Homilía de Mons. Juan Manuel Mancilla Sánchez, Obispo de Texcoco
VI Domingo de Pascua
09 de mayo de 2021
“El amor viene de Dios”. Mis queridas hermanas; mis queridos hermanos, cuánta bendición recibimos domingo a domingo; hoy ciertamente cuando nos acercamos, cuando recogemos la palabra de Dios en toda su frescura y con toda su claridad. Hoy el Apóstol san Juan, en su primer renglón nos da este anunció tan bello, es una certeza, es un dato comprobado: “El amor viene de Dios”. Todos nosotros nos debatimos en teorías, en prácticas, en sentimientos, en opiniones acerca del amor, y por lo general construimos nuestro estilo de amar y lo defendemos, y cuantas veces pensamos que es el mejor, y que esa es la forma única de amar, claro que el amor es único y es personal, pero el amor viene de Dios.
Si nosotros no estamos cerca, si no buscamos, y si no hemos tenemos la nobleza de agradecer el don de Dios que es la vida, que es su sabiduría, que es su providencia, que es su actuar magnífico en la historia, entonces carecemos de lo más bello de Dios, que es el amor; por eso veamos en un mundo de ateísmo, de agnosticismo pues, cunde la soberbia, el egoísmo, las divisiones, la amargura, casi yo podría decir ‹a mí no me ha tocado ver, a un ateo feliz, yo no he tenido la experiencia de encontrarme con un ateo amable, sencillo, cercano, noble; siempre se nota una muralla, siempre se nota una diferencia que marca superioridad, y casi imposible acceso, porque que el amor viene de Dios›.
Y hoy nosotros mis queridos hermanos, tenemos esa experiencia tan bella de estar con Jesús, estar entorno a Jesús, su Hijo, el Hijo de Dios que desde toda la eternidad ha experimentado la presencia, la vivencia, o sea la vida plena, amorosisíma de Dios, su Padre, porque el Padre lo engendró y el Padre lo lleno de amor, y el Padre vació su corazón y todos sus dones en Jesús, y Jesús los recogió, y Jesús los valoro, y Jesús los cultivo; no se diga cuando llego al mundo, todos y cada uno de los instantes de su vida, consistieron en transmitirnos, en darnos, en acercarnos el amor de Dios, regalarnos en plenitud el amor de Dios.
Talvez el punto crucial sea este, perdonar nuestros pecados, el pecado es lo más feo, es lo más desagradable que puede tener un hombre, que puede hacer un ser humano, el pecado te ensucia, el pecado te destruye a ti y a quienes estén a tu alrededor; imaginemos en una persona que asesina, imaginemos en una persona que miente, él es el que se auto margina, castiga y limita y empobrece, y daña; por eso, ‹el amor viene de Dios›, abriéndonos a Dios, abriéndonos a Cristo, nosotros vamos llenándonos, vamos entendiendo, vamos recogiendo, esa plenitud amorosa que Dios y solo Él, puede tener y puede ofrecer.
Ya en el texto del Santo Evangelio, Jesús claramente lo dice, ‹a mí el Padre me ha amado›, yo he sido feliz gracias al Padre, y yo he podido cumplir muchas obras gracias a la fidelidad del Padre, al cariño que el Padre me tiene, a la inspiración que el Padre deposita en mí, el Padre me ha ido enriqueciendo, el Padre me ha ido facilitando, el Padre me ha ido abriendo los corazones de todos ustedes; por eso Nuestro Señor se siente inmensamente feliz, porque el Padre lo ama; ya el Evangelista pues, abre, «el amor viene de Dios», y luego Jesús dice “el Padre me ama”; si es cierto, el Padre a mí me ama, el Padre a mí me comparte, el Padre a mí me ofrece continuamente motivos y fuerzas, instrumentos para vivir, y vivir en plenitud.
Y bueno ahora el Evangelio hermanos, por favor esto disfrutémoslo ustedes y yo, “como el Padre me ama, así los amo yo”; yo no puedo imaginar, no puedo hasta de momento creer esta frase tan plena, tan extraordinaria y sorprendente de Cristo “como el Padre me ama, así los amo yo”. Y bueno nosotros tenemos muchos elementos para ver como es el amor del Padre: primero, es esto, “iniciativa”, el amor de Dios es iniciativa, «nos amó primero»; cuantas veces nosotros andamos esperando que los demás nos busquen, nos roben el corazón, nos calienten el alma, hagan méritos, se porten bien; el amor de Dios es iniciativa, está a flor de piel y viene desde el alma; hermanos esto no lo olvidemos, no andemos pidiendo, no andemos exigiendo nosotros el amor. ¡No! el amor se da, el amor se ofrece, el amor se hace cercano, tangible, el amor se da.
“Como el Padre me ama, así los amo yo”, amar primero, amar gratuitamente; este también es un elemento inimaginablemente bello de Dios, lo de Dios es gratuito, eso se entiende mucho en las familias cristianas, como la mama vive trabajando, desgastándose, esforzándose gratuitamente; ya hemos visto muchas narraciones y cuentos en donde la mamá nunca va llevando un libro de cuentas como sucede en toda fábrica, o en toda institución, o comercio, ‹anota, salió tanto, te di tanto, se gastó tanto, costaste tanto› ¡eso no! en la familia, sobre todo en las familias cristianas “la gratuidad”; la familia mexicana hasta se pasa, cuantas veces nos han criticado y se han burlado de nosotros porque en las familias tenemos jóvenes de 18, 20, 21 años, y todavía están pues en su cuarto, están cerca de sus padres, están viviendo en comunidad de familia, dicen ‒ ya hazte responsable, ya vete, ya tú tienes que rascarte con tus uñas ‒ cosas que tal vez sean ciertas; si era un reto el que nosotros ayudemos a los niños a ser responsables, a madurar, a producir, a servir, aprender tantas cosas bellas, pero es dentro de la dinámica del amor.
El amor pues, mis queridos hermanos, tiene ese signo precioso y ojala nosotros no lo perdamos, “la gratuidad”; no estar esperando a que me paguen, no estar esperando a ver a qué horas a mí me va bien porque hice una inversión con esta persona, aquí la voy a estar cachando a ver a qué horas me regresa, y a ver a qué horas viene y me hace los honores, o lo que sea, me devuelve dinero. Hermanos, adentrémonos en esta experiencia de Dios, “el amor es gratuito”, hay una paz, hay una alegría inmensa en dar, en ser los primeros en dar; y luego hoy utiliza el Evangelio una palabra muy, muy bella, importante “permanecer”, ese amor gratuito es un amor perdurable, no es apantallar, no es estar dando atole con el dedo, menear una cazuela ¡no!, es serio.
Me gusta cuando Jesús, por ejemplo nos dijo los a los Apóstoles «no anden de casa en casa». Hoy, muchas personas en México se dicen que andan de casa en casa, ya ustedes saben a qué me refiero; bueno lo que quiere decir Nuestro Señor es, eso se puede ¡claro! que se puede y se vale, pero bueno, lo que quiero decir es lo que va en el alma, que tu corazón, en mi corazón exista seriedad, mucha seriedad, que nosotros no seamos oportunistas en ningún momento de la vida, en ninguna acción por buena que sea, que se nos quite el veneno del alma, “permanecer”. Junto con ustedes quiero por ejemplo, suplicar esto al Señor: que mi amor sea limpio, y que mi amor sea perdurable, sea garantía, certeza, seguridad; vamos a hacer una Iglesia que cada vez ofrezca estas virtudes, ustedes y yo hermanos, que la comunidad cristiana sea eso, no oportunismo, no azadón, ¡no! “gratuidad, permanencia”
«Miren permanezcan en mí, como yo que estaré con ustedes todos los días, hasta el fin de los tiempos». El Señor sabía que su Iglesia iba a tener todas las miserias posibles, imaginables o inimaginables del mundo y de la historia, y sin embargo garantizo «pero yo estaré con ustedes», yo seguiré santificándolos, yo seguiré perdonándolos, yo seguiré ofreciéndoles los tesoros de vida, los tesoros de amor, de sabiduría, que a mí me ha regalado el Padre. Enseguida dice que con estas actitudes, hoy el Evangelio, “el amor se hace grande”, hermanos “grande”; amemos, realicemos como dice el Plan Diocesano de la Diócesis de Texcoco, acciones significativas, haz tus cosas bien, que tu mirada, tu palabra, tu visita, tu compartir, sea grande, bien hecho, seriamente hecho, no por salir del paso, no por dar limosna, por favor quitémonos ya esos criterios, adentro y afuera, no andemos pensando en limosna, en “ofrenda”.
Hagamos la vida “ofrenda” cuando podamos compartir “ofrenda” te lo ofrezco, ten es tuyo, qué gusto podértelo ofrecer, acercar, ¡grande! no chiquititos en todo, no reduciendo todo, no buscando escaparnos, no; “Nadie tiene amor más grande”, hoy toda la Iglesia quiere tomar muy en serio estas palabras de Cristo “amor y grande” ¿cuál es ese amor grande Señor? ‹Dar la vida, dar la vida por los amigos, dar la vida por los demás›. Como todos necesitamos estarnos renovando, estarnos actualizando, en este llamado, yo diría en este Don de Cristo “un amor muy grande” en el que se da la vida “como yo, he venido, no a ser servido sino a dar la vida”. Y entonces, bueno aquí viene una expresión mexicana muy bella ‹camina con amigos, no con enemigos›; hoy los medios de comunicación nos están especializando en no ser amigos, aparentemente, pero la chismografía, y la difusión de mentiras, y el morbo, y el juicio que se hace de los demás, es hacer toda una red de enemigos, “camina con amigos”, camina inteligentemente, camina con amigos, no con enemigos; y bueno también aparece esto porque de lo contrario hay servidumbre, no siervos, amigos, ocultismo, ventajas
Pues queridos hermanos, hoy recordemos como ha habido tantas personas que se han emocionado con la enseñanza de Cristo, hoy quiero citar, porque el Papa Francisco está haciendo una celebración de la Divina Comedia de Dante Alighieri, y yo quiero unirme a ese buen gusto del Papa, cuando el presenta la Divina Comedia y nos ayuda a valorar a este gran poeta; ha habido grandes poetas, escritores que si han entendido y embellecido esta palabra de Jesús, cito al gran poeta, padre de la lengua italiana, Dante Alighieri: “El amor mueve el sol y todas las estrellas”, el amor mueve el sol y todas las estrellas iluminan, es grandeza, tiene ápice; se habla de que el término ápice, quiere decir lo más alto, es el camino del sol, junto con todos sus planetas como buscando siempre lo más alto, lo más sólido, el panorama más bello que se pueda tener en el cosmos.
Y también tomando un poquito de Dante Alighieri para mí y para ustedes, comparto esta expresión “el que ama hace de sus remos, alas”. Si tú amas, por pequeñito que sea tu amor, si es auténtico como los remos, los remos son chiquitos, pesaditos, lentos, modestos, las alas grandes, altas y veloces; el que ama hace de sus remos alas, eso urge en la Iglesia: acelerar, engrandecer nuestros remos para que el amor se eleve, y para que el amor llegue hasta los últimos rincones del alma y de la tierra. Así sea.