Homilía de Mons. Juan Manuel Mancilla Sánchez, Obispo de Texcoco

Domingo de la Palabra de Dios

III Domingo de Tiempo Ordinario

24 de enero

¿Porque Nuestro Señor envió un Profeta? yo podría decir, – el peor –  a una encomienda con un reto tan grande: Nínive, la gran ciudad, tres días caminando para poderla recorrer toda, pero no estaba por eso, por su estado en que se encontraba no estaba afuera de los proyectos amorosos de Dios, de las preocupaciones profundas, del amor de Dios y por eso es admirable ver que aun cuando Jonás haya sido un profeta amargoso, desobediente, flojillo, pues con otros muchos defectos, en el momento en que obedeció, en el momento en que siguió conservando un hilito que lo unía con Dios, logró algo tan maravilloso como fue la salvación de Nínive

 

El texto sagrado dice qué Nínive iba hacia la destrucción, se estaba corrompiendo, pudriendo, estaba desviada, estaba viviendo experiencias atroces, dolorosas, que clamaban hacia el corazón compasivo de Dios; bien Jonás se levantó, y fue a predicar el mensaje divino a Nínive, y los ninivitas a pesar de que la palabra de Jonás era tan pobre, tan limitada cómo simplemente decir “Nínive será destruida”, bien pudo hacer un poco lo que el Profeta Isaías, con qué belleza el profeta anuncia el mensaje de Dios al punto de ser llamado: el príncipe de los profetas. Jonás con tono amenazador “va a ser destruida, se va a destruir”.

 

Y el texto sagrado dice: pero en un momento los ninivitas cambiaron, le dieron crédito a Dios, pusieron su corazón en Dios, se pusieron a vivir, a caminar, a comportarse y actuar en Dios, según Dios; y el texto enriquece esta experiencia diciendo: todos, del más grande al más chico, el más importante – el rey – hasta el más humilde, hasta los animalitos, Nínive cambio, y el mal comenzó a bajar hasta desaparecer, extirparon tanta maldad, tanta arbitrariedad y descuidos, mucha violencia y se pusieron a vivir según Dios, en Dios, al punto de que Dios también cambio, y él no hizo lo que había pensado hacer con Nínive.

 

Mis queridos hermanos, por eso qué alegría escuchar el texto del Evangelio de San Marcos en su capítulo primero, y ver a Jesús qué sale a predicar el evangelio de Dios, con un plus infinitamente inimaginable y rico que se llama el Reino de Dios; ofrece y asegura que está por establecerse el reino de Dios, porque el hombre, el mundo, la sociedad, la cultura, la economía, se rigen sin Dios, pero se rigen con un sistema tan duro, tan definido, como se rige un reino; muchas veces nosotros pensamos que, el mensaje Jesús se refiere a hacer a un lado los reinos históricos materiales, hacer a un lado la cultura egipcia, o los reinos mesopotámicos, o los reinos de Grecia y de Roma, posteriormente se añaden otros reinos: que si el bizantino, que si el germánico, que si el francés, que si el británico, que si el americano; ¡y no! queridos hermanos, pongamos mucho cuidado.

 

Todo se rige en este mundo cómo reino, de donde quiera, donde menos nos imaginamos existen reinos, espacios de poder, dirigencias, liderazgos, donde menos esperamos: reyezuelos, tiranos, verdugos, señores; desde el alma, desde dentro de nosotros, desde nuestro mismo corazón, desde nuestra misma intimidad, desde nuestra conciencia, todos experimentamos pensamientos rígidos, feos, excesivamente crueles, abusivos, cuantas ideas, cuántos conceptos, cuántos sentimientos y pasiones no nos dominan, no nos empujan, nos han hecho caer.

 

 En la familia, ha habido padres con una rigidez totalitaria, habido hijos qué porque estudiaron mucho o, por que alcanzaron una posición económica muy fuerte se imponen, dominan, hacen que su familia se rija bajo sus criterios, y les hagan lo que a ellos se les antoje, sobre todo consentimientos egoístas. En las comunidades, en los pueblos, en las ciudades, naciones, siempre ha habido personas que quieren mandar, dirigir, ser los principales, los únicos; y el balance final de todos estos dominios, de todos estos reyezuelos, el final el resumen es muy amargo; qué mal sabor han dejado los grandes imperios por la devastación de las guerras, qué mal sabor han dejado personajes que llegaron al poder con la confianza, el respeto del pueblo y al final, el balance es de profunda desilusión de amargura y de impotencia

 

Cómo como necesitamos a Dios, como necesitábamos recibir, experimentar la voluntad auténtica de nuestro divino hacedor. Hoy el evangelio nos dice, que ya vamos a tener la oportunidad, el acceso al reino de Dios, y Dios viene, y Dios se acerca, y Dios se ofrece, desde Jesús, desde su Encarnación, desde su palabra y doctrina, desde su verdad y su sabiduría, desde sus obras y acciones que favorecen la salud, acciones en donde aparece como a Jesús le interesa el ojito que no, ve el oído que no escucha, los labios y lengua que no funcionan, la manita, los pies del paralítico.

 

Este es el reino de Dios, una actitud y un sistema de vida que va sanando, qué va dando vitalidad e incluso experiencia gozosa, casi en todos los milagros al final se dice y daban Gloria a Dios, y gritaban; nunca habíamos visto algo semejante, nadie había hablado así, y eso hoy queridos hermanos, se tiene que buscar, pedir, experimentar, por nuestro cariño, por nuestro compromiso, por nuestra cercanía por nuestra acogida sincera de Jesús; hasta la fecha, por decir desde mi persona, ¿cuántas veces hemos sido simples espectadores del Misterio de Jesús de la persona de Cristo.

 

Queridos hermanos, se necesita meternos, comprometernos, empaparnos, dejarnos llevar –vivir- como los ninivitas que vivieron en Dios, hoy vivir en Jesús para que se experimente lo que decían por ejemplo los cristianos de la Edad Media bonum, verum, pulchrum, en Jesús hemos disfrutado la verdad y sabiduría, en Jesús hemos experimentado el bien, la bondad, el servicio, la dulzura; pulchrum, en Jesús hemos podido ir construyendo, descubriendo la belleza, la hermosura en todas sus dimensiones

 

Demos gracias a Dios pues mis queridos hermanos, porque hoy nosotros, que somos la Iglesia, estamos llamados a abrir de par en par nuestro corazón y nuestro ser al reino de Dios, que trajo Jesús, como dice al final el evangelio y dedica bastantes renglones, a través de los discípulos, de los seguidores, de los Apóstoles comprometidos con Él, que cuando, también a ellos se les hace caso, como se le hizo caso a Jonás, – aunque el como persona fuera como fuera –  se siente, se experimenta, se construye la riqueza, la hermosura de la salvación de Dios; eso suceda hoy en la Iglesia, en los creyentes, en los fieles, cómo son ciertamente ustedes, como quiero también ser yo. Así sea