En un comunicado emitido por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida se analizó la situación social actual, en medio de la pandemia por COVID-19, sobre todo la situación en la que se encuentran muchos de nuestros ancianos. Advirtió que la pandemia deja ver que además de las enfermedades previas que padecen, se agrega como otro padecimiento: la soledad en la que viven.
El momento presente nos exige aislar a los adultos mayores, en un intento de reducir la transmisión de esta enfermedad, pero al mismo tiempo, se les está impidiendo el contacto social con su familia, amigos, vecinos; lo cual traerá consecuencias en su salud física y mental, porque para algunos de ellos sus únicos contactos son los espacios comunitarios, entre ellos el templo parroquial.
El comunicado afirmó que “es necesario aclarar que salvar las vidas de las personas mayores que viven en las instituciones, o que están solas o enfermas, es una prioridad del mismo modo que salvar a cualquier otra persona”, que “aún es posible tomar medidas preventivas para protegerlos”, y que “es necesario actuar para encontrar soluciones emergentes”.
Se tienen pruebas médicas acerca del peligro del contagio para los adultos mayores, porque ellos son más frágiles, y es factible que puedan contar con una o más patologías previas, pero en muchos casos, la patología existente es la soledad. Por lo que remediar la situación de abandono en que se encuentran muchos ancianos, en las actuales circunstancias “podría significar salvar vidas humanas”, señala el comunicado.
La Iglesia en estos días está poniendo en práctica nuevas y creativas maneras de presencia ante la imposibilidad de seguir haciendo visitas domiciliarias: “Frecuentemente las parroquias están dedicadas en la entrega de alimento y medicinas a quien está obligado a no salir de casa. Casi en todos lados, los sacerdotes siguen visitando las casas para administrar los sacramentos. Muchos voluntarios, sobre todo jóvenes, se están esforzando con generosidad para no interrumpir, o para comenzar a organizar, elementales redes de solidaridad”.
El Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, instó a hacer algo más hacia nuestros papás y abuelos: “Debemos dedicar nuevas energías para defenderlos de esta tempestad, así como cada uno de nosotros ha sido protegido y ayudado en las pequeñas y grandes tormentas de la propia vida. No dejemos solas a las personas mayores, porque en la soledad el coronavirus cobra más vidas”.
“Unámonos en oración por los abuelos y las personas mayores de todo el mundo. Estrechémonos a su alrededor, con el pensamiento y con el corazón, y cuando posible, actuemos, para que no estén solos”, acentuó. Las crisis nos traen oportunidades para aprender, replantear las cosas y ser creativos. Es muy importante cuidarnos unos a otros. Hagámoslo también con los adultos mayores. ¡Cuidémoslos!