Por Mons. Juan Manuel Mancilla Sánchez, Obispo de Texcoco
“Tu bondad, tu bondad me ha engrandecido”.
Decía el santo Rey David, a propósito de sentir el amor de Cristo, el amor de Dios, y hoy, Fiesta de Santa María Magdalena, qué bonita fiesta nos tocó para los Sacramentos de estos niños, porque ella fue una mujer especial, una mujer que llegó desde abajo, desde la pequeñez, desde la miseria del pecado ‒muchos pecados‒ pero como decía Jesús «muchos pecados, y se le perdonan muchos pecados porque ha amado, ha amado mucho» y así estas niñas y estos niños, sus papás padrinos, cada día serán personas que aprendan a amar, a amar más, a amar mejor, con el plus de la fe de Cristo.
Y queridas hermanas, mis queridos hermanos, al celebrar el Sacramento de la Confirmación, de la Primera Comunión ‒a ver‒ me encantó que dijera el padre rector, el padre Martín a nombre de las catequistas: ‹estos niños fueron ‘educados′› y se ve, ¡miren! somos una multitud y sin embargo miren, las niñas, los niños muy educados, limpiecitos, vestiditos, todavía conservan el vestido blanco, y muy respetuosos, atentos, ‘educados′; que bonito es que una persona, un niño desde chiquito sea educado, porque hoy hay mucho desorden, hoy hay mucha vulgaridad, somos vulgares en la palabra, en las acciones, en los pensamientos, en las conductas.
Y estos niños desde chiquitos serán educados, ellos llevarán el espíritu de sabiduría, ellos van a llevar en un mundo necio, muy necio, el espíritu de entendimiento, de ciencia, el espíritu de sabiduría; van a ser muy cuidadosos, prudentes, en un mundo de tanta violencia, de tanto desencuentro, de experiencias muy tristes, de lágrimas y sangre, ellos van a llevar el espíritu del amor, el espíritu del amor de Cristo; luego pues nuestro mundo descarado, ellos llevan el santo temor de Dios, y así pues, se hace una vida, una familia muy agradable, y ahí ellos ‒de hecho hoy‒ ya son agradables al Padre Celestial, a Dios, son agradables a Cristo que los ha llamado a su Iglesia y les ha dado ya el bautismo, son agradables al Espíritu Santo.
Y permítanme decirles, e insistir, ¿porque tenemos que ser gente fea, desagradable? ¡No papás, niños! desde ahorita ustedes son agradables a Dios, ahora es bueno que sean agradables en su familia, en su escuela, en su estudio, en donde anden, que sean diferentes, personas acreditadas, personas especiales; como hemos de insistir en que nuestros niños sean buenos, sabios, trabajadores; como hemos de insistir en el catecismo: que las niñas aprendan la fortaleza, para que defiendan la vida, la familia, la comunidad, la unión; como vamos a insistir en que las niñas sean el lugar, el espacio del amor.
Mientras existan mujeres cristianas, el amor no fracasará, no se irá, seguiremos teniendo experiencias muy bonitas; tendremos por ejemplo mamás muy tiernas, educadoras, pacientes, abuelitas que sigan dando mucha vitalidad a su maternidad, a su espíritu de servicio; seguiremos teniendo personas que pues, sean acogedoras, tranquilas, sabias, prudentes; a las niñas, que las niñas sepan amar; el amor se ve, luce, se disfruta mucho cuando viene de la mujer: de la novia, de la esposa, de la mamá, de la abuelita, de la hermana, de las niñas, de las niñas chiquitas o también de las personas mayores.
Y tercero, bueno, fortaleza, amor, y belleza: nos hemos empeñado en hacer un mundo sucio, contaminado, el aire contaminado, la tierra sucia, y ahora hasta las paredes, las bardas que estén sucias, que estén feas; el cuerpo que esté pintarrajeado, deformado ¡no! nosotros recogemos el don de Dios, naturalito, lo recogemos con gratitud, como es; y entonces que las niñas cultiven la belleza y la hermosura; yo seguiré pidiéndole a mi Dios que las niñas de mi Diócesis, incluso lleguen a ser ‘elegantes‛, especiales; seremos pobrecitos, muchas veces seremos pobrecitos, no tendremos tantos recursos económicos, pero la hermosura del alma brota, sale, se manifiesta.
Todo esto hoy, el Espíritu Santo viene a regalárnoslo, acuérdense que el Espíritu Santo llenó de hermosura el universo, es la primera impresión que tiene el creyente: La Sagrada Escritura, la historia de Israel; el Pueblo de Dios aprendió que si hay estrellas, si hay sol, luna, montañas, valles, árboles, animalitos, colores, perfume, es por el Espíritu Santo; fíjense que lo hemos descuidado, ese entorno, ese ecosistema natural; pero el paisaje que más hemos descuidado es el del Espíritu del alma, el mal se metió al corazón, se metió a la mente, se metió a la voz, a la boca, a la palabra, y entonces hemos hecho muy feo este mundo; por eso decía el Profeta Isaías: «Envía Señor tu Espíritu para que renueve, para que recuperemos la hermosura de la tierra, que el rostro de la Tierra vuelva a ser hermoso» y hoy pedimos, porque esa es la obra de Cristo, de lo más bello de Cristo es, que vino a embellecer los corazones de los creyentes; Cristo vino a ser hermoso el espíritu, el alma de todos los que creemos en nuestro Padre, y que creemos en Él.
Pues queridas hermanas, mis queridos hermanos, abramos el corazón al Espíritu Santo, y miren es tan cierto que hoy llega el Espíritu; el Pastor, el Obispo ‒¡claro! me dejó ayudar de mis sacerdotes‒ les va a imponer las manos, ¿Cómo decía Cristo? “Impongan las manos”, Él impuso las manos a todos, a los enfermos, significando «estén cerca, no les tengan asco, no tengan asco a los enfermos, a los que sufren ¡tóquenlos! tóquenlos con amor, y eso los curará, eso les dará fuerza, les dará ilusiones, paz, tóquelos». Hoy el Obispo incluso por eso bueno, por eso usa esta mitra significando que quiere bajar el cielo, la protección divina quiere bajarla en favor de estas niñas y de estos niños.
Y luego los va a perfumar, ya se bañaron en el Bautismo, porque el bautismo nos dio la frescura, la limpieza; lo mejor de la higiene es, lo primero de la higiene es estar limpios; y luego en el bautismo se nos dio una vela, una luz ‒ya nuestras catequistas por ahí están listas y al rato van a difundir esa luz otra vez‒ porque es Cristo, luz “Yo soy la luz del mundo”; solo Cristo ilumina el corazón, la familia, la sociedad «‘Yo soy la luz del mundo‛ el que camina conmigo no se tropieza y no anda a oscuras», la luz nos ayuda a descubrir el paisaje, la belleza y los peligros.
Estos niños otra vez reciben la Luz de Cristo, porque no van a ser tenebrosos; que fea es una sociedad, que fea es una persona tenebrosa, que no sabes qué quiere o dónde nos lleva, o como… a qué horas irá a abusar de nosotros, ¡no! los cristianos somos luz: ‘aquí estoy, mira yo trabajo en esto, aquí está, aquí está mi taller, aquí está mi oficina, aquí esta mi… así… yo soy maestro, yo soy, soy doctor, y así‛; ustedes los papás son luz donde quiera que anden, todo mundo sabe dónde trabajan, que hacen, que pueden hacer, que ofrecen a la comunidad, es luz; así estos niños no van a ser tenebrosos jamás.
Y luego ‒en esto quiero insistir‒ los vamos a perfumar, el Obispo les da el Santo Crisma; espero que les sigan explicando las catequistas que el Santo Crisma es un aceite perfumado; que los vamos a perfumar, porque además de limpios, ellos van a ser muy agradables, como lo es el perfume, ¿qué perfume es? ¿dónde, dónde lo compraste? ¿cuánto cuesta? ¿qué marca? así… Es que los cristianos por la manera de ser, somos como el perfume, algo muy agradable; y el perfume lo fundaron para el Pueblo de Dios los Patriarcas.
Los Patriarcas usaron el perfume y regalaron perfume y perfumaron a sus hijos; cuando Isaac iba a bendecir a Jacob, lo primero que dijo: «¡Qué bonito huele mi hijo, mira sus vestidos! que aroma, woow, parece un jardín florido, donde las flores irradian tanto aroma delicioso, agradable» estaba feliz, y por eso bendijo a sus hijos; ‒y Jacob les dijo, cuando iban a traer trigo a Egipto‒ ¿qué le llevan allá al Faraón? pues no, ‒el dinero para pagar‒ ¡no! llévenle algo más ‒¿qué le llevamos?‒ pues aquí tenemos resina, tenemos árboles y tenemos flores, tenemos perfume, ¡llévenle perfume! nunca te presentes con las manos vacías.
El sumo sacerdote Aarón fue perfumado, ungido; el Rey David perfumado, ungido dos veces; Salomón, y ni hablar ¡Cristo! Y precisamente hoy que celebramos Santa María Magdalena, ella fue de las mujeres que perfumaron a Cristo en su ministerio, le perfumaron los pies, le perfumaron su cabeza, enfermo, o ya vamos a decir más bien, herido perfumaron su Sagrado Cuerpo, y sepultado todavía compraban aromas, perfumes, porque su cuerpo era hermosísimo, porque Él fue una persona bella, no debía morir; al perfumar a estos hijos suyos, estamos significando en nombre de Dios, que ellos no morirán, porque su vida es agradable a Dios, y también agradable al Pueblo Santo, a la Iglesia.
Y luego, finalmente, quiero hacerlo y lo haré, a cada uno le daré una caricia; hoy que se reciben tantos golpes, descalificaciones, desprecios, sepan que Cristo, sepan que el Obispo, sucesor de los Apóstoles de Cristo, el Obispo acarició ¡en nombre de Dios! acarició a sus hijos; para que ellos nunca se metan al mundo de la violencia, del rencor, del desamor. Pues felicidades a toda la comunidad, y hagamos ya pues este Sagrado Rito, llenos de gozo, sabiendo ‘recibimos el Espíritu de Cristo‛, y vamos a tener a Cristo como aquel que dirija nuestros pasos, y realice… yo le voy a pedir que ‘Cristo Camino‛, haga excelente camino por la vida, a estas niñas y a estos niños. Así sea.