La noticia de la visita del Santo Padre Francisco a México nos ha llenado de alegría y esperanza.

La noticia de la visita del Santo Padre Francisco a México nos ha llenado de alegría y esperanza. Sobre todo a nosotros, los que vivimos en el Estado de México, en nuestra Arquidiócesis de Tlalnepantla. Entre nuestras Iglesias, la hermana Diócesis de Ecatepec tiene el honor junto con todas las demás Iglesias de la provincia de desempeñarse como la  anfitriona de tan ilustre visitante.

En espíritu fraterno, todos los Obispos de nuestra Arquidiócesis; no sólo hemos felicitado, sino también ofrecido nuestra solidaridad fraterna a Mons. Roberto Domínguez Couttolenc. Él a su vez nos ha involucrado en todos los servicios que se requieren para este acontecimiento. Nos sentimos una sola fraternidad de Iglesias en comunión.

Nos alienta de igual manera sentir el mismo apoyo del pueblo de Dios, de las autoridades civiles, en especial del Sr. Gobernador Don Eruviel Ávila Villegas y de su equipo de colaboradores.

Todo este ritmo social y espiritual nos hace sentir ya los primeros frutos del año de la Misericordia que arranca con aquellas palabras inolvidables del Divino Maestro: “Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso”. Lc. 6,36. Palabras inmortales de nuestro Divino Señor, que todos nosotros, en nuestra Arquidiócesis, tomaremos muy en serio pues son el viento suave y transformador de la enseñanza Suprema.

Efectivamente, es en lo más profundo de Dios que nace la Misericordia, en el recinto donde está la vida, donde está el amor infinito: en su corazón. Se proyecta en todas las direcciones a las que llega el ser mismo y el actuar de Dios. Se encarna en un hombre, en el Cordero de Dios y de igual modo, desde su ser, historia y personalidad, se va encarnando en cada ser humano.

A contra luz: lo peor, lo más triste y fatal de un ser, de un ser humano, y de una comunidad es sobre todo la crueldad. En el mundo parece ser que cada vez más se instala entre nosotros la crueldad; y toma las riendas de los órganos, de las instituciones y de la sociedad. Ahora casi a cualquier parte que nos dirijamos encontramos un toque de crueldad.

Que no sea así en la Iglesia, en nuestra Provincia; sino que en ella brille la  ternura, la delicadeza, la paciencia, el perdón y la misericordia personal y comunitaria.

El Papa Francisco, en esta visita nos ayudará a hacer un recorrido verdaderamente convincente y saludable hacia la comunión.

Lo acogemos con los brazos abiertos y enhorabuena Ecatepec, adelante Don Roberto, felicidades Pueblo Santo de Dios.

¡Que el Señor nunca se canse de visitar a su pueblo!

 

† Juan Manuel Mancilla Sánchez
Obispo de Texcoco