Esta crisis sanitaria que vivimos mundialmente a causa del Coronavirus, ha puesto en jaque la economía y la vida social de nuestro tiempo. Las actividades humanas han bajado su ritmo, la mayoría se siente atento y dispuesto a adoptar las medidas para mitigar la propagación de este virus que puede contagiar a cualquiera.
Ante esta desaceleración de las actividades humanas algo bueno, aunque de manera involuntaria, ha surgido y es que una notable mejoría en las condiciones ambientales se ha percibido, por ejemplo, los canales de Venecia lucen limpios, las emisiones de gases invernadero han disminuido en las ciudades de China, Italia, España, donde se ha implementado la cuarentena, y algunos animales corren libremente por las calles de las grandes urbes. Una mejoría que lamentablemente será de corta duración, pues terminada la emergencia, cuando volvamos a nuestras actividades, todo regresará a sus procesos habituales.
Por ahora, la mayoría de las personas en México estamos viviendo una cuarentena, que nos llevará a experimentar una dinámica de vida a la que no estamos habituados. Al interior de nuestras casas, en algún momento de estos días, tendremos que reflexionar acerca de las cosas que verdaderamente importan.
Hasta ahora, el sistema económico solamente se ha dedicado a explotar todo aquello que le permita generar jugosos dividendos, no importándole que con esas acciones se dañe a los más débiles de nuestra sociedad y nuestro medio ambiente. Somos conscientes de que la actividad económica no se debe detener, pero que esta situación que ahora vivimos nos enseñe que se deben buscar y aplicar acciones que verdaderamente aporten en la mitigación del Cambio Climático, el cual indudablemente también está llegando, pero como no vemos que nos afecte de la manera en la que una pandemia como la del Coronavirus, retrasamos actuar sobre esa emergencia.
Esta emergencia sanitaria debe instarnos a vivir con mejores hábitos de limpieza personal y comunitarios, como ciudadanos responsables y además cristianos tenemos el deber de mantener sanos, limpios y en constante crecimiento y mantenimiento los espacios en los que nos desenvolvemos, hay cientos de actitudes virulentas que nos infectan, entre ellos, la apatía, la individualidad, la mentira, el egoísmo, etc., actuemos también en contra de ellos. Que hoy la enseñanza sea la sana distancia, la limpieza, la oración y la esperanza.