

Queridos hermanos, y luego pues viene esta experiencia tan bella de “Solo a Dios adorarás” y no pongas en duda, no juegues con Dios, no desconfíes de Él, no le quieras encontrar error o su lado flaco; que enseñanzas tan bellas sacamos de estas tentaciones de Cristo, para que así nosotros, identificados con Él, unidos al Padre podamos, casi en automático, a flor de piel, pues rechazar tanta maldad; y la maldad pues es perversa y la maldad es venenosa, y la maldad es mortal como el demonio. Qué bueno que el Apocalipsis en sus últimas páginas dice que cuando lleguen las Bodas del Cordero, cuando venga Cristo a consumar su obra, glorificado, de los primeros así sentimientos de descanso será este: ‹Se acabó el que nos acusaba ante nuestro Dios, día y noche›, día y noche el demonio busca echarnos abajo, darnos lo peor, derribarnos, que quedemos bajo su control que es aniquilar, que es matar, que es mentir; es un asesino desde el principio dice la Sagrada Escritura.

Pues mis queridos hermanos, lo que dice Deuteronomio “No te separes del Señor”, no te alejes de Dios, y preséntate voluntariamente, no con los pies en rastra, tú ven con alegría al encuentro del Señor, tu siempre disponte a las cosas de Dios, y también tu compártele, con nobleza con sencillez lo que Él mismo te ha dado, y entonces se fortalece el alma, se fortalece la vida, se fortalece el trabajo, llegan los frutos que  ‒ como dice Deuteronomio ‒  ‹la tierra que Tú me diste me los ha dado, estos frutos son de Tú tierra, es tan bonita que mana leche y miel, estando contigo estoy en abundancia, me sobra, comparto›. Así sea.