Por Mons. Juan Manuel Mancilla Sánchez, Obispo de Texcoco

Mis queridas hermanas, mis queridos hermanos, en especial, quienes van a recibir los sacramentos: Bautismo, Confirmación, Sagrada Eucaristía, es un gozo inmenso recibirlos en la casa del Señor, entrando por la puerta grande como sus hijos predilectos y amados, para recibir todos los tesoros de la salvación. Hemos escuchado todas las maravillas que Dios ha hecho para que el ser humano llegue con Dios, y no quede o en la oscuridad, o en la desilusión, o en la amargura, o en los fracasos, o en la soledad y la distancia, sino que todos lleguemos a la íntima comunión con Dios; como esta noche ustedes queridas hijas, queridos hijos.

Y por eso la Iglesia hoy, les presenta el Misterio de Cristo resplandeciente, el Hijo de Dios ha sido el más bello de los hombres, el más bueno, el más sabio, el más obediente, agradable totalmente al Padre Celestial; y a partir de Él, todos sus discípulos, todos los que lo conozcan, todos los que se dejen enseñar y guiar por Cristo, identificándose con Él, llegan a ser perfectamente agradables a Dios, y así, por eso la Iglesia a ustedes, queridas hijas, queridos hijos, les ofrece el Bautismo

Digamos cosas muy sencillas sobre el Bautismo: “agua”, todos sabemos de la importancia del agua, empezando por nuestro cuerpo, mitiga la sed, purifica y refresca, da una gran frescura a nuestro cuerpo; el agua del Bautismo por la acción del Espíritu Santo, también llena de frescura el alma, porque también el alma se ensucia, la mente, el corazón se marchita. Por eso hoy ustedes van a recibir el agua sagrada, que limpia el cuerpo y el alma, la conciencia; y a partir de ahora queridas hijas, queridos hijos, ustedes no jugarán sucio, ustedes serán y jugarán en la vida, limpios, derechos, honestos.

Se les va a dar esta “luz”, que tanto nos costó hacer o recoger, valorar, entender, y al final esa luz es Cristo, y significa que ustedes estarán llenos de luz; “Yo soy la Luz del mundo”, decía Cristo, y al rato cuando ya tenía los discípulos, “Ustedes son la luz del mundo”; ustedes queridas hijas, queridos hijos, son la luz de la Diócesis, de nuestras comunidades, de nuestras familias, ustedes son luz; en pocas palabras, ustedes nunca serán ya tenebrosos, ustedes no tropezarán, no se resbalarán espiritualmente, humanamente, ni harán que otros caigan y se resbalen o tropiecen.

Se les dará enseguida también “el Santo Crisma”, una vez que nos hemos bañado es delicioso perfumarnos, cuando se puede, qué bonito perfumarnos, el perfume es atractivo, es un plus a la limpieza, el perfume es que también ustedes van a ser agradables a Dios, atractivos, como el perfume, ¿qué perfume es? ¿qué marca? ¿dónde lo com…? ¿cuánto cuesta?, y al final es el alma, son las palabras, los pensamientos y las actitudes de ustedes, las que llamarán la atención por su nobleza, por su sabiduría, por su toque distinto en donde no habrá malicia, ventaja, perversidad; ustedes serán personas buenas, personas sabias, personas entregadas, útiles y trabajadores.

En seguida mis queridas hijas, queridos hijos, ustedes serán invitados a recibir la imposición de las manos, que significa el poder, la protección, la confianza, que Dios les va a tener a partir de hoy; confianza plena y protección total; y al final el Obispo, su servidor, les dará una caricia, y si ustedes entran a la vida, al mundo del estudio, de la comunidad, con una caricia, ustedes nunca serán vengativos, ustedes nunca serán agresivos, ustedes no van a resolver los asuntos difíciles a empellones, con golpes, con violencia; ustedes serán personas de diálogo, de sensatez, de prudencia, de sabiduría. Se les da una caricia, para que ustedes lleven la convicción de que el amor es más poderoso que toda maldad, que toda malicia, ustedes serán constructores de paz, ustedes serán personas de armonía, ustedes serán personas de una vida comunitaria y publica, verdaderamente digna y aceptable, incluso constructiva; llevarán relaciones humanas constructivas, no conflictivas, y perjudiciales, como se está experimentando tan dolorosamente en México, porque hemos perdido a Dios, porque hemos perdido la luz de la fe, la luz del amor.

Y enseguida se les dará el “Pan de la Vida”, Pan de la Vida Eterna, es el Cuerpo y la Sangre de Cristo; ya en las catequesis ustedes aprendieron que el pan se convierte en el Cuerpo de Cristo, y que el vino se convierte en su Sangre preciosa, porque Él nos dio todo, lo que se ve y lo que no se ve, dones humanos y dones eternos, dones materiales y dones espirituales. Y entonces ustedes también estarán alrededor de la mesa, los vamos a invitar a que pasen ‒ya entraron a la casa‒ cuando reciban la Confirmación les vamos a invitar a que pasen hasta acá, hasta el comedor, ‒digamos hasta la mesa‒ para que aprendan a convivir en la presencia de Dios, alimentar su cuerpo ,y también ustedes convertirse, así como se convierten en luz, así como se convierten en paz y garantía bondadosa, así ustedes se convertirán en pan.

 Ustedes alimentarán, fortalecerán a muchas personas débiles, porque les darán a Dios, les darán la palabra de Cristo; y entonces también ustedes serán pan sabroso en sus familias, en sus centros de estudio o de trabajo. Y en el nombre de Cristo, que dijo: “Mi Cuerpo es verdadera comida”, y los judíos se enojaron, se escandalizaron, pero Él se sostuvo y dijo: “El pan que yo les doy es mi cuerpo para la vida eterna, el que coma de este pan vivirá para siempre”, y en realidad el mejor alimento que tenemos en la vida, son las personas, que mejor alimento que nuestra madre, que nuestros padres, que mejor alimento que la familia, que mejor alimento que la escuela, la universidad, los centros de trabajo, todo eso alimenta la vida social y la vida personal.

Pues queridas hermanas, mis queridos hermanos, no nos apartemos de Cristo, todo lo de Cristo es agradable a Dios, todo lo de Cristo ‒los sacramentos, la enseñanza, las prácticas cristianas‒ están garantizadas como salvación y llevan el crédito de Dios; les comento esto porque ustedes al estar Unidos perfectamente a Cristo, llegarán un día triunfantes ante Dios, que tanto los ama porque ya los escogió, y ya los metió a su casa, y a su sagrada mesa; y como Él resucitarán, qué quiere decir que resucitarán, que Dios recogerá con poder, majestad, hermosura, su cuerpo, ni un solo cabello perecerá, Dios los mirará con tanto amor, Cristo les mostrará tanto poder amoroso, que donde estén o como estén, recogerá su cuerpo que tal vez se quedó herido o destruido, o convertido en polvo, recogerá su cuerpo y hasta la última partícula será integrada nuevamente gloriosa, y a eso le llamamos participarán de la Resurrección de Cristo.

Nunca se perderán, nunca se corromperán, nunca quedarán derrotados en la soledad de una tumba; ustedes resucitarán, para gloria feliz, grande, contemplar el rostro de Dios, alabarlo bendecirlo, y engrandecer esa felicidad a la que Él nos ha llamado. Queridas hermanas, queridos hermanos, en Cristo encontraremos el camino y el éxito de la vida, el éxito total en cuerpo y alma; perdonen que les diga hoy esto, se los aseguro, porque han tenido la nobleza de pedir los dones de Cristo, los sacramentos, que son su vida, su esencia, su filosofía, su amor infinito. Así sea.