Homilía de Mons. Juan Manuel Mancilla Sánchez, Obispo de Texcoco

XIV Domingo de Tiempo Ordinario

 03 de julio  de 2022

 “Corderos en medio de lobos”. Mis queridos hermanos, hoy toda la iglesia celebra un primer envío, un primer grupo grande, misionero, que el mismo Señor constituyó para que anunciaran la llegada del Reino de Dios, a ellos, en este primer envío les ofreció indicaciones muy precisas, casi detalladas, meticulosas; ellos tenían que ir con mucho cuidado porque era el primer envío cristiano para evangelizar a las comunidades; les pidió por ejemplo: que anduvieran de dos en dos. Ya el Pentateuco había dicho claramente, solo con dos personas y más una palabra, un testimonio tiene validez. “Vayan de dos en  dos” así también se liberan del egoísmo, del protagonismo individualista, y la Iglesia nace aunque sea modestamente como una comunidad.

 Y les dice además, que caminen en oración “Hagan oración”, siempre estén pensando que no serán ustedes los únicos misioneros, habrá más, necesitamos más; mismo Jesús al partir de este mundo decía: ′Padre no solo, me preocupa, no solo te pido por estos, mis discípulos actuales sino por los que han de creer, ellos van a acercarme muchos discípulos, y yo te pido que los libres del mal′. Es pues, un nacimiento muy bello el de la Iglesia, el de la misión que construye el Reino de Dios. Y además les dice ′ustedes se van a portar con absoluta modestia, ustedes no vayan a la defensiva, no vayan avorazados a ver cómo les va, a ver que logran, ¡No! ustedes vayan como corderos, con una gran inocencia′.

 Como hoy nos hace falta en la Iglesia este espíritu, la inocencia, porque rápido se nos meten espíritus malos de prepotencia, de señorío, de dominio, de querer nosotros ser protagonistas; “corderos, inocentes”, no agresivos jamás, austeros, no dinero, no morral, no sandalias, no seguridades propias; el don y la gran seguridad solo viene de Dios; tampoco se vayan a hacer egoístas y fanfarrones, saluden modestamente y den lo mejor, “La Paz de Dios”; ′que la paz de Dios  –decía san Pablo–  que habita en sus corazones, cada vez les llene de mayor alegría y de mayor sencillez′. Pacíficos, pacíficos; vean en este mundo actual, nuestro México violento, como urge la presencia viva, la presencia misionera, caminante, de la Iglesia itinerante ofreciendo la paz, ofreciendo personas de paz y creando hogares llenos de paz.

 Para ello también Nuestro Señor les da otra indicaciones: que no sean frívolos, que no sean interesados, que no anden buscando lo mejor, que no busquen a las personas más sobresalientes por el dinero, por la fama, que no anden buscando la casa más elegante, que no anden buscando la mesa mejor servida, los mejores alimentos, las mejores atenciones, sino que coman lo que haya, coman lo que les den, coman lo que tengan, y solo pensando en el Reino de Dios. Y por eso, bueno los discípulos se ve que si observaron las indicaciones de Jesús y les fue bien, y se quedaron sorprendidos del éxito que ellos lograban; y entonces, lo que más les impactó fue la autoridad, el poder que en el nombre de Jesús, tenían sobre los espíritus malos.

 Otra urgencia, algo que hoy debemos reavivar en la Iglesia, pedir, suplicara a nuestro Dios la gran autoridad sobre los espíritus; Dios es espíritu, es el único Señor de los espíritus; y el Reino de Dios viene a santificar lo más sagrado e íntimo del hombre, su espíritu, su conciencia, su interior. Y los discípulos experimentaron ese gran poder de Jesús para aquietar a los espíritus malos; porque el mundo está plagado de espíritus malos desde el pesimismo, desde la angustia, desde la tristeza, los miedos, la ira, la avaricia, la lujuria, estamos llenos de espíritus malos, y cada vez a flor de piel; ya los espíritus no están en el corazón, en la conciencia únicamente, ahora los espíritus parece que brotan como hierba mala y donde menos te imaginas, y a la hora que menos esperas en ti y a tu alrededor, está el nerviosismo, está el coraje, está la desconfianza, la descalificación; la Iglesia es la única que en nombre de Cristo, puede traer la paz, y puede traer la quietud, y la serenidad, y la armonía en el alma.

 Los espíritus malos tienen que desaparecer de la escena personal, íntima, familiar y social; pero nuestro Señor aun así, les dice a sus discípulos que ellos no se gloríen de tener autoridad; que su gloria sea  –como decía san Pablo–  la cruz de Cristo, la sencillez de Dios; que su gloria sea pertenecer a Dios, que su poder venga de su amor, que ellos han recibido, para compartirlo a los demás. Queridas hermanas, mis queridos hermanos entendamos a Cristo, vinculémonos seria, profundamente a Jesús, no nos dejemos llenar inmediatamente de los espíritus mundanos; como lucha Papa Francisco contra la mundanización que deteriora a las personas y que tanto hace daño en las comunidades.  Hoy, aquí en Texcoco, ustedes y yo, suplicamos a Nuestro Señor la humilde y gozosa experiencia, la única digna y gozosa gloria de pertenecer al Señor. Así sea.