Homilía de Mons. Juan Manuel Mancilla Sánchez, Obispo de Texcoco

 Exequias por el eterno descanso del padre Ignacio Eulogio Chan Dzul

 21 de julio  de 2022

 Nuestro señor nos concede como Iglesia Diocesana entregarle hoy, un granito de trigo, que ha caído en buena tierra en el seno de su Iglesia, ahora en nuestra Santa Iglesia Catedral lo tenemos como un signo de quien da la vida, donde se ve que la obra de Jesús está perfectamente actualizada en sus discípulos y en especial pues, en sus hijos muy queridos como son los sacerdotes. Queremos pues presentar a Nuestro Señor, este granito de trigo que pertenece a los campos de nuestra Diócesis, y decirle a Nuestro Señor: Muchas gracias Padre, porque gracias a estos granitos de trigo, nosotros seguimos teniendo el pan de la vida, se sigue confeccionando la Sagrada Eucaristía, y se sigue teniendo es dicha, esa gracia.

Sí, quiero comentar nuevamente que estamos frente y con un granito de trigo de nuestra Diócesis, para gloria de Dios, y para que también nosotros sigamos trabajando en la Viña del Señor y abasteciendo, como le toca a un sacerdote, abastecer de pan a los hijos de Nuestro Señor. Hoy quiero darle gracias a Dios por tantas cosas buenas, tantas obras buenas, que nuestro querido hermano el Padre Eulogio, realizó entre nosotros. Siempre sabemos de los límites humanos, pero contemplamos muy de cerca el poder y la misericordia de Dios, que se manifiestan precisamente en los momentos difíciles, en los momentos de dolor, como son, pues precisamente la muerte.

Y recogiendo el texto sagrado, vinculándolo, el don del grano de trigo, quiero agradecerle a Nuestro Señor Jesucristo, el haber asociado, el haber prometido a todo granito de trigo, ser glorificado por el Padre; precisamente en esa pequeñez, en esos momentos tan difíciles comienza a aparecer la gloria de Dios. Bendigamos pues a Nuestro Señor, y pidámosle que a nuestro querido hermano Eulogio, y a todas las personas que él sirvió, y tantas personas que lo amaron, vayan participando de eso méritos, que sus obras buenas quedaron en nuestra Diócesis, y que son para toda la Iglesia, que Nuestro Señor glorifique lo que nosotros sin duda, nunca podríamos conseguir. Así sea.