El domingo celebramos el Día del Padre:

«Siguió Dios diciendo a Moisés: «Así dirás a los israelitas: Yahveh, el Dios de nuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a ustedes. Este es mi nombre para siempre, por él seré invocado de generación en generación»» (Ex 3,15).

«Y dijo Jacob: «Dios de mi padre Abraham, y Dios de mi padre Isaac, Yahveh, que me dijiste: «Vuelve a tu tierra y a tu patria, que yo seré bueno contigo»» (Gén 32,10).

Estos dos textos del Antiguo Testamento resumen la paternidad divina de Dios en su pueblo Israel, Dios demuestra su amor, lleva de la mano a su pueblo y hace prodigios en medio de su pueblo, un gran Padre. La palabra papá viene del hebreo Abbá, es decir padre אַבָּא.

Ese reflejo del Padre amoroso y providente también tiene que ser de nuestros padres aquí en la tierra, que amen a sus hijos como Dios nos amó y no solo eso sino que procuren su sustento y educación; y sobre todo su formación cristiana desde temprana edad y los acompañen en su caminar cotidiano. Por eso, con gran alegría celebramos a todos nuestros padres, a los que están vivos y, los que han partido, que nos han dejado muy bellos recuerdos. Darle gracias a Dios que se han hecho coparticipes de esta misión de ser padres en la tierra.

“Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Jn 3,16). “Pero para nosotros hay un solo Dios, el Padre: todo viene de él y nosotros vamos hacia él. Y hay un solo Señor, Cristo Jesús: todo depende de él y de él dependemos nosotros” (1Cor 8,6). «Yo seré para ustedes padre, y ustedes serán para mí hijos e hijas, dice el Señor todopoderoso” (2Cor 6, 18).

Con estos textos podemos ilustrar este momento, así como Dios amó al mundo, los padres deben amar a sus hijos, dando la vida por ellos con un espíritu de amor y sacrificio, donándose completos en todo, sin límites, porque los padres deben dar vida. Hay que permanecer adheridos a nuestro Padre Dios porque de Él depende nuestro ser, y unidos a Él ser mejores padres en la sociedad.

Nos invitan a formar parte de esta filiación, desde nuestro bautismo, para asumir una gran responsabilidad y dar respuesta efectiva a los ojos de Dios, y en nuestro actuar cotidiano, en medio de nuestra familia y comunidad, amando como Él nos amó. Por eso, cuando recemos el Padre Nuestro lo reconocemos como nuestro Padre (Πάτερ ἡμῶν Páter Hemón). 

Muchas felicidades a todos los papás por su día.

Que esta celebración sea de gran regocijo.