Se prevé formación para que los enfermos oren y trabajen por las misiones
Texcoco, Méx., 21 de abril 2013. La Catedral de Texcoco recibió a 338 Ministros Extraordinarios de la Sagrada Comunión, quienes notablemente entusiasmados participaron en su primer Encuentro Diocesano, convocado por la Comisión Diocesana de Misiones, con el objetivo de conocer y valorar el trabajo de la Unión de Enfermos Misioneros (UEM), una de las iniciativas de las Obras Misionales Pontificio Episcopales, institución que en nuestro país se conoce como OMPE México.
El Pbro. Juvenal Ortega Galindo, Responsable Diocesano de Misiones, tuvo a bien invitar a la Hna. María Roselia Tamez, Secretaria Nacional de la UEM, para instruir a los Ministros de la Comunión en el terreno de la espiritualidad misionera, por medio de los siguientes temas: ¿Qué son las Obras Misionales Pontificio Episcopales (OMPE); ¿Qué es el programa de la Unión de Enfermos Misioneros (UEM); La Parábola de la Espiga; Diez consejos para visitar enfermos, los cuales son: visitar con gusto al enfermo, descubrir el rostro del Señor en el enfermo, ser prudente y discreto, saber escuchar con paciencia al enfermo, compartir el dolor con el enfermo, hacer que el enfermo se sienta útil, hacerlo sentir unido a la comunidad y a las misiones, llevar a los jóvenes con los enfermos, saber cómo enfrentar la culpa de la angustia y el castigo, prepararse y no tener angustia y temor a la muerte.
El ministro extraordinario de la sagrada Comunión, es un ministerio laical contemplado en la Iglesia Católica y estipulado en el Canon 230, párrafo tercero del Derecho Canónico que dice: “Donde lo aconseje la necesidad de la Iglesia y no haya ministros, pueden los laicos, aunque no sean lectores ni acólitos, suplirles en algunas de sus funciones, es decir, ejercitar el ministerio de la palabra, presidir las oraciones litúrgicas, administrar el bautismo y dar la sagrada Comunión según la prescripción del derecho”. Y en el canon siguiente (231) establece que para ejercer este ministerio laical se requiere de la debida formación, conciencia y generosidad.
De esta manera los laicos pueden ayudar en una forma activa a los sacerdotes en la distribución de la Sagrada Comunión, tanto en la misa como fuera de ella.