Homilía Mons. Juan Manuel Mancilla Sánchez, Obispo de Texcoco
08 de diciembre de 2022
La festividad de la Santísima Virgen, la Inmaculada Concepción, permite a la Iglesia recoger esas enseñanzas tan sencillas pero profundas, trascendentes; aparece en la primera lectura del Génesis, la pregunta número uno de Dios al ser humano, a todos, a mí, a Adán: ¿Dónde estás?, pudiera parecer algo intrascendente, pero en esa forma tan sencilla, Dios nos quiere decir que algo necesario es ¡ubicarnos!; cuando una persona se desubica, descontrola, se hace daño y perjudica; los niños pueden preguntar ¿dónde está su papá? no está; en el trabajo, cuántas veces los responsables preguntan ¿dónde está?; en la escuela, en cualquier servicio que nosotros demos, por decir: ¿dónde está el chofer? ¿dónde está el maestro? ¿dónde está el sacerdote? y no esta.
Desubicarse, es algo que como nos hace daño y hace daño a los demás; Dios quiere que nosotros estemos donde debemos, donde Él nos ha puesto, haciendo lo que nos toca, y no desubicarnos. Hay un texto bellísimo de la Carta a los Hebreos, en donde El Mesías, el Hijo de Dios le dice a su Padre: «todos los seres humanos andan mal, no están donde Tú y como Tú los quieres», como cuando Él en el paraíso: ¿dónde estás? vino a buscar Adán, no lo encontró, estaba escondido; entonces El Mesías dice: «como ya no te gusta cómo se portan los seres humanos, yo te digo ¡Aquí estoy, para hacer tu voluntad!»
Nos fijamos que hoy la Santísima Virgen va en la misma línea, recuperar esa esencia del ser humano “estar ubicado” “¡Aquí estoy! y soy la Sierva del Señor”. Queridos hermanos, este es el ABC de la vida, de la historia, de las personas; la Iglesia está en medio del mundo para anunciar el Evangelio, para compartir el Misterio de la Salvación; en Jesucristo, todos tenemos un lugar único que nadie puede ocupar, y que tenemos que santificar, y que tenemos que aprovechar para hacer el bien.
La segunda pregunta será: ¿dónde está tu hermano?; todos tenemos que dar razón de alguien, todos tenemos que ayudar, todos tenemos que apoyar, responder, por alguien ‒otra vez‒ Caín no supo responder; la Santísima Virgen será en Cristo, porque Cristo es la espléndida respuesta a Dios, Cristo será la persona que mejor haya respondido por los demás; tan respondió que, respondió por todos los seres humanos, y los peores, pecadores, como somos; siendo pecadores nos amó, siendo pecadores nos comprendió, nos perdonó, y nos llenó del Espíritu Santo, para que pudiéramos ser agradables a Dios.
La Santísima Virgen, desde la primera vez que aparece en la Escritura, aparece en relación a José, desposada con José, estará con Isabel, estará con el Señor Jesús recién nacido en Belén, estará en el Templo, estará en la predicación y estará en la cruz; Apocalipsis dice que al final de la historia estará con Dios, porque supo estar al lado de los necesitados, de sus hermanos, no se retiró jamás de quién la necesitaba.
Por eso hermanas, hermanos, Nuestra Señora es intachable, impecable, toda ‒como decían nuestros antepasados en el Código de Cuautitlán, totlaltonanzin, toda hermosa, toda bien hecha, toda agradable; en la Santísima Virgen, tomemos es enseñanza tan bella de lo que hemos hoy recibido en los Textos Sagrados, con ella en la Iglesia, con ella también los creyentes hemos de ser personas bien ubicadas, serias, dignas; hemos de ser personas solidarias, fraternas, caritativas, y esto nos hace agradables a Dios, como a ella, intachables. Así sea.