Homilía de Mons. Juan Manuel Mancilla Sánchez, Obispo de Texcoco

Pronunciada con motivo de las Ordenaciones Sacerdotales en la Catedral de Texcoco

 07 de octubre de 2021

 “¿Quién de ustedes teniendo un amigo, ve que viene a media noche, y le dice: Dame tres panes?” Mis queridas, mis queridos hermanos, que alegría que en esta fiesta de la santísima Virgen, nacen para nuestra Diócesis siete sacerdotes, siete presbíteros – yo estoy seguro – desde el seno de la Santísima Virgen María, a quien en esta Diócesis todos los Obispos hemos buscado de consagrarlos a ella, para que como Dulce Madre siempre este con ellos, siempre los proteja y los inspire conduciéndolos hacia Cristo, y hoy la gran urgencia, hacia el Pueblo de Dios.

 Mis queridos hermanos, jóvenes ya casi presbíteros, como quiero recoger junto con ustedes esta Palabra providencial y bellísima para nosotros el día de hoy. Me impresiono mucho ver en griego el término fílos, (φίλος) fílo, se ve que en el vocabulario, en el corazón de Cristo no había otro tema más querido que este, el del amigo, ser amigos; Él es el Hijo de Dios pero se ha comportado como amigo del Padre, y el Padre ha sido su amigo.

 Y me impresionó pues, ese camino, ese proceso de enseñarnos a ser amigos: Quiero en el nombre del Señor que a partir de hoy para ustedes, siempre esta sea la palabra clave en el movimiento, en el desempeño de su servicio sacerdotal, que a partir de hoy, a toda persona que toque su puerta ustedes la escuchen y la reciban como un amigo, y aprendan cada vez mejor   – yo también –  aprendamos a ser mejores amigos. Fíjense el amigo llega pidiendo pan, que cosa más bella eso que nos pide el Pueblo de Dios, a Cristo; al final Él dice: y no se queden ahí, pidan también el Espíritu, pidan el Espíritu Santo, a ustedes les van a pedir Espíritu Santo.

 Como me gusto que… puedo decir cuando yo les pregunte a ustedes  – y lo hago comunitario porque así fue –   Cuando yo les preguntaba a estos queridos Diáconos ¿Oye y tú que le vas a dar a la Iglesia? ya la Iglesia está a punto de darte el Orden, el Ministerio Sacerdotal ¿ tú que le vas a dar a la Iglesia?, y ellos me dijeron: le vamos a dar “Santos” vamos a trabajar, vamos a construir, vamos a luchar porque el Pueblo de Dios sea santo, que en nuestras comunidades haya santos, y pues lo vemos, esos santos se van a hacer cuando nosotros aprendamos a escucharles, cuando aprendamos a abrirles la puerta, cuando aprendamos a levantarnos de nuestras comodidades, y aunque sea a media noche.

 Qué bueno que hoy el texto sagrado dice “a media noche”, por lo general hoy, pues los horarios muy precisos; que no sea así entre nosotros, que para nosotros la media noche sea el instante de la luz, el instante de la amistad, la oportunidad del servicio, así mis queridos hermanos seremos de Cristo y entonces también nosotros  – hoy nos recomienda tanto Nuestro Señor –  y ustedes también “pidan y Dios les dará”, que sorpresa que encontrarán, “toquen y se les abrirá”.

 San Agustín tenía una expresión muy bella al respecto, y el daba gracias a Dios porque Dios le había abierto muchas puertas, una de ellas fue la Puerta de la Fe, la Puerta del Ministerio, la Puerta del Episcopado, y aun así comentaba: “todavía hay puertas que están cerradas en mi vida”  – decía san Agustín –  “hay puertas que están cerradas”, sin duda se refería por ejemplo a aquel joven que siempre, bueno muchas veces cuando él iba a celebrar en la Catedral, lo paraba y le reclamaba, cuando era abogado brillante san Agustín había defendido pues a un hombre malo, y ese hombre malo al que más daño había hecho era a su mamá y a él cuando era niño, y eso nunca, casi nunca se lo perdonó; y para san Agustín era una pena muy grande el que no tenía acceso al corazón de ese joven. “Hay puertas que están cerradas en mi vida, Tú que me has abierto tantas puertas, esa está cerrada”  y le clamaba san Agustín a Cristo, al Padre Dios “que cuando yo te toque y que a todo el que te toque, le abras”.

 Mis queridos hermanos, próximos ya sacerdotes, esto sin duda se refiere a la actitud de vida que también nosotros debemos tener, acerquémonos a Dios, no se vayan a separar del Padre hermosísimo, nunca duden de  Jesucristo, como dice el Profeta Malaquías, que a él le tocó ver y oír a personas desconfiadas, criticonas de las cosas de Dios, escrupulosos, como que lo de Dios les paraba los pelos de punta y desconfiaban, y el profeta, pues les tiene una noticia, un anuncio “¡No! yo amo a mi pueblo, yo los escucho, yo incluso he registrado sus nombres en el Libro de la Vida”. Yo por ejemplo le suplico hoy a Nuestro Señor junto con mis sacerdotes y el pueblo,  que sus nombres estén escritos en el Libro de la Vida de los Siervos del Señor, y que ustedes como me dijeron, hagan que el Pueblo de Dios quede registrado correctamente en el libro de Dios, en el Libro de la Vida.

 Y entonces para eso, volviendo al tema de los amigos, Jesús dice que los buenos amigos no son comodinos, tibios, pachorrudos, flojos o irresponsables; los buenos amigos como lo dice claro, como el Padre Celestial, pides y te da, buscas y encontraste, Él pedía, Él decía “Yo soy la puerta”, entonces no dejen día con día de tocar la puerta de Jesús, la puerta llamada el Salvador, el Redentor, Jesucristo, nuestro hermosísimo Señor.

 No dejen de buscar y encontrarán el tesoro; recuerden que el reino es un tesoro que también hay que buscar, es una perla que hay que conseguir, como se les recibirá bien, eso todos nosotros le suplicamos a Nuestro Señor, que les conceda a ustedes y a todos nosotros, ser dinámicos, espiritualmente vivos, despiertos, sensiblemente, humanamente, por eso les digo, hoy no vamos a pedir cosas super espirituales, “amigos”. Como necesitamos sacerdotes amigos, cálidos, respetuosísimos, cercanos, amigos, amigos, amigos según las matemáticas divinas, y verán como a ustedes también se les dará eso: amistad, dones celestiales, así termina el texto, el Padre, Espíritu Santo, el don, el regalo, el tesoro en Jesús y con Jesús por excelencia.

 Pues damos gracias a Dios mis queridos hermanos porque nuestros sacerdotes nacen del seno de la Santísima Virgen, del corazón y de la espiritualidad y compromiso de Jesucristo nuestro Divino Señor. Así sea.