Al iniciar la Celebración Eucarística del III Domingo de Pascua, presidida por Mons. Juan Manuel Mancilla Sánchez, Obispo de Texcoco, se realizó la bendición de la nueva sede episcopal, que consiste en un asiento de piedra tallada, decorada con los signos episcopales del actual Obispo Juan Manuel, con el escudo episcopal en el respaldo y a los costados el signo náhuatl de la palabra, una «voluta» o «tlahtolli» de color dorado y con la representación de “flor y canto”.
La sede episcopal (del latín sedem, ‘asiento’) es el trono (cátedra) de un obispo. En el sentido más estricto, la sede episcopal (un epíscopo es un obispo) se refiere a la catedral de un obispo. La sede (asiento) se coloca en la iglesia principal (catedral) del obispo (epíscopo).
Don Juan Manuel realizó la oración de bendición e incensó la nueva sede. La explicación la presentó el Pbro. Valentín López Figueroa, rector de la Santa Iglesia Catedral de Texcoco, dirigiéndose a la comunidad que participó en la Santa Misa, a la cual asistió como invitados especiales el historiador y antropólogo Dr. Miguel León Portilla, y su señora esposa, la investigadora y académica Dra. Ascensión Hernández Triviño.
Simbología de la Sede Episcopal de la Catedral de Texcoco
Para los nahuas la “Palabra Florida”, indicaba al hombre que habla con la verdad. Es de recordar que la verdad va muy ligada al arte. Por tanto un poeta era quien poseía la palabra de verdad. Esto se debe a dos razones principales. La primera que los nahuas daban una cierta importancia a las artes. La segunda, que ellos expresaban su filosofía en términos de “flor y canto”. Las Flores representan los más puros pensamientos, cargados de verdad; los cantos son la expresión de esos pensamientos, de esas verdades.
La “voluta” o “tlahtolli” dibujada en la sede episcopal es además de color dorado, que en la cultura náhuatl representaba lo valioso. Es entonces una Palabra preciosa, verdadera y auténtica. Expresión profunda del pensamiento, que viene de aquel que representa la divinidad.
Recordemos que el verde Jade representa la divinidad. En el caso de la sede episcopal, el verde representa así como el medallón de la Virgen de Guadalupe, que quien se sienta en ella no es Dios, pero lo representa, pues es fiel creyente del “verdadero Dios por quien se vive”, y además se trata de su representante.