La Parroquia y la Vicaría San Vicente, reciben a su nuevo pastor.
La Parroquia y la Vicaría San Vicente, reciben a su nuevo pastor.
En un evento doblemente significativo, la feligresía de la Parroquia de San Vicente Mártir junto con invitados de otras parroquias, recibieron con gran alegría al padre Manuel Arturo Guerra Vázquez, quien a partir de hoy ha sido nombrado Párroco de la comunidad, y Vicario Episcopal de la quinta vicaría de zona.
El Padre Manuelito fue esperado en la entrada del poblado de San Vicente, por el administrador parroquial, padre José Luis Tetlamatzi, junto con los miembros de las pastorales, movimientos, equipos de sector y mayordomías, así como los fieles laicos que los acompañaron en su peregrinar hacia el templo parroquial, entonando cantos de alabanza.
Ya en el templo, se encontraron con una veintena de distinguidos hermanos Sacerdotes, quienes fueron testigos de su nombramiento como Párroco y Vicario, por parte de Monseñor Juan Manuel Mancilla Sánchez, Obispo de Texcoco. Dicho nombramiento se llevó a cabo dentro de la celebración Eucarística.
En su homilía, Don Juan Manuel habló de las maravillas que pueden hacerse si Dios está con nosotros por medio de la fe: “Agradezco a la Santísima Virgen María que haya llenado de amor a esta comunidad”. Instó a los fieles a vivir dando ejemplo de una vida centrada en Cristo: “Es mi súplica que, en esta Parroquia, todo lo de la Iglesia: los movimientos, las actividades, el Plan Diocesano de Pastoral, deje ese sabor tan agradable; aquí está Dios”.
Al Padre Manuel le expresó: “Mi querido Padre Manuel, te pido que llegues feliz. Que seas un hombre feliz. Que te sientas feliz con tu pueblo, todos, que los disfrutes, que les sonrías. Que te dejen saludar. Que te acerques junto con los Sacerdotes, con mucha paz, con mucha nobleza como eran los apóstoles”.
A los fieles les rogó: “pídanle a Dios que nosotros seamos muy felices siempre que se proclame la Palabra de Dios”. Pidió a todos enseñar y difundir la Palabra de Dios, en especial a través de la Lectio divina.
Invitó también a ser generosos y amar a los enfermos: “Siempre que nosotros veamos con cariño a un enfermo, el Señor dará señales de que aquí se está realizando un milagro… la Caridad es el milagro de Jesús por excelencia. Vamos a pedir que todos los cristianos, ciertamente en esta Diócesis, apostemos por el milagro de la caridad, por el prodigio de amar, por la novedad tan deliciosa que es amar… Hay que ser como Cristo: tan pronto como llegue algo a nuestras manos, hay que pensar en los demás”.
Ya en el momento de la entrega y cumpliendo con el protocolo de la Iglesia, el Padre Manuel Guerra proclamó su fe públicamente rezando el Credo, al que se unió espontáneamente la feligresía presente. Don Juan Manuel le hizo entrega de los signos sensibles de la Parroquia: las llaves del Templo y de la casa cural, la pila bautismal, el confesionario, el Sagrario y el ambón, así como le hizo tocar la campana mayor del campanario, en signo del llamado a la feligresía. Por último, le entregó la autoridad de la Parroquia al hacerle tomar asiento en la Sede, lugar destinado para quien preside la Eucaristía.
Al término de la Eucaristía, antes de la bendición apostólica, el padre José Luis entregó al padre Manuel, la imagen sagrada de la cabeza de San Vicente, explicando dos versiones del porqué fue separada de su cuerpo original. El Padre Manuel tomó sus palabras para comprometerse, como San Vicente, a visitar a los enfermos de la parroquia y a servir hasta las últimas consecuencias a la misión de Cristo. “Soy de Dios”, concluyó.
Al término de la Eucaristía, los grupos parroquiales compartieron los alimentos con los asistentes, mientras un grupo local amenizaba el momento.
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