La experiencia de fe en tiempos del COVID-19 debe significar algo grande, íntimo, público y transcendente, al reconocer que en medio de esta pandemia, inusitada en muchos de sus componentes y que representa un verdadero desafío a todo sistema de salud de cualquier gobierno en todo el mundo, Dios y su reino se hacen presentes, tal como lo relevó nuestro Señor Jesucristo.

El tiempo que vivimos, es sin duda una experiencia de vida-muerte que nos desconcierta, entristece, incomoda, desorienta y preocupa; sin embargo, el cristiano, siendo este un tiempo de fe, aprende a ver más allá y reconoce un Dios de vida, luz y salvación; y junto con el Resucitado, abraza la única esperanza, la esperanza de la verdadera salvación que alienta, vivifica, fortalece y solidifica, y es creer en nuestra resurrección. Creer que resucitaremos junto con Cristo, quien en todo se entregó confiadamente al Padre.

La fuerza de la fe en el Dios de Jesús, se traduce en alegría, y hoy nos sentimos muy felices, muy dichosos, desbordados de optimismo, de confianza, de tranquilidad, de paz, porque ¡Cristo Resucitó! ¡Cristo Vive! ¡Cristo está en medio de nosotros! La muerte no tenía, no tuvo ni tendrá la última palabra. La Palabra del Señor siempre fue, es y será, la que da vida, y vida en abundancia: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mt 24,35); y para quien se convierte en discípulo-misionero del Señor, se abre otra promesa: “Yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo” (Mt 28,20).

¡El Señor está con nosotros! ¡Jesús está aquí! ¡Él en verdad ha resucitado! Así actúa ahora mismo la voluntad del Padre que nos liberó de todo pecado: soberbia, envidia, egoísmo, todo tipo de violencia y vanidad, y nos revela una vida de comunión, de amor fraterno, solidario y corresponsable, en todas y cada una de nuestras relaciones humanas y cristianas. Un amor de Dios traducido en servicio, bondad y generosidad con las personas y familias más necesitadas, afligidas y vulnerables de la comunidad.

La Iglesia Diocesana de Texcoco, sus comunidades parroquiales sectores, pequeñas comunidades, abiertas a la fe en Cristo Vivo y Verdadero, siguen en pie con sus compromisos personales y comunitarios en torno a la segunda Fase de la primera Etapa de su Plan Diocesano de Pastoral, animando, promoviendo y propiciando vida de Fraternidad, en Jesús Resucitado.